• Telesur Señal en Vivo
  • Telesur Solo Audio
  • facebook
  • twitter
  • Desde febrero, cientos de personas mantienen barricadas en barrios populares y se manifiestan contra el primer ministro.
    En Profundidad

    Desde febrero, cientos de personas mantienen barricadas en barrios populares y se manifiestan contra el primer ministro.

Con la renuncia del primer ministro Ariel Henry inicia un nuevo capítulo de la intervención colonial y una oportunidad para una propuesta libre de injerencias.

La dimisión del primer ministro de Haití, Ariel Henry, llega tras el pedido de la Cumbre de Jamaica, que reunió al secretario de Estado de Estados Unidos (EE.UU.), Antony Blinken, con líderes de la Comunidad del Caribe (Caricom), Francia, Canadá y Naciones Unidas.

LEA TAMBIÉN:

8M: la lucha de las mujeres palestinas

Previamente, Blinken había comunicado a Henry la necesidad de “acelerar la transición política”.

Esto, en momentos donde las pandillas se levantaban en armas contra todas las instituciones del Estado, llegando a liberar más de 3.500 reclusos de una cárcel de Puerto Príncipe, habiendo incendiado nueve comisarías y mantenía cerrado el aeropuerto internacional de la capital haitiana.

De hecho, Blinken fue quien propuso en Kingston, capital de Jamaica, “la creación de un consejo presidencial independiente, y de amplia base, y el despliegue de una Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad para atender la actual crisis de seguridad”.

En tanto, tras la salida del Henry, la vocería del Departamento de Estado presiona para la conformación de la nueva administración “suceda sin más demora”.

La premura se debe a que de ello depende el despliegue de una fuerza de intervención internacional. “Es perfectamente natural (que Kenia) quiera saber que hay un Gobierno que puede acogerlos y que puede solicitarles que desplieguen una misión”, expresó el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller.

Una historia que se repite

Hasta hace poco, la estrategia de Washington era apoyar la iniciativa del primer ministro en su plan de solicitar la intervención.

“No es ningún secreto, señor secretario, que Estados Unidos tendrá que desempeñar un papel muy crucial”, dijo el jefe de la diplomacia estadounidense en la cumbre con el Caricom de julio de 2023.

Sin embargo, la iniciativa encontró resistencia de las propias instituciones kenianas y Henry viajó a fines de febrero a Kingston para intentar destrabar la intervención sin éxito.

Desde entonces, Henry no puede ingresar a su país.

Manifestantes ocuparon las calles durante semanas para reclamar el fin del Gobierno ilegal e ilegítimo de Ariel Henry. I Foto: EFE

Para la comunicadora e integrante de la Asamblea de los Pueblos del Caribe, Maribel Núñez, “lo ocurrido va de la mano de ese tutelaje histórico que han impuesto las naciones colonialistas en Haití”.

Y señaló que el levantamiento de las bandas armadas introdujo un “cambio de escenario” a partir de “los ataques demenciales de las bandas paramilitares”.

El cambio de escenario al que se refiere es a la dilución de las protestas masivas de la población en exigencia de la renuncia del primer ministro de facto, que hasta entonces contaba con el respaldo de la “comunidad internacional”.

Sin embargo, la ola de violencia desarrollada por grupos paramilitares y la difusión a través de los medios de comunicación internacionales, sirvieron para justificar la necesidad de una intervención internacional.

“No son pandilleros, son paramilitares”

Para Núñez, las bandas armadas que controlan el 80 por ciento de la capital, fueron creadas y pertrechadas desde EE.UU. y son dirigidas desde allí, con el fin de controlar el levantamiento popular haitiano.

El surgimiento del fenómeno de las pandillas haitianas ocurre tras las “enormes movilizaciones que le dijeron 'no' a la política colonialista y neoliberal”.

“La respuesta imperial ante el envalentonamiento de este pueblo y su capacidadd enorme de ir para la calle fue la creación de las bandas, que comenzaron a colocarse con las tanquetas en las barriadas, para tener el control de la población de que no se movilizara”, expresa la comunicadora.

Un hombre llora tras el incendio realizado por pandillas de una comisaría en Puerto Príncipe al lado de un cadáver. Al menos una decena de instituciones policiales fueron atacadas en las últimas semanas. I Foto: EFE

En el mismo sentido, se manifestó el analista internacional y exbrigadista en Haití, Lautaro Rivara, quien indicó que el fenómeno de los grupos armados no fue espontáneo, sino que se indujo desde el exterior.

Rivara apuntó que al momento de los levantamientos de 2018-2019 “no existian tropas de intervención internacionales, las Fuerzas Armadas habían sido licenciadas y el Estado haitiano tenía una policía muy debilitada, con 7.000 efectivos poco entrenados”, en momentos donde decenas de miles de personas colmaban las calles de la capital.

“Justo empieza a saltar de casualidad la infiltración de paramilitares de Estados Unidos. Exmarines y en general contratistas que ingresaban con armas, chalecos, instrumentos militares”, resaltó el analista, “estaban entrando, no a combatir con ellos, sino a formar, entrenar y equipar a los grupos locales”.

A su vez, la mayoría del armamento a Haití que pertrecha a los grupos armados provienen de Florida, EE.UU., según un informe publicado en 2023 por la Oficina de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) contra la Droga y el Delito.

De hecho, hasta el estallido popular de 2018, los grupos eran pequeños, no estaban armados y “en apenas cinco años se pasó de una criminalidad baja, desarmada a tener mega federaciones de pandillas, supersofisticadas, armadas con un montón de guita”, apunta Rivara.

Para el profesor de Estudios Internacionales, Danny Shaw, ”todos estos pandilleros, no son pandilleros, son paramilitares. En las barricadas de los barrios populares hay una gran resistencia popular, pero las armas no están en el pueblo”.

“En esta situación, el pueblo se siente atrapado entre un Gobierno corrupto que corresponde a intereses extranjeros y esas entidades paramilitares que buscan quemar vecindarios completos”, acotó.

Un Ejecutivo ilegal

Henry lideraba el Gobierno de Haití desde  7 de julio de 2021, día en que fue asesinado el expresidente Jovenel Moïse. El magnicidio fue perpetrado por un grupo mercenario integrado por miembros que, además de la nacionalidad haitiana, tenían la de Chile, la de Colombia y la de EE.UU.

Henry debió convocar a elecciones de inmediato, ya que Moïse incumplió con la fecha estipulada en el año 2020. Sin embargo, pospuso hasta esta semana el abandono del poder.

La última postergación fue el pasado 7 de febrero, cuando se esperaba que cumpliese su promesa de abandonar el cargo. Sin embargo, Henry anunció que las elecciones serían convocadas para el 2025 y que, hasta entonces, continuaría en el poder.

La decisión fue la que desató la ola de protestas pacíficas que convocó al pueblo haitiano a las calles, pero estas movilizaciones quedaron en segundo plano ante la irrupción de la violencia armada que llegó a mantener bajo ataque el palacio presidencial.

Pese al rechazo, Henry se había mantenido en el poder por el apoyo recibido desde EE.UU., Naciones Unidas y la oligarquía local.

Para Shaw, la salida de Henry confirma el rol de EE.UU. en la situación haitiana y la capacidad de la nación norteamericana de poner o sacar un primer ministro. “Haití ha existido ya por varios siglos como una neocolonia gringa”, expresó el experto.

Protestas y barricadas tienen lugar en las barriadas populares de la capital haitiana en reclamo al cese de la injerencia extranjera y de Ariel Henry. I Foto: EFE

Los llamados a la intervención

El Consejo de Seguridad de la ONU dio luz verde en octubre pasado a una misión policial multinacional encabezada por Kenia, pero ese despliegue quedó estancado en los tribunales kenianos.

Haití ya fue intervenido y se desplegaron fuerzas comandadas por Francia, Canadá y Brasil, países mucho más relevantes políticamente y con fuerzas militares más importantes que las de Kenia y, sin embargo, fracasaron.

Fuerzas de seguridad haitíanas patrullan las calles de la capital. I Foto: EFE

A su vez, las tropas policiales kenianas desconocen el territorio, la cultura y las lenguas de Haití, y deberán enfrentarse a grupos fuertemente pertrechados.

“Hay una solución que se plantea como novedosa que ya ha fracasado una y otra y otra vez”, sentenció Rivara.

Para el abogado dominicano, Edy Muñoz, “Haití no necesita solamente militares, sino que es un pueblo que necesita educación, alimentación, servicio santuario, que en este momento no lo tiene. Para pacificar a un pueblo hambriento, sin educación y sin trabajo no basta con que envíe militares”.

“La decisión ahorita tiene que ser con los haitianos”

El vocero de la Federación de Asociaciones Civiles Haitianas en Venezuela, Bessiere Janvier, declaró a teleSUR que es Haití de donde debe emerger la solución a los problemas que atraviesa la nación. “Ahí mismo hay líderes que han demostrado que tienen voluntad, valor y conocimiento de la situación del país, y ellos pueden, en conjunto, buscar una solución y construir la transición en el propio Haití. La decisión ahorita tiene que ser con los haitianos”, señaló.

El activista social y político de origen haitiano, Patrick Mettelus, se manifestó en el mismo sentido al indicar que “la fuerza mayor siempre es la fuerza del pueblo. El pueblo está en la calle, va a seguir en la calle”.

En tanto, Núñez afirma que “todavía la última palabra no está dada, es momento de grandes decisiones y se van a ver los diferentes posicionamientos. Hay organizaciones que no van a transigir en la defensa de la soberanía. Hay organizaciones que van a defender su terrunio y su derecho a la libre determinación”.


Comentarios
0
Comentarios
Nota sin comentarios.