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    Desde que el mundo es mundo las comadronas, matronas, parteras y otras mujeres ya se acompañaban en los procesos de parto.

Hablar de parteras o comadronas tradicionales puede parecer, para algunos, algo anecdótico en un mundo cada vez más medicalizado y en el que la tecnología en el parto pretende ser la norma.

La partería…

Es capacidad y decisión de acompañar a otra mujer

Es canción y arrullo

Son los vínculos de amor que se dan alrededor de un fogón en la cocina

Son las hierbas ancestrales y sobadas poderosas

La partería no discrimina por color de piel o status social

La partería son los ojos del amor

Y la sabiduría…

Es también el humo del tabaco y la voz del alma

Las parteras lo han dado todo desde tiempos inmemorables

Menean el muchacho o a la muchacha con las manos de la luz

para que salga al mundo en plenitud

Ellas son la voz de la tierra y la danza de la luna

Conocen y sienten todo a su alrededor

Saben dónde está la marea , el río y las plantas

Son ellas, quienes cruzan largas distancias para atender LA VIDA

Pero la partería no sólo tiene cara de mujer,

Como el perfecto yin y yang, el hombre es el custodio

que abraza, complementa y alimenta

es él, quien también puede estrechar sus brazos

y así recibir al nuevo ser…

El contexto de un orígen

Hablar de la partería (abiertamente, sobre todo en Occidente) es hablar de un tema controversial, enigmático que lleva a muchas mujeres, padres, familias, a nadar en contracorriente, pero que más tarde resulta el respiro de una gran satisfacción familiar, y sobre todo para las mujeres, como individuas y madres.

Esta práctica, según numerosas investigaciones, se remonta al paleolítico (40.000 a.C.) donde las mujeres se apoyaban en sus propios conocimientos y habilidades adquiridas al observar a otros mamíferos para asistirse durante el proceso de parto, convirtiendose así en un proceso primitivo.

Durante un período que abarcó desde el 3.500 a.C. hasta el 300 a.C., tanto el antiguo Egipto como la civilización grecorromana presenciaron un gran avance en el desarrollo y reconocimiento de la partería como una profesión autónoma, científica y respetada. Sin embargo, a finales del 300 a.C., las actitudes sociales hacia las matronas experimentaron un cambio y la partería pasó a ser una profesión subordinada a la medicina, supervisada por hombres.

Detalle del mural “Historia de la Medicina en México” de Antonio González Orozco. I Foto: Esparta Palma

Durante la Inquisición se produjo un cambio drástico en la percepción de las mujeres que ejercían la partería, pasando de ser reconocidas como profesionales importantes a ser perseguidas y condenadas a muerte, por ser consideradas herejes o brujas.

Las culturas indígenas son las reinas del mambo en todo esto de la partería. En los pueblos originarios de todo el mundo se han practicado diversas tradiciones en torno al parto, la mayoría con una premisa espiritual, arraigada en la naturaleza y la herbolaria.

Durante siglos, en toda África, las matronas tradicionales y otros curanderos han desempeñado un papel fundamental en la medicina. Pero fue con la llegada de los europeos a Estados Unidos (EE.UU.) en el siglo XVII y la esclavitud de los africanos, que algunas mujeres africanas fueron también esclavizadas para convertirse en matronas. Estas matronas eran las principales responsables de brindar atención sanitaria durante los partos en las colonias, tanto a mujeres africanas como blancas. Sin embargo, a principios del siglo XIX, los médicos hombres entraron en escena y comenzaron a reemplazar a las matronas, introduciendo la obstetricia supervisada por hombres.

En China, las parteras o matronas han realizado esta práctica mediante la medicina tradicional bajo los principios qi, yin yang y w uxing durante miles de años. En tiempos pasados, las mujeres que ahora se les ha determinado como “analfabetas” llevaban a cabo la mayoría de estas prácticas en sus hogares y en comunidades pequeñas. Aunque la intervención de la mano masculina a través de la industria médica disminuyó y afectó esta práctica, actualmente aún se mantiene la partería como una práctica segura y necesaria.

Entendiendo las etimologías de la partería como práctica

‘Matrona’ :  surge de ‘mater’ (derivación de ‘matrix’ = de la madre), la voz ‘matrix-i-cis’ (matriz) que equivale al griego ‘jisterai’ (útero o matriz).

La palabra ‘obstetrix-icis’ proviene de ‘obstetrices’, y se refiere a las personas expertas que asistían al parto. El término de origen latino ‘ob stare’ recoge su significado en relación con la posición que ocupaba la mujer que asistía el parto: estar delante. La ‘obstetrice’ se colocaba delante de la parturienta para el nacimiento.

Ahora, la palabra comadre o comadrona proviene de la expresión latina ‘cum matre’, en su traducción sería “con la madre”.

Aclarar este panorama de contexto histórico y orígenes de las palabras manejadas en el mundo de las sabias que traen al mundo tantas vidas, permite trasladarse a una actualidad en donde se percibe con más frescura y verdad el hecho de la partería, claro que, no en lo absoluto, pero el tabú ya no es tanto, y las mujeres en este momento de la historia afortunadamente tienen la posibilidad y capacidad  de poder elegir dar a luz en casa, en el agua, en el mar, en una montaña, en fin… en donde el alma les pida, siempre y cuando sea seguro y bien estudiado.

Foto: Unfpa

Una práctica femenina desde su origen

Hasta bien avanzado el siglo XVII, el trabajo relacionado con los partos, las menstruaciones y otros aspectos íntimos de lo femenino, era realizado exclusivamente por mujeres. Los hombres no sólo estaban excluidos de este ámbito, sino que era prohibido por leyes, religión o cultura que tuvieran cualquier tipo de relación con estas cuestiones.

Además, no existía una formación oficial en este campo, ya que el conocimiento era transmitido de manera empírica de madres a hijas o de mujeres a otras mujeres, y aunque muchas fuentes de investigación digan que las matronas “no contaban con una base científica ni un espíritu investigador”, son ellas quienes han asumido un saber ancestral que antiguamente no era aceptado por un status quo (y actualmente sigue ocurriendo en muchos países) y que han dejado comprobado ante estadísticas que registran partos eficaces, el espíritu investigador profundo de la naturaleza humana que realizan las mujeres comadronas.

La introducción del obstetra varón en la partería marcó un cambio significativo en la evolución de esta práctica, transformándola de un hacer ancestral a una disciplina científica. Este cambio fue impulsado principalmente por la exclusión de las mujeres de las universidades y de las ciencias.

El aquí y el ahora de una partera

Desde que el mundo es mundo las comadronas, matronas, parteras y otras mujeres ya se acompañan en los procesos de parto, es un sentir y accionar innato, incluso antes de que aparecieran tantas investigaciones, aclaratorias, estudios minuciosos y especificación de términos (como los mencionados anteriormente), son muchas las referencias de parteras en culturas mundiales.

En Venezuela, Zenovia Lara, mejor conocida como “Yoya” es una partera que ha acompañado mujeres desde hace más de 30 años, un camino que comenzó pariendo a sus dos hijas en casa y hasta hoy ha sido la madrina de muchas y muchos niños. “Soy partera porque primero parí mis dos hijas en mi casa y en ese momento fui amando ese proceso en mí misma y me di cuenta que era una manera de servir y de ayudar que me encantó y me atrapó”, explicó.

La gineco obstetricia sin dudas que ha sido necesaria, sobre todo, por muchos casos en donde se corre riesgo de muerte para la madre o la criatura en gestación dada por muchos factores, pero también es una realidad la violencia obstétrica, la poca sensibilidad hacia los cuerpos de las mujeres y sus decisiones, hacia los neonatos e incluso a los progenitores. En muchos otros casos las mujeres corren con la suerte de encontrar en el camino de la gestación a obstetras con una visión más humana y natural de atender un control de embarazo y un parto humanizado, Yoya en su experiencia como madre, no tuvo presencia obstétrica en sus procesos de parto, pero en su trabajo y recorrido como partera ha podido atender a madres junto con obstetras que asumen esta forma médica desde una visión más humana y natural; desde la paciencia, amor y receptividad que amerita un cuerpo gestante en proceso de parto:

Y gracias a esa partera que fue mi partera, que era una mujer que vivía aquí en Mérida, Jazmín Kaiser, una francesa odontóloga, entré en ese mundo de la partería con mis partos en un momento en que la medicina alopática no me brindaba ninguna seguridad, porque fui a un médico ginecólogo que me mandó un poco de remedios que todos me decían -esto no puede ser usado durante su embarazo ni cuando se sospecha su existencia-  y entonces decidí buscar una alternativa que encontré aquí en Mérida, con un médico que fue mi médico y el médico de mis hijas durante muchos años, es mi amigo y se llama Ramón González, y fue a partir de allí que después parió una hermana que me dijo que quería parir conmigo y yo acepté y parimos juntas; hoy ese bebé tiene 30 años ya. La partería significa para mí el camino de mi vida y el camino de enfrentar también muchos retos bajo la dirección de una fuerza más poderosa de todas las fuerzas, que es la fuerza de la vida”, agregó.

Las presencia del padre creador

En la partería, así como en la vida, la influencia y presencia del padre, progenitor, creador, el 50 por ciento de la creación humana es imprescindible para el momento del alumbramiento, aunque muchas mujeres deciden o se ven en la obligación de estar solas en este momento, indudablemente es la presencia masculina la que también permite que dicho proceso se lleve a cabo en plenitud y éxito. “Todas las cosas se viven en relación y cuando parí mis hijas confié totalmente en mi compañero que me dijo que íbamos a parir en la casa y yo acepté tranquilamente sin cuestionarlo para nada. Y esa confianza total es parte de ese camino de la vida un camino de confianza total”, aclaró yoya.

Para Yoya, la historia de la partería es en raíz una historia de exclusión y de marginación hacia la fuerza y el poder de las mujeres, es una historia que no se termina porque las parteras siguen enfrentando la posibilidad de asumir la responsabilidad de su salud, su vida, más las de las parturientas y neonatos, con responsabilidad de un camino que las hace enfrentar el prejuicio a lo desconocido, pero es una situación de las que ellas se hacen cargo y que es parte de las conversas en las que se encuentran las parteras y las madres que quieren parir en su hogar. “¿Cuál es la posibilidad que tenemos de asumir los riesgos con valentía y con la fuerza de la vida y de la confianza?” … En esta pregunta inicia todo.

Para Zenovia, la partería es la confianza en el cuerpo, la confianza en la que están diseñadas todas las mujeres para dar a luz y que fue también de las primeras instrucciones que le transmitió su partera en el momento que parió a sus dos hijas. "Confianza y estar presente, no vivir en el pasado ni en el futuro, sólo estar presente, en la presencia del cuerpo y las emociones y entender que son pasajeras, que se transforman constantemente sobre todo en ese momento en que el cuerpo está en transformación profunda y que es un proceso que tiene que ver con todo, no solamente con la posibilidad de parir porque te das cuenta que también es dar a luz y dar a luz es la posibilidad de entregarte a lo desconocido, para que nazca lo nuevo y eso lo puedes hacer en cualquier momento de tu vida”, dijo.

¿Qué implica un parto acompañado y respetado?

La responsabilidad de crear y traer la vida a la tierra es gigante. Yoya explica que el proceso de parir implica un espacio de comunicación abierta, real, total en el que la partera está disponible totalmente para que la mamá le cuente sus historias, sus cuentos, sus miedos y es un proceso de acompañar. “¿Cómo puedes estar presente para la otra persona y guiarla para la invocación de esa presencia? Eso es un parto, se vive totalmente, ya sea que salga como una quiere o no, pero es un proceso que además te hace volverse familia, familia del alma, familia del corazón, porque esa mamá sabe que tú estás ahí para ella y una sabe que esa familia está ahí para una también”, aclaró.

Foto: Zenovia Lara

Aunque a veces las expectativas de alumbramiento no se lleven a cabo como se planifican y el proceso implique movimiento hacia el hospital, cesáreas o maneras de venir al mundo de esos seres que una no las puede dirigir, una sólo las puede acompañar, entonces lo que más recato de ese proceso es que una aprende que ese acompañamiento es real, una aprende a acompañar y a dejarse acompañar también”, dijo.

Un mundo actual lleno de posibilidades

El mundo ha avanzado y en esa constante evolución, en muchos países existen ahora espacios de formación para que las mujeres puedan estudiar la partería. Pues esta práctica ahora no sólo se basa en ayudar a las mujeres a parir, también pueden brindar información y servicios generales de salud sexual y reproductiva, para la planificación familiar, tienen la capacidad de realizar exámenes de detección de cáncer cervical y de mama, bajo autorización de los países en los que viven pueden prestar atención obstétrica básica de emergencia y, en contextos de crisis humanitarias, pueden ayudar a implementar el Paquete de Servicios Iniciales Mínimos para servicios de atención de salud reproductiva.

Actualmente, las parteras son una pieza clave en la promoción de la salud en sus comunidades, ya que ofrecen información y servicios completos de salud sexual y reproductiva. Al formar parte de su comunidad, pueden brindar una atención culturalmente sensible que tiene mayores posibilidades de generar un impacto duradero.

Además de brindar información y asesoramiento, las parteras desempeñan un papel crucial en la promoción de los derechos de las mujeres y las niñas. Su intervención va más allá al prevenir la mutilación genital femenina, como también ofrecen apoyo y asistencia a las víctimas de violencia de género. Es importante destacar que las parteras también brindan servicios de salud reproductiva a las adolescentes, quienes a menudo son excluidas de estos recursos, lo cual tiene graves consecuencias para su salud y sus derechos.

En aquellos países en desarrollo donde se provee a las parteras de formación y apoyo adecuados, estas se convierten en la opción más eficiente y culturalmente sensible para alcanzar la atención médica universal. No obstante, su presencia se ve restringida en muchos de otros países, y la escasez es aún mayor en aquellas regiones donde su ayuda es más necesaria.

La partería, estudios y reconocimientos a nivel institucional

Según un informe actualizado el 4 de mayo de 2023 por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa):

El Unfpa y 30 asociados publicaron en 2011 el primer informe titulado El Estado de las Parteras en el Mundo, con datos de 58 países en desarrollo. El informe solicitaba iniciativas audaces de los Gobiernos, organismos de reglamentación, instituciones de formación y otras partes para ampliar la inversión en servicios de partería. El segundo Estado de las Parteras en el Mundo se publicó en junio de 2014, ofreció datos de 73 países de ingresos bajos y medianos y puso de relieve la grave escasez de parteras en los lugares donde más se necesitan. En mayo de 2021, el Unfpa y sus asociados publicaron la tercera edición del informe sobre el Estado de la Partería en el Mundo, con una serie de nuevas conclusiones, entre ellas la falta actual de 900.000 parteras”.

La partería, sus conocimientos, habilidades y prácticas fue declarada el 6 de diciembre como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Cuando una decide este oficio, una se da cuenta que muchas veces no vas a tener el reconocimiento que merece la situación. Siendo partera también he visto que todo puede ser una gran duda o es una gran alegría, entonces no me enfoco en esos estados de ánimo que dependen de lo que suceda en el parto sino que mi posición o la posición de la partera está intacta, sea como sea lo que pase. Para nosotras no es una casualidad que se reconozca a nivel institucional, hay gente que ha hecho un trabajo, un camino para ese reconocimiento, para el reconocimiento de la sabiduría de las mujeres y de mujeres que han sido también excluidas, mujeres negras, mujeres indias, entonces quizás es un paso para devolver ese conocimiento desde un espacio en que la validez de reconocimiento se toma en cuenta, pero aunque ese reconocimiento por la Unesco no estuviera, nosotras íbamos a seguir siendo las acompañantes, las confiadas, las osadas, las abuelas, las familias, las mayoras, que en el momento de parto también se hacen presente esa fuerza maternal de los hombres, esa fuerza del amor… Es un paso que haya ese reconocimiento, pero si no lo hubiera, nosotras íbamos a seguir siendo parteras… y por cierto, viva Palestina libre, ALTO AL GENOCIDIO”, finalizó Yoya.


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