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    Los humidores subastados en este Festival, representaron un homenaje a las marcas de habanos mundialmente reconocidas, Cohíba, H.Upmann, Romeo y Julieta, Hoyo de Monterrey, Partagás, Montecristo, y Trinidad.

A pesar de la fama de los puros cubanos, se les impide llegar libremente hasta la preferencia de los ciudadanos norteamericanos, como también sucede con otros productos cubanos de alta demanda. 

Dos mil 900 asistentes de 108 naciones, entre fumadores, productores y profesionales del sector, acudieron al 24 Festival del Habano en Cuba, del 26 de febrero al 1 de marzo de 2024.

Esta es la convocatoria internacional más importante, relacionada con los puros Premium o tabacos hechos a mano, desde donde la Corporación Habanos S.A. comercializa 27 marcas reconocidas y amparadas por la Denominación de Origen Protegida (D.O.P.). 

Los humidores subastados en este Festival, representaron un homenaje a las marcas de habanos mundialmente reconocidas, Cohíba, H.Upmann, Romeo y Julieta, Hoyo de Monterrey, Partagás, Montecristo, y Trinidad. Gracias a la generosidad de los participantes, se logró una recaudación récord de 17,8 millones de euros, destinados al sistema de Salud Pública de la isla antillana.

Productos cubanos de alta demanda

Una bocanada en la memoria de personalidades históricas, como Abraham Lincoln, Orson Welles, Winston Churchill, Napoleón Bonaparte, Sigmund Freud, y Enrico Caruso, por citar algunas, precede la fama de los puros cubanos, a los que se les impide llegar libremente hasta la preferencia de los ciudadanos norteamericanos, como también sucede con otros productos cubanos de alta demanda. 

También en este 2024, las autoridades de Estados Unidos advierten a los viajeros que ingresan a su nación, está prohibida la importación de tabaco y bebidas alcohólicas procedentes de Cuba. A los que se atreven a llegar a la mayor isla antillana, le son confiscados los que llevan para su propio consumo. Al menos de forma legal, privan a los norteamericanos del placer de saborear un producto único. 

También a las casas comercializadoras de tabaco cubano, distribuidas por todos los continentes, le cierran las puertas para negociar con Estados Unidos. Se trata del Bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos contra Cuba desde hace más de 60 años, renovado y actualizado, incluso en los duros años de la Pandemia, con el impedimento de adquirir a 90 millas de Cuba, insumos médicos imprescindibles.

De no existir esa medida, el natural comercio entre Cuba y Estados Unidos hubiese transitado normalmente. Así la isla podría mercadear millones de unidades de las reconocidas vitolas de Habanos y los norteamericanos seguirán siendo los mayores consumidores de tabaco cubano en el mundo, con una presencia mayor que antes de 1959. 

Por lo apreciado, el bloqueo funciona en dos direcciones. Observemos los costos de operación comercial para Cuba y los que el Gobierno estadounidense impone a sus nacionales. Los amantes del tabaco cubano, tienen que ir fuera de sus fronteras para poder adquirirlos y degustarlos.

La calidad se impone

La campaña tabacalera terminó a finales de febrero pasado, con más de 14.000 hectáreas sembradas, de cuyo provecho, se obtendrán unas 20 000 toneladas de tabaco  para los planes de torcido de la industria cubana.

En la occidental  provincia de Pinar del Río, sembraron 10.200 hectáreas de tabaco, con un rendimiento estimado en 1,37 o 1,4 toneladas por hectárea. “Pinar del Río aporta más del 70% de la actividad tabacalera cubana. Cuenta con 11 empresas destinadas a ese fin, una en cada municipio”, refirió Luis Enrique Blanco Martínez, director agrícola del grupo Tabacuba. Igualmente se enorgulleció de que, durante el 24 Festival del Habano, fueron visitadas las unidades empresariales de los fértiles cultivos del municipio, San Juan y Martínez.

 

A los iniciados, puede causar confusión la gran variedad de marcas y vitolas de habanos cubanos, a la hora de adquirirlos. Los expertos recomiendan dos vitolas o tamaños de tabaco ideales: la Corona (142 mm de largo x 16,67 mm de diámetro, cepo 42) y la Mareva (129 mm de largo x 16,67 mm de diámetro, cepo 42).

Cuba va con su tabaco hasta los cinco continentes, porque la demanda aumenta en más de 150 países. La amenaza del cáncer y demás enfermedades pulmonares, así como el consumo de cigarrillos, a los que le agregan una enorme cantidad de aditivos para mejorar su sabor, se confrontan con el irresistible aroma de un buen habano, incluso para quienes por válidas razones, se niegan a fumar.

Recordemos que en la vida de costumbres tribales en la América precolombina, fumar tabaco fue una tradición ceremonial, religiosa y medicinal, uso extendido rápidamente al resto de Europa, tras ser llevada a España por Cristóbal Colón (1451-1506).

 

Apegado al ritual del fumador de tabaco, ha estado el deseo de obtener el clímax en lo más profundo de sus sentidos, por lo que para los artistas ha sido un lugar común a través de la historia. Algunos, como el dramaturgo francés Moliére, lo defendieron a ultranza: "Digan lo que digan Aristóteles y toda la filosofía, no hay nada comparable al tabaco (...) Quien vive sin tabaco no merece vivir".

Ernest Hemingway, lo fumaba preferentemente en pipas grandes. A ello le agregaba el ritual de fundir la picadura con sus propios dedos y entre bocanadas, captaba el “alma” y las reminiscencias del tiempo de cada personaje literario.

El padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, jamás abandonó su afición a los puros: "No he vuelto a tener nada tan cálido entre los labios. Fumar es indispensable si no se tiene a nadie a quien besar". 

Así encontraban razones para compartir los Habanos, con las bebidas y la meditación. Las narraciones de célebres escritores, lo confirman: Máximo Gorki, Alexandre Dumas, Gustave Flaubert, Jean Genet… André Gide, Ramón Gómez de la Serna, Jorge Guillén, Dashiell Hammett, Henry James, James Joyce y Rudyard Kipling y Patricia Highsmith, quien desvelaba el suspense de sus tramas, entre anillas de humo.

Otros “maridaban” algunos alimentos y vinos jóvenes, con Habanos de suave a medio sabor. "Un día sin tabaco sería para mí el colmo del aburrimiento, sería un día absolutamente vacío y sin alicientes (…)". Afirmaba el laureado con el Premio Nobel en 1929, Thomas Mann.

Hubo políticos amantes del arte de fumar Habanos. Winston Churchill, el primer ministro de Gran Bretaña entre 1940 y 1945, elogió el hecho de llevar "una parte de Cuba en los labios". Su pasión, la incorporó a su personalidad y no son pocos los testimonios gráficos que lo reflejan con un tabaco en su mano izquierda y un bastón en la derecha.

Algunas teorías científicas también estuvieron precedidas por el humo de los puros de tierra cubana, citamos al científico norteamericano Thomas Alva Edison y al físico alemán de origen judío, Albert Einstein, quienes manifestaban tal afición.

El humo ha poblado las imaginerías de pintores como Pablo Picasso, Pierre-Auguste Renoir y Edouard Monet. Vicent Van Gogh fumaba tabaco fuerte; lo hizo en las pipas que le regalaba su hermano Thèo, incluso antes de morir.

Infinita es la lista de actores famosos, habituados al consumo de tabaco: Groucho Marx, Robert De Niro, Jean Paul Belmondo o Arnold Schwarzenegger, quienes fumaban el “puro cubano” entre actos de las filmaciones. Gerard Depardieu prefirió el tabaco Partagás y la buena mesa.

El universal escritor cubano, José Lezama Lima, Clarice Lispector, Antonio Machado, José Ortega y Gasset. Carson McCullers, Juan Marsé, Henry Miller, Juan Carlos Onetti y Cesare Pavese. No siempre, y no todos, disponían de destilados elegantes para acompañarlos, como  cognacs, algo de brandys o los orujos amigables al Habano de medio a fuerte sabores. Aunque no desconocieron la magnífica relación con los alcoholes refinados; por citar a algunos enérgicos: los rones añejados, whiskys, el armagnac, marc, la grappa o el tequila.

Fumadores de tabacos, también fueron los literatos Jean Paul Sartre, Octavio Paz, Juan Rulfo, Benito Pérez Galdós, Fernando Pessoa, Oscar Wilde, Emile Zola... Arthur Rimbaud, Julio Verne, Andres Rivera, Bertrand Russell, Pedro Salinas, George Sand, Georges Simenon, William Somerset Maugham… Osvaldo Soriano, Robert Louis Stevenson, Italo Svevo, John R.R. Tolkien o Susan Sontag.

"Sólo fumar uno al día", recomendaba mientras aparecía en reuniones con un Habano extra largo. Ese fue Ernesto Guevara, revolucionario argentino, escritor, asmático y médico. En ese hábito lo emuló el Comandante Fidel Castro, quien acompañó su lucha en la Sierra Maestra, con el sabor del tabaco. Entró a la Revolución, como fumador empedernido. Sin embargo, en 1985, lideró una campaña contra el tabaquismo y dejó de fumar. “Yo mismo me impuse terminar con el tabaco. Renunciar a ese hábito me pareció un sacrificio necesario en pro de la salud del pueblo”.

 

En la sobremesa cubana, el campesino más humilde tiene arraigado el hábito de combinar el tabaco, con ron y café. En otra mesa, algún otro refinado fumador sabe que el chocolate hace perfecta empatía con los Habanos. Todos son sabores que se distinguen y armonizan en su encuentro.

Quienes participan de estos eventos internacionales para fumadores de tabaco cubano, como en las casas comercializadoras por el mundo, conocen a los habano sommeliers; ellos completan la cultura gastronómica en todo el universo de la sobremesa. Sugieren Habanos, bebidas e infusiones, acordes con la comida efectuada. Saben del ciclo agrícola e industrial del tabaco, cultivado y recolectado, curado y beneficiado, torcido y anillado. Por eso proponen el toque final, para ser fumado.

 

Ron y Habanos, han amenizado muchos encuentros de las féminas. Es común ver a una mujer cubana que lee o conversa, mientras fuma un puro en las calles de La Habana y dentro de los centros de procesamiento del tabaco. 

La figura icónica del lector de tabaquería, inició en el establecimiento habanero El Fígaro, el 21 de diciembre de 1865; aunque desde antes, se le veía en las casas cubanas. Esas lecturas en comunidad, en los talleres de tabaquerías, igualmente fueron consideradas por los sucesivos gobiernos de turno, prerrevolucionarios, como una excusa para el libre pensamiento y la propaganda de ideales independentistas.

La música cubana no se agota, como tampoco la tradición de fumar tabaco. Tantas veces vimos a nuestras abuelas negras, aborígenes y mestizas, exhalar suspiros al cielo, con el humo desde la ventana. 

Gracias a las desafiantes mujeres de nuestras vidas, presenciamos la desmitificación de que las féminas no fuman o beben ron. Por aquello del prejuicio entre otras razones, otras toman exclusivamente bebidas dulces y no fuman tabaco, privándose de experimentar lo que algunas definen como un deleite liberador. Para gustos…  

En Cuba, la destreza femenina predomina en las labores de escogida, beneficio y despalillo. Ellas son hábiles torcedoras, expertas en el detalle del anillado y hasta el embalaje de los Habanos.

Por ejemplo, en la provincia oriental de Holguín, manos femeninas tienen el peso de la fabricación de tabacos, con un aporte fundamental para la captación de divisas para la economía nacional. En total, las mujeres representan más del 70 % de los contratados para este propósito en toda Cuba; son reconocidas como las más destacadas y con mejores resultados de la actividad tabacalera en el país.

Aunque fumar tabaco en público, era considerado cosa de hombres, en el mundo actual algunas no dudan en acompañar su cotidianidad, con el Habano cubano. Citamos a actrices de la talla de Demi Moore y Whoopi Goldberg, por ejemplo. En 2016, durante la visita de las conocidas hermanas Kardashian a La Habana, no faltaron las fotografías fumando Cohíba. 

"Si trabajo igual, ¿por qué no puedo darme los mismos gustos y disfrutar de los mismos placeres?", dice una emigrada cubana, que lleva el sabor de su país natal, aunque vive en otra latitud. Cada vez son más las mujeres que se animan al hábito milenario y a compartirlo en salidas grupales, por separado de los hombres. Otras asisten a estos sitios para fumadores, con sus parejas o solas, siempre como un ejercicio de relajación merecida.

En varios países del mundo, el hecho de fumar tabaco cubano en sociedad, se fue convirtiendo en “un rito de etiqueta". Por lo que existen personas que compran un tubo de aluminio, lo portan en el bolsillo, sólo para mostrar el Cohíba, aun cuando lo adquiera para regalarlo a un amigo. 

En cualquier caso, siempre será una fascinante aventura olfativa y gustativa. Dicen que cuando vaya a escogerlo, el tabaco debe tener -en primer lugar- un aroma que le guste y alcanzar ligeramente el olor a cedro, por efecto del almacenamiento. Los expertos señalan, que la capa debe ser de un color uniforme, sin rasgados o protuberancias excesivas. 

Se debe verificar el anillado correcto, sin roturas. Al palparlo, no debe estar flácido; tampoco demasiado duro. No disfrutará fumar un puro suave, después de uno fuerte, porque el habano se intensifica a medida que se fuma. 

Es “la ligada” interior la que da fortaleza al tabaco. Por su parte, la capa otorga aroma y sabor;  mientras más oscuras, más aromáticas y dulzonas. Tampoco se debe creer que los habanos más gruesos arden menos, al contrario, son de sabores intensos. Para favorecer la combustión, de preferencia los de calibre largo, porque no contienen hojas de tabaco ligero y el nivel de nicotina es más bajo.

Sea Cohíba, Montecristo, Romeo y Julieta, Partagás, Hoyo de Monterrey, H. Upmann, e incluso otras como Cuaba. Trinidad, Punch, Bolívar o la marca Quai D’Orsay, que en este 2024 celebra los 50 años desde su creación; todos agregan prestigio a la lista de una amplia gama de exclusividades y confirman la variedad y calidad de la industria tabacalera cubana. 

Fumar el tabaco de esta tierra, aporta una relación íntima con uno mismo, aunque el gustazo, pudiera resultar caro o un desafío al imperialismo yanqui.

 


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