Honduras sin Revolución de las Rosas | Blog | teleSUR
20 septiembre 2015
Honduras sin Revolución de las Rosas

El movimiento cooptado por la Seguridad Nacional de los Estados Unidos, al que rápidamente llamamos “indignados, y que ha formado parte de la estrategia contrarrevolucionaria del imperialismo transnacional, de amplia trascendencia en Guatemala, ha tomado un giro diferente en Honduras. Como es previsible, todo proceso dialéctico se desarrolla bajo las condiciones que existen en cada sociedad, por lo que los fenómenos no se pueden replicar exactamente.

En el caso de Honduras, la indignación, genuina y legitima en las grandes mayorías, aunque manipulada desde los medios de comunicación, ha encontrado un punto de quiebre.

En el caso de Honduras, la indignación, genuina y legítima en las grandes mayorías, aunque manipulada desde los medios de comunicación, ha encontrado un punto de quiebre desde hace unas semanas, debido fundamentalmente a las capacidades de lucha alcanzadas por el Frente Nacional de Resistencia Popular que  superan ampliamente el patrón de protesta pasiva, inocua planteada por el excesivamente domesticado Movimiento Indignado.

La cuestión es tan evidente que, aunque se han declarado anti políticos y anti ideologías, los líderes indignados plantearon en varios escenarios privados la posibilidad de formar su propio partido político. Esta propuesta la llevaron incluso a la dirección del FNRP, aun conociendo el vínculo que existe entre este último y el Partido Libertad y Refundación, LIBRE.

La práctica de este movimiento, ha ido siendo cada vez más evidente, al punto que después de unas 15 jornadas de protesta los días viernes, los dirigentes tomaron la decisión de separarse y hacer sus movilizaciones el día sábado (igual que en Ciudad Guatemala). El resultado contundente: debilitamiento, y decadencia de un grupo que no hace más de dos semanas viajo a Guatemala a “aprender” del proceso allá y a planificar las protestas en Honduras y, asombrémonos, El Salvador (palabras brindadas a la prensa local por una de los dirigentes).

La cuestión es que ante el debilitamiento de la ruta de las rosas, la táctica ha retornado a la violencia represiva como patrón del Estado. Este cuadro ha venido a verse agravado por el caso de la muerte del abogado de Lena Gutiérrez, miembro prominente del Partido Nacional en el poder y Vice presidenta del Congreso Nacional, acusada por crímenes contra el sistema de salud, y que permanece en libertad gracias al pago de una fianza de un millón de dólares.

El hechor de la muerte, no es un sicario; es un joven profesional y artista que proviene de una distinguida familia de intelectuales y artistas, académicos que han sido también maestros universitarios por décadas.  No podemos emitir ningún juicio sobre los hechos, pero si nos queda claro que todo esto ha adquirido el nivel de acontecimiento, en tanto marca una escalada en la polarización de esta sociedad, que no ha encontrado calma desde el Golpe de Estado Militar de 2009.

El caso ha pasado rápidamente a un juicio en la opinión publica (claro, para la derecha muy oportuno para manipular hacia el olvido de la desgracia en que está sumido el pueblo hondureño). Los medios de comunicación, no han dudado un instante en darle tinte político a todo, y hoy el joven Rigoberto Paredes Vélez (así se llama este muchacho de 28 años) ha sido marcado como un vil asesino por la feroz maquinaria manipuladora de los medios, mientras que otro sector lo ha elevado al carácter de héroe y ejemplo de valor y determinación.

Claro está, para los medios corporativos guiados por la inteligencia de siempre (no local), han procedido a involucrar al Partido Libertad y Refundación, LIBRE, como responsable del “odio” que existe en la “familia” hondureña. Incluso han llegado a marcar personas específicas como promotoras, como al propio Ex Presidente Manuel Zelaya Rosales, a dos periodistas reconocidos por su denuncias de la corrupción, y Gilberto Ríos Munguía, Secretario de Relaciones Internacionales del FNRP.

Irresponsablemente, han entrado en un camino que justifica la violencia y que seguramente nos lleva a pasos acelerados a un recrudecimiento de la violencia represiva, especialmente en un país donde tenemos ejército regular, policía militarizada y cuerpos paramilitares entrenados y dirigidos por los paracos colombianos de Álvaro Uribe Vélez.

Siempre ha sido claro que el que moviliza masas con el fin de manipularlas, juega con fuego, y se enfrenta a la posibilidad real de perder del control de las mismas. En Honduras las cosas han ido tomando rasgos distintos, mientras el gobierno de Juan Orlando Hernández, erróneamente convertido en el “objeto del deseo” indignado, se ha consolidado, lleva su agenda de forma implacable, y no ha cedido ni un milímetro desde que todo comenzó, obviamente los gringos quieren para él (al menos de momento) un futuro diferente al de Otto Pérez Molina.

Con la complicidad abierta de organismos internacionales como la tristemente célebre OEA, el gobierno hondureño juega al diálogo, con la arrogancia desproporcionada que proporciona la seguridad de controlarlo todo. Incluso escoge con quién dialogar, y, en los últimos tiempos, hasta ha amenazado con decidir qué indignados son buenos y qué indignados son malos, y, por supuesto, va a entrar en contacto con los buenos.

Es importante señalar, que la consolidación del gobierno autoritario y militarizado, nos indica que se están sembrando también las semillas para una fractura sistémica (no vamos aquí a pecar de ingenuos), pero hay muchos factores presentes en la derecha que ya dan atisbos de que la fortaleza de hoy puede ir degenerando en gran debilidad, pero no previsible en el corto plazo.

Si las grandes masas de hondureños que han expresado su frustración por la corrupción criminal, llegan a entender que han sido víctimas de una manipulación programada, y financiada desde el exterior; que la idea de ser apolíticos le conviene únicamente a aquellos a quienes repudian, y que la única forma de iniciar otro rumbo es asumiendo su papel colectivo como sujeto histórico, entonces todo habrá servido, y Honduras estaría más cerca de un mundo diferente.

Y aquí terminamos citando al presidente Salvador Allende “…la historia es nuestra y la escriben los pueblos…”


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