Aproximadamente 73.000 personas han cruzado la frontera desde que las fuerzas de seguridad de Myanmar aumentaran la represión contra la minoría musulmana rohingya.
El ejército myanmarense ha emprendidó una "operación de limpieza" para expulsar a la minoría étnica después de que el pasado 25 de agosto, el Ejército de Salvación Rohingya de Arakan (ARSA), atacara puestos policiales, en lo que describieron como un intento de proteger a su pueblo de la persecución de las fuerzas de seguridad.
Los refugiados que llegaron a Bangladés describieron explosiones de bombas y dijeron que algunos miembros de la minoría musulmana rohingya habían muerto quemados en una campaña militar de represión.
Según testimonios de los sobrevivientes, los militares de Myanmar comenzaron a incendiar aldeas enteras con helicópteros y bombas de gasolina. Las fuerzas de seguridad acordonaron las aldeas rohingya mientras caía el fuego y luego disparaban y apuñalaban a civiles.
Más de 50 refugiados llegaron con heridas de bala y fueron trasladados a hospitales en Cox’s Bazar, en la frontera con Myanmar, según indicó el domingo un funcionario humanitario.
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"Rompe todos los récords de inhumanidad", dijo un miembro de la Guardia Fronteriza de Bangladés. "Nunca he visto nada como esto".
Karim, otro sobreviviente, contó que tuvo que pagar 12.000 takas ( moneda de curso legal de Bangladés), equivalente a 150 dólares, por cada uno de sus familiares para que los llevaran de forma clandestina en un bote de madera hasta Bangladés, después de que los soldados mataran a 110 rohingya en su pueblo.
“Huimos a Bangladés para salvar nuestras vidas”, dijo. “El ejército y los extremistas de rakhine nos están quemando, matando, prendiendo fuego a nuestro pueblo”.
Myanmar, dominado por budistas, tiene a sus espaldas un largo historial de discriminación y persecución contra los musulmanes.
El gobierno niega la plena ciudadanía a los seguidores del Islam, a los que considera inmigrantes indocumentados bangladesíes, pese a que la comunidad internacional y grupos pro derechos humanos rechazan tales argumentos, aseverando que esa minoría musulmana tiene raíces históricas en el territorio.
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