121 Notas publicadas
Puestas sobre las “mesas de redacción”, las armas de guerra ideológica son instrumentos quirúrgicos preparados para desfigurar cotidianamente sobre (contra) la realidad.
Contamos con la resistencia histórica amasada por nuestros pueblos. Contamos con la dialéctica de las luchas que resguardan patrimonios e identidades bajo la fortaleza de la diversidad que nos une y de ahí emergen acciones científicas, tecnológicas, artísticas y poéticas de todo género, para asegurarnos rutas y agendas del corto, mediano y largo plazo. Contra las entrañas de los planes colonialistas germinan acciones revolucionarias legítimas con hechos de soberanía cultural y comunicacional. Un archipiélago inmenso de voluntades comunicacionales y culturales emancipadoras está entendiendo la necesidad de combatir la desorganización y surge un “sentido común” dispuesto a revolucionar el “sentido” incluso en plena disputa por el sentido.
Cuando “todo vale” en la comunicación electoral de propaganda al uso, desaparecen los límites de la enunciación para convertir el relato en canallada pura y dura. No hace falta ser feligrés del Papa para repudiar las agresiones “satánicas” de la ultraderecha.
Como hemos visto insufriblemente. Una “transformación” dispuesta a tocar paradigmas debe asegurarse de no ser travestismo, es decir, sólo cambio de ropajes en formas intocables. Y es de rigor ético explicar qué paradigmas serán transformados, de qué manera y en qué plazos cortos, medios y largos.
La concentración monopólica de tecnología es una amenaza contra las democracias.
Guadalupe Vázquez Luna es una mujer, madre y luchadora tsotsil, que sobrevivió a la masacre de Acteal. Nos educa el compendio enorme de sus cualidades humanas. Hace de la sencillez un arma de combate que rescata de inmediato, con una sabiduría concreta, lo mejor de la especie humana que es la capacidad de luchar, unidos, contra todas las vejaciones del capitalismo.
Por su tradición de lucha, sus logros en educación y cultura, sus enormes contribuciones humanistas, científicas y culturales, sorprende y duele que en Argentina prosperen las antípodas del espíritu nacional y popular que más los ha inspirado y movilizado.
La mediocridad del sistema es, al mismo tiempo, un arma de guerra ideológica que los pueblos padecen y resisten. La mediocridad del sistema se naturaliza con las metrallas de exageraciones que, incluso, se han inoculado en los pueblos victimados por hordas de exageraciones mediáticas.
Semiótica a las patadas con la realidad.
Algunas aventuras del colonialismo tecnológico