Del golpe de estado a la insurrección popular: 10 años de lucha | Blog | teleSUR
23 junio 2019
Del golpe de estado a la insurrección popular: 10 años de lucha

La semana que termina, nos propone un escenario bastante complejo en Honduras. Por un lado , el Jefe del Comando Sur, Craig Faller, aparece en el país, el viernes 21, en un momento de gran convulsión social y política. Su presencia muestra el descarado apoyo de los halcones de Washington al régimen más oprobioso, opresor y corrupto de todo el continente. Por demás está decir, que esa, nada casual, visita, está estrechamente vinculada con los planes de desestabilización del imperio contra nuestra región, la que, a todas luces, pinta para convertirse en un  nuevo “Medio Oriente”.

Del golpe de estado a la insurrección popular: 10 años de lucha

Naturalmente, la presencia de los militares norteamericanos, ni es nueva, ni sus intenciones son diferentes. Desde el comando sur se dio la orden a Vásquez Velásquez (General Golpista) para proceder a perpetrar el golpe de estado militar de junio de 2009. Fue por la base de Palmerola, donde hicieron escala los secuestradores del Presidente Constitucional, José Manuel Zelaya Rosales, antes de llevarlo a Costa Rica. Claro, la dirección de las Fuerzas Armadas de Honduras, desde ese tenebroso Southcom, es mucho más antigua, pero su participación en los acontecimientos de la última década, son signo inequívoco de un cambio en su doctrina hacia Honduras: ellos tomaron el mando aquel 28 de junio.

Con Faller, se envalentona el “Hitler local”, y desata una bestial represión, y comienzan campañas de intimidación contra muchos sectores. Digna de mención es la campaña explícita de la Policía Nacional contra el Canal de televisión UNE TV, misma que ha activado a cientos de bots en las redes, acusando al medio de terrorista. Los militares gringos, son, sin duda, herederos del fascismo hitleriano, y son los que dirigen un aparato de manipulación, que incluye equipos de expertos en propaganda, como el venezolano JJ Rendón.

No ha dudado Hernández en hablar de democracia, y decir que “LIBRE debe participar sin bombas molotov y sin encapuchados” en la política nacional. Igualmente, mantiene un ataque dirigido al expresidente Zelaya, al que acusa virtualmente de todos los males que el propio régimen ha causado. Lamentablemente, esa campaña (muy de Goebbels, repite las mismas mentiras diez años y se volverán verdad) ha afectado el juicio crítico de muchas personas, incluso a sectores de la izquierda que hoy padecen de “antimelismo crónico”, y llegan al punto de preferir cualquier cosa, incluso tolerar la dictadura, antes que a Mel.

El antimelismo, es la versión hondureña del antikirchnerismo en Argentina,  el antilulismo en Brasil, o el anticorreismo en el Ecuador. Es una variante del anticomunismo “clásico”, que centra sus ataques sobre los liderazgos más fuertes en nuestro continente. Como es lógico suponer, el otro Target, es el “mito de origen”, aquel evento histórico que da sentido de identidad a las personas, en nuestro caso el Golpe de Estado, o el gobierno del Poder Ciudadano, que lideró Zelaya, y que marcó la apertura de Honduras al ALBA, a Petrocaribe y a otras relaciones soberanas.

Entender el proceso de lucha en Honduras, es imposible sin ver el contenido de ese “antimelismo”, que, por extensión se convierte en “antimadurismo”, y “antiorteguismo”. Todo esto ha sido la implementación más grande de “domesticación forzosa” de vastos sectores de la sociedad hondureña. Sin embargo, la escalada insurreccional iniciada a finales de abril con las acciones de la Plataforma en Defensa de la Salud y la Educación, muestran la ineficacia de ese monumental despilfarro en tareas de enajenación del régimen. Además, quedan en evidencia dirigencias de movimientos sociales cada vez más distantes de sus bases, pero, sobre todo, sobrepasadas, arrolladas por las acciones de esas bases.

De ahí que veamos la construcción insurreccional en todo el país con mucha más fuerza cada día. Parece que la gente ha entendido que dialogar, creerle algo al régimen, es un absurdo monumental. Mientras tanto, las instituciones se fracturan, como nunca antes. El reciente levantamiento de un grupo policial de élite fue sometido mediante un acuerdo dudoso con el régimen, respaldado por ombudsman que no tiene idea de que son derechos humanos. Hasta ahora , no podemos precisar si el movimiento de los policías era únicamente por dinero, o si era genuinamente un alzamiento, lo cierto, es que ya provocó cambios importantes en la cúpula de ese órgano represor.

Por otra parte, la movilización obligada de empleados del gobierno y activistas de todo el país, luce como una medida irresponsable del régimen que obviamente busca una confrontación civil, imponiendo a sus seguidores la dura tarea de enfrentar un conflicto que no aceptan, y que a ellos no les brindará ningún beneficio adicional. La desmoralización entre estas personas es notable, aunque grupos de choque de Hernández cuasi lincharon a un estudiante de periodismo mientras filmaba su costoso y minúsculo acto de masas. Aún así, la idea de enfrentar a civiles entre sí, es un nuevo ingrediente, que muestra que el régimen está luchando por sobrevivir y está dispuesto a todo.

El proceso de organización en la lucha popular, aunque incipiente, es evidente, lo que nos hace pensar en que incluso si la coyuntura actual cede, las condiciones para que se repitan otras se mantienen y se agudizan, por lo que las coyunturas se multiplicaran cada vez más rápidamente, y  cada una de ella, es una escuela para todo el pueblo hondureño. Además, la determinación de Hernández de someter a sangre y fuego a la población, en lugar de buscar una ruta más inteligente, no deja dudas, de que estamos frente a un conflicto que se irá agravando cada vez más.

Hoy el golpismo de 2009, sostenido mediante engaños, violencia, fraudes electorales, e impunidad, sigue dirigiendo el país, pero no lo controla. Esa dirección se debe exclusivamente al apoyo de Estados Unidos, que a esta altura del siglo XXI ha adoptado una retórica claramente imperial; ya no se trata de aquellas peroratas hablando de democracia. Sus intereses económicos y estratégicos están al desnudo, su agresión criminal, declarada contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, nos muestra el verdadero rostro del monstruo.

El sostenimiento del golpismo hondureño es vital, porque es ese grupo de bandoleros él que marcó el punto de partida de la agresión a gran escala que hoy despliega el imperio en toda América Latina. No necesitan elecciones libres, menos aún les conviene una revolución en el corazón del continente, en su portaaviones de siempre.

La guerra ideológica será, por supuesto, factor determinante en la década que asoma. En eso, la visión anticomunista de las cosas de aquella población hondureña, ha quedado atrás, igual el mito del capitalismo como la panacea de las oportunidades, en el que todos podemos ser ricos si trabajamos duro.

En resumen,  el pueblo de Honduras,no deben olvidar nunca el Golpe de Estado Militar del 28 de junio de 2009; y la tarea de mantener esa parte de la memoria le corresponde a la militancia del Partido LIBRE. Olvidar equivale a conceder una ventaja definitiva al régimen dictatorial, que podríamos lamentar por décadas.

Ayer, en un grupo de chat, mostraron fotografías de muchísimas banderas del Partido Nacional, ultraderecha, tiradas en las calles por sus seguidores después del fallido acto de masas del gobierno. Alguien comentaba, que la militancia de LIBRE, conserva sus banderas, no las tira nunca a las calles. Alguien explicaba, es que para nosotros es símbolo de lucha y de orgullo nuestra bandera, para ellos es algo inservible, que es estorba, y que les será regalado de nuevo. Ahora es importante que estos compañeros y compañeras, entiendan que el Golpe de Estado es, igual que nuestra bandera, símbolo de lucha y resistencia. Que el gobierno del Poder Ciudadano, debe verse por su praxis política y no por lo hechos individuales, y que a Manuel Zelaya debe tenérsele como el líder de una lucha, cuya acción de revelarse contra el sistema, a pesar de su origen y consciencia de clase, lo convirtió de inmediato en el enemigo número uno las élites hondureñas y del imperio mismo.  Además, que su dirección política de los últimos diez años, nos ha servido para soportar el vendaval, y que sus posiciones han sido cada vez más consecuentes y resueltas al lado del pueblo hondureño.

Irónicamente, la victoria de nuestro pueblo, está indisolublemente vinculada a aquel 28 de junio de 2009. Vínculo que ya no se romperá jamás.

A diez años del Golpe de Estado, seguimos luchando por una sociedad nuestra, socialista, ese hecho por si solo, nos dice la dimensión de los cambios que vamos haciendo, y el tamaño de nuestro compromiso con nuestra patria.


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