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    El venidero 3 de julio, de estar entre nosotros, Cheo Feliciano arribaría a sus 88 años de existencia.

Tuvo la oportunidad de cantar en el Teresa Carreño con la primera edición de la Gala de boleros en homenaje a Felipe Pirela.

“Él tenía sus antecedentes musicales porque, aunque en su casa nadie era músico sus padres eran melómanos. Él me contaba que los fines de semana su papá colaboraba con su mamá en las faenas del hogar y se ponía a cantar boleros y música de la isla y su mamá le contestaba desde el cuarto. Cheo me contaba, y siempre lo declaró, que en ese contrapunteo estuvieron sus inicios y su inclinación musical”.

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Así lo relató Socorro Prieto León, sencillamente Cocó, el amor de vida de José Luis Feliciano Vega, Cheo Feliciano.

“Fue flechazo absoluto cuando nos conocimos. Nos conocimos y nos enamoramos. Yo tenía 15 años y él 19. Eso fue en 1954 y en Nueva York, ciudad a la que llegó con sus padres en 1952”.

Cheo había nacido en Ponce, Puerto Rico, el 3 de julio de 1935 en el seno de un hogar modesto y feliz. Su mamá lo inscribió para que estudiara música y algo de ese aprendizaje le serviría a posteriori en Nueva York, donde también se dedicó a estudiar percusión. Estaba decidido a trascender en el ámbito musical de la gran ciudad.

Cheo Feliciano y Socorro Prieto León. I Foto: SE

Dos años más tarde, luego de haber pasado por varias agrupaciones como percusionista, Cheo Feliciano pudo acercarse a Tito Rodríguez, logrando ser una especie de ayudante de su ídolo. Los músicos le dijeron a Tito que el joven Cheo cantaba muy bien y Tito lo quiso comprobar. En un arranque de apoyo una noche lo llamó y le pasó el micrófono para que cantara por él. El éxito fue tan inmediato que el joven ponceño hizo de tripas corazón para seguir cantando porque el público le pedía otra y otra y él no tenía repertorio; acudió a los temas que cantaban sus padres aquellos fines de semana de la infancia.

Al poco tiempo de ese debut con Tito Rodríguez, este se lo recomendó a Joe Cuba para su sexteto. “Te irá bien con él” y Gilberto Calderón aceptó la sugerencia y lo incorporó como voz a su agrupación, ocupando la vacante que había dejado el vocalista Willie Torres.

El Ratón

Socorro recuerda: “Nos casamos el día de su debut con el sexteto. No hubo Luna de Miel porque con maleta y todo me fui con él para su estreno a lo grande, como en efecto fue”. Era el 5 de octubre de 1957.

Fueron 10 los años que estuvo Cheo con Joe Cuba participando en 17 producciones discográficas. En 1967 se decidió a ser cantante solista, y un año más tarde lo encontramos como invitado de Eddie Palmieri en el álbum Champagne, donde el de Ponce se lució a lo grande con su interpretación de “Busca lo tuyo”.

Busca lo tuyo

Los días duros

Vendrían los días duros de la adicción de Cheo y el comienzo de un camino muy intenso para toda la familia, y en especial para Socorro, la esposa, a quien Cheo pidió una última oportunidad para salvar el amor… y la vida. Socorro, “Cocó”, estuvo con él en los momentos más difíciles, y no le soltó la mano. Fueron momentos ejemplares para la familia boricua que seguía atenta a Cheo y a esa historia de ternura y apoyo.

Él lo contó así: “Viví en la ciudad más brutal del mundo. El que vive en Nueva York queda graduado para vivir en cualquier parte del mundo. Inmigrantes del mundo entero vamos buscando progreso, pero la vida ahí es dura y muy joven estuve muy expuesto a las drogas. Si en esa época alguien que hubiese vivido esa experiencia me lo hubiese contado, jamás habría caído en la adicción. Fueron muchos los que cayeron en ella; unos murieron, otros fueron a la cárcel y otros sobrevivieron, incluido yo, pero después de tantos años de ese sufrimiento no puedo culpar a nadie, decidí cambiar mi vida porque le estaba haciendo daño a mis papás, a mi mujer, a mis hijitos, a mi carrera, hasta que un día dije: lo único es quitarme la vida ahora mismo o cambiarla. Pero decidí que no quería morirme porque tenía muchos compromisos. Me alejé de mi familia, de mi música, de mis amigos y me fui a Puerto Rico. Me interné tres años y tuve la dicha de unirme a un grupo de ex adictos en rehabilitación, sin otra fórmula que el deseo de cambiar y de ayudarse el uno al otro. Fuimos creando una filosofía y ese grupo de quince o veinte personas, se convirtió en la institución más importante en la lucha contra la adicción: los hogares Crea Internacional. Hoy están en muchos países y sólo en Puerto Rico hay 78”.

Foto: EFE

Fueron casi tres años para retornar a la vida (69-71). Lo logró con la ayuda de su esposa, de los hijos, de la familia toda, de su pueblo y de muchos amigos entre los cuales uno se dedicó a prepararle un regreso a la música de manera triunfal. Catalino Curet Alonso, el Tite Curet, se ocupó de componer temas para que Cheo los estrenara. Fue realmente significativo ese regreso con piezas como Anacaona, Franqueza cruel, Pa que afinquen, Mi triste problema, y Pienso en ti, del propio Cheo, entre otras.

Anacaona

La vida le depararía otras pruebas a la pareja de Cheo y Cocó, como el cáncer que lo aquejó y contra el cual batallaron ambos evitando su propagación, controlándolo.

Cocó estuvo cuidando constantemente de él hasta que llegó aquel día tan doloroso, contra el que no se pudo.

El final

Nada indicaba que así sería el 17 de abril, jueves santo del año 2014 en aquel hogar. Dos días antes, un eclipse lunar con Marte muy cerca de la Tierra parecía indicar desborde energético. Y en efecto, una seguidilla de terremotos en todas partes, de barcos naufragando, de aviones cayendo, de volcanes humeantes y de alienaciones alejadas hasta del sentido común daba cuenta de eso.

Así las cosas, llegó la madrugada de ese jueves santo de 2014, madrugada en la que muchos hacían el café para emprender la ruta del trajín diario. Nadie sabía que a las 4 de esa madrugada Cocó también estaba colando café, pero intranquila. Nadie conocía mejor al Cheo que ella, que dejó carrera y todo para seguir a aquel negro con sandunga, pero “sin mayor futuro” como le decían, visto desde los ojos de esa sociedad, entonces. Cocó presentía…

Luego a los salsómanos tempraneros, el café les comenzó a temblar en el pocillo, en la taza, como un sismo. No se daba crédito a lo que leía como noticia desde San Juan de Puerto Rico.

Cocó no pudo tomar su café. Cheo, su negro con sandunga, dejaba la vida en un poste. Muchísimos pensaban en ella, en la que pospuso su luna de miel para acompañar desde la iglesia a su marido hasta el local donde debutaría con Joe Cuba aquel 5 de octubre...  En ella, que luchaba sola contra aquella droga que comenzaba a arrebatarle a Cheo y a llevarle la felicidad. En ella, que estaba clarita en que más que la heroína era una sociedad alienada la que hacía su trabajo terrible de sustituir la sonrisa auténtica por la mueca del “estoy en onda, así lo hacen los demás” … Ella batallando contra el cáncer que se quería llevar a su esposo, ella, Socorro Prieto, Cocó, que le dio a su negro con sandunga la oportunidad del salvavidas cuando lo recibió nuevamente en San Juan y lo condujo al hogar donde Cheo se auto recluyó durante tres años para salvar vida y amor.

Por lo menos en Venezuela nunca se vio a Cheo Feliciano sin ella al lado, cuidándolo, vigilando los pasos, ordenando conciertos, sacando cuentas, complementando historias, dando medicinas, reprendiéndolo desde el amor más fantástico, de pasión y celos, de solidaridad infinita. Cocó, jodida como ninguna para cuidar y defender a su negro con sandunga. Cocó, a quien Cheo no pudo entregar el último suspiro…

Amada mía

Siempre tuvo agradecimiento a Venezuela. Tuvo la oportunidad de cantar en el Teresa Carreño con la primera edición de la Gala de boleros en Homenaje a Felipe Pirela y luego volvería para festejar sus 50 años musicales. Interpretó a compositores venezolanos como Chelique Sarabia e Ilan Chester, entre otros, además de su participación con la Rondalla Venezolana, de tanto éxito.

El venidero 3 de julio, de estar entre nosotros, arribaría a sus 88 años de existencia. No está él, pero está Cocó, la compañera fiel, la solidaria, la amante esposa, la amiga, y con seguridad el Caribe se volcará hacia ella, para agradecer…


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