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"Traje de calle y ojos de abuelo/ de saco y de chaleco/ un revolucionario con cuero y con pellejo/ que supo ir a la muerte como quien descubrió un sueño/ y se llenó de Chile, ese país que es nuestro/ yo sé que estás peleando, yo sé que estás peleando/, Che salvador eterno".

"Traje de calle y ojos de abuelo/ de saco y de chaleco/ un revolucionario con cuero y con pellejo/ que supo ir a la muerte como quien descubrió un sueño/ y se llenó de Chile, ese país que es nuestro/ yo sé que estás peleando, yo sé que estás peleando/, Che salvador eterno". | Foto: Biblioteca Virtual Salvador Allende Gossens

Publicado 13 septiembre 2023



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Recordamos a Allende entre los grandes mitos de la historia revolucionaria y desempolvamos facetas poco conocidas de su vida.

Fiel a su pueblo, el 11 de septiembre de 1973 murió en La Moneda el presidente chileno Salvador Allende, víctima de un golpe de Estado cívico-militar encabezado por el general Augusto Pinochet.

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Salvador Allende: un recordatorio y una enseñanza

Quien abrió la posibilidad de construir el socialismo en Chile a través de una vía distinta a la lucha armada, murió bajo el ataque de un Ejército que horas antes, en la persona de Pinochet, le juró lealtad.

Parafraseando a Alí Primera en “Canción para los valientes”, su último combate transcurrió bajo un “bazucazo en La Moneda”.

Ahora que lo recordamos entre los grandes mitos de la historia revolucionaria y condenamos la abominable traición de Pinochet -como la calificó el presidente Andrés Manuel López Obrador-, desempolvamos facetas poco conocidas de su vida.

 

Joven y revolucionario

El autor de la frase “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, mostró sus primeras inquietudes políticas a partir de sus estudios de Medicina en la universidad.

Pese a lo que pudo dictarle su experiencia, él pensaba: “La revolución no pasa por la universidad, y esto hay que entenderlo; la revolución pasa por las grandes masas. La hacen esencialmente los trabajadores”.

Allende fue electo diputado por primera vez en 1937, con 29 años, cuando obtuvo una curul representando a su natal Valparaíso.

A la cuarta va la vencida

Se presentó a las presidenciales en cuatro ocasiones. En 1952 quedó en cuarto lugar en cifra de votos. En esa ocasión fue temporalmente expulsado de su partido, el Socialista, por aceptar apoyo electoral del Partido Comunista, ilegalizado en ese momento.

En 1958 y 1964 quedó segundo, por detrás de Jorge Alessandri y Eduardo Frei, respectivamente. Allende venció a Frei en los comicios de 1970.

Fue senador desde 1945 hasta 1970. A pesar de su agenda, alternó el trabajo político con su profesión. Fue médico cirujano. Además de parques, calles y escuelas, una Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, Cuba, lleva su nombre.

Yo sé perfectamente bien quién es usted

Allende visitó Cuba en enero de 1959 y se reunió, entre otros, con Fidel Castro y Ernesto Che Guevara. Tiempo después contó que el Che, quien sufría un ataque de asma, le dijo: “Mire, Allende, yo sé perfectamente bien quién es usted (…) Así es que conversemos con confianza…”.

Poco después Guevara le regaló un ejemplar de su libro “La guerra de guerrillas”, cuya dedicatoria decía: “A Salvador Allende, que por otros medios trata de obtener lo mismo. Afectuosamente, Che”.

Allende visitó Cuba nuevamente en 1967, a días de la muerte de Guevara, para a nombre del Partido Socialista trasmitir condolencias a su familia y al pueblo cubano.

En ese momento dijo: “Para todos los revolucionarios, ha sido algo profundamente doloroso el vil asesinato cometido en la persona de Guevara (…) Su vida fue una lección y su muerte es una herencia irrenunciable para todos aquellos que luchan por la liberación de sus pueblos”.

Ni una tuerca ni un tornillo

El Gobierno de EE.UU. y la CIA apoyaron a la oposición chilena para desestabilizar la situación interna y preparar el terreno para el golpe de Estado. Según el Comité Church del Senado de EE.UU., la Agencia gastó entre 800.000 y un millón de dólares para manipular el resultado de las elecciones de 1970.

El presidente Richard Nixon ordenó impedir por cualquier vía que Allende fuese juramentado, pero el Congreso lo proclamó vencedor y entonces la CIA y la derecha chilena pasaron a promover un clima de inestabilidad política e inseguridad económica.

Esto último incluía el bloqueo de préstamos y créditos, el reclutamiento de empresas de EE.UU. para que se fueran de Chile y el acaparamiento de alimentos para crear desabastecimiento y malestar.

Nixon planteó a sus asesores: “En lo inmediato, hagan que la economía grite. Ni una tuerca ni un tornillo para Chile”. ¿No se antoja similar a lo que EE.UU. practica contra Venezuela y Cuba?

Solo el pueblo salva

El Gobierno de la Unidad Popular amplió la reforma agraria y socializó importantes empresas hasta entonces en manos privadas, las cuales pasaron a ser dirigidas por cooperativas de trabajadores. Por otra parte, se nacionalizó el cobre sin pago de indemnizaciones a las multinacionales de EE.UU. que durante décadas lo explotaron.

Pese a las tensiones políticas, la crisis económica y la inflación, Allende mantuvo respaldo popular, dialogó con diversos sectores y manifestó que anunciaría un plebiscito para avanzar en otras medidas con el consenso ciudadano. Esa acción la realizaría el mismo 11 de septiembre de 1973.

A juicio de Silvio Rodríguez, el Gobierno de la Unidad Popular se mantuvo porque “aquel presidente (…) no cedía ni un milímetro y cada vez más decidido abrazaba su compromiso con los pobres de su tierra”.

Tan suyo lo sentía el pueblo, que lo llamaba cariñosamente “Chicho”. Rodríguez recordó que asistió a un acto en Santiago de Chile en que los mineros pasaron con un eslogan que decía: “Chicho, danos las armas”.

A un obrero de los tiempos de la Unidad Popular se le atribuye esta paradigmática frase: “Este es un Gobierno de mierda, pero es mi Gobierno”.

El primer golpe

La derecha chilena alentó “El Tancazo”, cuando en junio de 1973 un regimiento de blindados se sublevó en Santiago.

Con tanques y carros pesados, un grupo de uniformados rodeó La Moneda y el Ministerio de Defensa. Abrieron fuego de ametralladoras y la guarnición les respondió. Poco después, fuerzas leales a Allende, comandadas por el general Carlos Prats, controlaron la situación.

Prats había asumido al frente del Ejército tras la muerte del general René Schneider, ultimado por un grupo violento apoyado por la CIA. También Prats murió de manera violenta, víctima junto a su esposa, en septiembre de 1974, de un atentado dinamitero en Argentina. Lo ordenó la cúpula golpista.


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