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    Andrés Echeverría conjugó en su vida todo un proceso de cambios musicales y sin embargo la sencillez era una consigna en él. Así le vimos en Caracas.

El Niño Rivera falleció el 27 de enero de 1996 en La Habana, dejando un legado importante tanto en lo musical como en lo humano.

Aquella primera visita de Las Estrellas de Areito a Venezuela en 1981 no fue un hecho casual o de mera competencia con las Estrellas de Fania como se pretendió vender. Tampoco fue consecuencia de la producción musical Cubana pues en Cuba, como en Puerto Rico, República Dominicana, Colombia y Venezuela producción musical hay siempre, y buena.

Aquella visita fue culminación y producto de una acertada visión de personajes muy conocidos en el mundo de la producción de eventos al combinar su buen gusto, su amor a la música y sus ganas de ganar con ella. Entre ellos estaban Orlando Montiel, Alberto Quintero Y Rafael Fuentes junior, quienes se nuclearon a comienzos de la década de los ochenta en el sello discográfico “Íntegra”. A ellos debemos que en Venezuela sonaran y se presentaran El Son 14, Irakere y Las Estrellas de Areito, entre otros. El Sello Íntegra se convirtió en una mano salvadora para la música que se estaba haciendo en Cuba y que trataba de ser invisibilizada por todos los medios al alcance de los centros de poder.

Cuando las Estrellas de Areito llegaron a Caracas, aquello fue un gran revuelo. Luminarias de la talla del trompetista Jorge Varona, el trombonista Juan Pablo Torres, El Sonero Mayor Miguelito Cuní, el trompetista Félix Chapottín, el vocalista Tito Gómez, la sonera Teresa García, el Tresero Andrés Echeverría y el creador del Cha cha chá Enrique Jorrín iban a ser vistas y escuchadas directamente por los melómanos venezolanos. Y en efecto así fue en un concierto memorable acaecido en el Poliedro de Caracas teniendo como anfitrión de lujo al Sonero Clásico del Caribe.

Estrellas de Areito. (Al fondo el Niño Rivera)

 

Hubo una previa Rueda de Prensa igualmente memorable ya que se combinó con una suerte de conferencia dictada por el arquitecto Domingo Álvarez, personaje de alto valor cuando se habla de la música del Caribe.

Miguelito Cuní, Tito Gómez, Teresa García, Félix Chapottín y El Niño Rivera estaban como protagonistas en el escenario del Museo Audiovisual de Caracas. El arquitecto Álvarez hizo un serio intento por mostrar la historia del Son Montuno, y  los soneros hicieron acotaciones. Incluso el Niño Rivera dijo: “Aprovechen, que muchos de los que protagonizamos esa historia estamos aquí”.

En él precisamente nos detendremos.

Cuerda pinareña

Aunque Santiago de Cuba y el Oriente cubano en general se han afianzado como cuna del Son, cierto es que en el occidente cubano han germinado valores muy sólidos en la musicalidad. Miguelito Cuní, Pedro Junco y Pancho Amat entre ellos, y fue en Pinar del Río donde nació el 18 de abril de 1919 Andrés Echeverría, quien desde muy pequeño parece que incautó el Tres de su tío Nicomedes para proyectar lo que luego sería el arte que lo convirtió en Tresero Mayor de Cuba. De hecho en su familia había tocadores de tres, guitarra y mandolina.

A los 15 años se le puso pequeño el pueblo y se fue a La Habana donde fue a parar al mismísimo sexteto Boloña. En esas andanzas se tropezó con los cultores del movimento del Feeling gracias al guitarrista Ñico Rojas, quien reconoció en Echeverría a un filinero nato, adelantado, con su propio Feeling. Cesar Portillo de la Luz destacó la tremenda aptitud de arreglista (modernizador) que tenía Rivera y pone como ejemplo que el Tresero fue capaz de arreglar las piezas de Portillo y de José Antonio Méndez, además de darle otra sonoridad al famoso conjunto Casino. Es acá donde comienza la trascendencia del Niño Rivera.

Aportes Históricos

El movimiento del Feeling logró combinar la influencia estadounidense y el influjo de la Trova Madre o Tradicional en una nueva manera de hacer música en Cuba. Música intimista, apoyada en la guitarra y sobre todo en la forma de armonizar los temas. El musicólogo cubano Rosendo Ruiz indicó que en el Feeling la melodía era casi una consecuencia de la armonía. "Musicológicamente – señala Rosendo Ruiz- puede decirse que en las canciones del filin la melodía es consecuencia de la amplia gama de recursos técnicos que caracterizan a la trova tradicional (desarrollada por lo general en el marco de un tranquilo diatonismo) y aborda el impresionismo debussista, que llegaba pasando por el filtro de la música norteamericana. La canción, temáticamente, se hace íntima, llena de imágenes, poética. Más que cantarse, se expresa, se dice [...] dando libertad al intérprete".

¿Cuál fue la trascendencia del Niño Rivera en ese movimiento del Feeling? El Tres no era precisamente un instrumento para hacer acordes, para armonizar y sin embargo el Niño Rivera hizo escuela al lograr instrumentaciones que son antológicas para temas como los de José Antonio Méndez.

En ese movimiento filinero Rivera compartió con músicos como César Portillo de la Luz, José Antonio Méndez, Frank Emilio y Elena Burke, por citar a algunos.

Habla El Niño Rivera

 

Otras experimentaciones

La destreza en el Tres por parte del Niño Rivera no se quedó solo en el Feeling. Rivera fundó agrupaciones como El Niño Rivera y su Conjunto, el Sexteto Rey de Reyes y el Conjunto Modelo, y dirigió Las Estrellas de Chocolate para hacer otro trascendental aporte a la música cubana y del Caribe. Viniendo de la escuela del Feeling trasladó al Son Montuno el rico mundo de la armonización. Y más aún: Andrés Echeverría hizo en el Son Montuno los primeros arreglos para tres trompetas con independencia de voces en la armonía, en base precisamente a los recursos armónicos que había desarrollado con el Tres, instrumento más melódico que armónico. También escribió un concierto para Tres y Orquesta, único en su género.

Para tener una idea auditiva de lo que fue ese aporte bien vale escuchar cualquier tema del disco “Clásicos Sones de ayer” grabado en 1958 con temas de Bienvenido Julián Gutiérrez.

Convergencia

 

En ese álbum El Niño Rivera dirige un conjunto circunstancial en el que Miguelito Cuní es el cantante e interpreta su inmortal versión de “Convergencia”. Oído a los arreglos. Además en algunas instrumentaciones de Las Estrellas de Areito y hasta de Irakere se siente el influjo innovador que le inyectó El Niño Rivera al mundo del Son, complejo sonoro que debe mucho a Arsenio Rodríguez, a Lilí Martínez Griñán y al Niño Rivera. A Arsenio por innovar en la dotación instrumental (tumbadora incluida) y la ubicación de esa dotación de cara a la sonoridad, a Lilí Martínez por haber trasladado la dulzura de Chopin al son montuno y a Rivera por las instrumentaciones en base a la independencia armónica.

El Padre de la Armonía en el Tres cubano

 

Andrés Echeverría conjugó en su vida todo un proceso de cambios musicales y sin embargo la sencillez era una consigna en él. Así le vimos en Caracas.

El Niño Rivera falleció el 27 de enero de 1996 en La Habana, dejando un legado importante tanto en lo musical como en lo humano, quedando sembrado en el reconocimiento de su pueblo y de todo el Caribe, como padre de la armonización en el Tres… y mucho más.


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