Rodolfo y Yenifer Martínez son productores de huevos de codorniz. Para esta pareja lo importante no es solo la ganancia, pues parte de su producción la donan a su comunidad.
El sonido, por momentos, es ensordecedor. Son más de 150 codornices ponedoras.
Rodolfo Martínez entra al local donde están las aves y nos dice: “Es un ambiente controlado”. Con suma delicadeza coloca el alimento en un tubo que está suspendido a lo largo de las jaulas. Pasaron apenas unos segundos y se ven las cabezas en fila de las codornices picoteando sin cesar.
Rodolfo nos muestra una incubadora artesanal. La fabricó cuando empezó este negocio empleando para ello una hilera de tergopol. Ahí colocó 30 huevos fértiles y nacieron 30 crías. Era el inicio de una buena racha en tiempos difíciles.
“Todo surge a raíz de una necesidad… Nos llevó a activar la imaginación y ver cómo buscar solución a diferentes problemas”. Y agrega: “En su momento hubo riesgo de que Venezuela iba a ser invadida; uno buscaba la manera de proyectarse, de planificar cómo se iba a atrincherar en un estilo de producción que permitiera mantenerse a la hora de un conflicto”, lo explica pausadamente.
Yenifer Martínez entra de pronto al criadero y se presenta: “Soy la esposa de Rodolfo”. Y dice: “Qué bueno que estén acá”.
Ella se encarga de la publicidad, maneja las redes sociales para la venta de los huevos de codorniz, lleva las cuentas y también ayuda en el cuidado del corral.
Y le cuenta a Telesur: “Nuestro camino no ha sido fácil; es como todo, hemos tenido tropiezos, caídas, pérdidas, pero la cuestión es tener perseverancia, luchar y no rendirse”.
Son animales dóciles, que ponen alrededor de 30 huevos al mes. Son más nutritivos que los de gallina y a la vez más caros. En algunos países los consideran una exquisitez, pero para esta pareja lo importante no es solo la ganancia pues parte de su producción la donan a su comunidad.