En Siria ir a la escuela puede significar un gran peligro para los niños y profesores, quienes arriesgan su vida por los constantes ataques que sufren las escuelas. A pesar de la difícil situación, cientos de niños hacen lo posible por recibir educación.
En la zona rural de la provincia de Idleb, al norte de Siria, el profesor Ahmad y su esposa, tras huir de la violencia en Hama, encontraron una cueva desierta en esta provincia y la acondicionaron para convertirla en una escuela “Empezamos con los niños que vivían más cerca y cada vez fueron llegando más. Ahora tenemos casi 120 estudiantes”, relata.
"Ahora estamos recibiendo tantos niños que hemos dividido la jornada en distintos turnos, por edades (...) La cueva era demasiado pequeña para poder acogerlos a todos, así que ahora ofrecemos horarios distintos para que sean los niños pequeños quienes vengan primero a aprender el alfabeto; más tarde, los mayores, que ya han ido a la escuela, aprenden acerca de otros temas”, agregó.
La mayoría de los niños que estudian en esta escuela lograron escapar hace más de un año de la violencia de Hama, una provincia rural del norte, y se refugiaron en cuevas, así como en tiendas de campaña distribuidas por esta zona rural.
Las desventajas
“Durante el pasado invierno, la cueva se inundó y pensamos detener el proyecto, pero los niños insistieron en que continuáramos y nos mudamos a una tienda mientras la cueva se secaba”, explica Ahmad.
“La escuela es muy primitiva, pero al menos protege a los niños de las bombas”.
Para los niños ha sido una situación agridulce, pues han tenido que abandonar sus hogares por los bombardeos. Muhammad, de nueve años, dejó su ciudad, en Hama, hace 10 meses.
“No podía ir a la escuela por los bombardeos y teníamos miedo de los aviones. Echo mucho de menos a mis amigos y espero poder regresar a nuestra antigua escuela. Allí al menos teníamos pupitres. Ahora tenemos que sentarnos en el suelo, que nos hace daño en los pies y la espalda”, afirma.