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  • Nació el 9 de mayo de 1946 en Lavello, población ubicada al norte de la sureña provincia de Potenza, sin mar en el horizonte. Tal vez por eso, y luego de recorrer otros lares, ancló en el mar de Cumaná en 1979.
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    Nació el 9 de mayo de 1946 en Lavello, población ubicada al norte de la sureña provincia de Potenza, sin mar en el horizonte. Tal vez por eso, y luego de recorrer otros lares, ancló en el mar de Cumaná en 1979.

De tanto conversar con él la interrogante se hace eterna. ¿Estamos en presencia de un italiano en Venezuela, o de un venezolano que decidió permanecer en el itálico por honra de su inicial formación?

A este fotógrafo no le gusta el término folclore. Prefiere hablar de cultura viva. Frente al centro comercial, prefiere el mercado, porque se parece más a la vida. Le angustia que se deseche la memoria. Por eso fotografía y lucha…

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De tanto mirarlo con su cámara se termina mimetizado en ella con el empeño del dueño de esas lentes.

De tanto observar su mirada que escudriña cualquiera se da cuenta de que detrás del escrutinio avizor hay una intencionalidad que rebasa a la fotografía misma.

Juan Jiménez, el cantador oriental.
Juan Jiménez, el cantador oriental. I Foto: Rafael Salvatore

De tanto conversar con él la interrogante se hace eterna. ¿Estamos en presencia de un italiano en Venezuela, o de un venezolano que decidió permanecer en el itálico por honra de su inicial formación?

Todos los caminos apuntan a Rafael Salvatore, porque en esos caminos está una parte venezolana que bien merece conservarse para no sucumbir en el olvido. Y Salvatore es una memoria que camina, una piedra en el camino de la desmemoria, un problema para quienes borran evidencias de pueblo y una salvación para la Venezuela patrimonial y angustiada.

Y de golpe la conversa

No era una entrevista. Era una consulta a propósito de un viaje a Cuba en el que topamos con la historia y tradición del oficio de barbero andando por la Habana Vieja, nueva de hallazgos. Salvatore era el personaje a buscar para fijar opiniones. ¿Qué no ha fotografiado Salvatore cuando de patrimonios se trata?

Hernán Marín

Cuando se logró comunicación con él Rafael Salvatore estaba metido en el rodaje de una película, pero “tranquila, dame un chance y nos vemos mañana”. Y mañana: “Tranquila que mañana sí nos vemos”.

Rafael Salvatore entonces nos descubre la otra cara de la fotografía que hace, el alma de la imagen, la conciencia del hecho, la angustia de quien se planta ante algo que sabe en agonía. Es un profesional muy solicitado cuando se trata de la Foto Fija para el cine, uno de los pilares de su fama tanto en Venezuela como en otros lugares del mundo. Pero buscamos sus palabras porque es tal vez el fotógrafo en Venezuela que más haya retratado en profundidad la Diversidad Cultural del país caribeño y suramericano.

“Fotografío muchos detalles moribundos, abandonados a la buena de Dios por la modernidad, detalles de algo que sé que va a morir, que fue tradición viva, cultura viva”…

María Rodríguez

De mediana estatura, y contextura más bien frágil, rebeldes cabellos al viento salidos de una fotografía en blanco y negro, surcos como de margariteño añejo en la frente, inquietud perenne y comunicación fluida ya sea oral o gestual, Rafael Salvatore comienza a hacerle click a sus conceptos:

“La ciudad va marginando los oficios, oficios necesarios, oficios que dan vida, que no son negocio, oficios que el urbanismo va marginando como si se sintiera afeado con ellos. ¿No ves los limpiabotas? No los ves: los ocultan, no los dejan estar, los marginan para que el decorado se vea bien”…

Rafael Salvatore
Callejón de los peluqueros en La Habana. I Foto: Rafael Salvatore

Es cierto. Difícil pensar en escuchar (salvo en evocación) el ‘limpiopulío’ inmortalizado por el escritor venezolano José Rafael Pocaterra para Panchito Mandefuá, el limpiabotas que cenó con el Niño Dios. Ya es recuerdo incluso aquellas sillas altas y elegantes que pusieron en un tiempo a los lustradores de calzado en Sabana Grande. “Hasta ellas fueron eliminadas”…

“En la visión de ciudad ‘decente y limpia’ no aparecen los oficios; los ubican donde el ojo no llegue. Es una desaparición forzosa. Lo mismo pasa con los artesanos… Es el desarrollo… Y en verdad no creo que sea un gran plan sino algo determinado por las circunstancias”…

Lilia Vera

Son las circunstancias, pero ¿Quién las determina?

“Recuerdo los centros comerciales de hace pocos años. Eran centros que aglutinaban locales donde uno iba a comprar. Ahora son centros de vida social donde muchos incluso no compran nada, pero ven, se dejan ver. Yo prefiero el mercado, porque el mercado se parece más a la vida”

No escapa a la observación de Salvatore el oficio nuevo y ambulante determinado también por las circunstancias… “Hay vendedores tecnológicos en todas partes, vendedores en la autopista, alquiladores de teléfonos; no es el mismo pregón, es una urgencia, es un negocio de la llamada evolución” y sentencia: “Así como sacamos las haciendas del valle de Caracas, así sacamos los oficios que pintaban su vida”. Y queda claro que este fotógrafo prefiere los pueblos a las ciudades, la cultura viva a una modernidad sin pertenencia...

José Humberto Castillo
José Humberto Castillo, el Caimán de Sanare. I Foto: Rafael Salvatore

Nacido de oficio

Si de oficios se trata, Rafael Salvatore es ejemplo vivo de ellos. Nació gracias al accionar diligente de una partera, y tuvo también una madre de leche, de las que amamantan al hijo, no importa si es ajeno.

Eso no es todo. Su padre fue barbero. Tal vez por ello Rafael Salvatore no acepta que nadie le ponga la mano en la cabeza: Él se corta sus cabellos cuando siente que es necesario. Y parece que no es necesario siempre.

Nació el 9 de mayo de 1946 en Lavello, población ubicada al norte de la sureña provincia de Potenza, sin mar en el horizonte. Tal vez por eso, y luego de recorrer otros lares, ancló en el mar de Cumaná en 1979.

En ese azul oriental de Cruz Salmerón Acosta Salvatore conocería a quien le transmitió su angustia.

“Fue en Cumaná donde conocí a Benito (Irady) y a través de él comencé a ver lo otro, lo necesario, lo urgente en un país que estaba desechando la memoria. Me daba cuenta de que había un sector que quería ser otra cosa, que no se sentía cómodo con lo que era, con lo que se había construido, un sector que no se asumía”…

Homenaje a Juan Jiménez

Como en la máxima africana, Salvatore sentencia: “Si un pueblo no tiene memoria, se extravía. Si trata de ser otro, el que no es, también se perderá”.

Impronta familiar

Reconoce Rafael Salvatore que tal vez no hubiera podido asumir esa visión de preservación de lo auténtico si no hubiera tenido la formación familiar que tuvo.

“En casa siempre se cuidó todo y en casa siempre se trabajó en función del colectivo. Recuerdo que en mi infancia, dentro del hogar cumplí el oficio de limpiar zapatos. Mamá recogía los zapatos de todos, de mi padre, de ella, de mis hermanos, y los ponía en un sitio. Entonces yo les limpiaba el sucio, los embetunaba y los pulía. Así todos los zapatos en casa estaban limpios, no solo los míos. La ropa se cuidaba pues nos daba un servicio. Hicimos hábito de cuido y por eso lucho contra el deshábito. Por eso me gusta el oficio, por eso me gusta conservar, sobre todo la memoria, por eso hago fotografías en las que se vea cómo fuimos. Por eso me impresiona que no cuidemos las ciudades y los pueblos, por eso me impresiona ver cables y postes atravesados frente a los monumentos que resguardan la memoria colectiva, por eso veo un poco más allá de la fachada, por eso me detengo en el albañil y la modista, por eso me detengo en los brujos y sus yerbas, por eso me detengo en lo que para mí no es ‘folclore’ sino cultura viva. Todo ello es el anclaje de lo que fuimos. Por eso fotografío barberos , artesanos y músicos de pueblo, por eso me detengo en los cementerios y en los mercados, por eso parece que voy a contracorriente”.

Berta Vargas
Berta Vargas en su fábrica de muñecas. I Foto: Rafael Salvatore

Rafael Salvatore no trata de ser otro. Nunca lo trató pues la autenticidad está sembrada y regada con la formación de su infancia. Venezolano como el que más, (acá escogió quedarse) no acudió a la nacionalización por otra vía que no fuera el amor a la tierra y su gente.

Rafael Salvatore es un retratador de oficios, de historia, de lo no desechable, de lo necesario y lo afectivo.

Exposiciones, libros, películas y honores solo refuerzan sus ganas de aportar la imagen como una herramienta de lucha para la autenticidad venezolana. Para que seamos, sin extraviarnos.

En la actualidad se mantiene activo tanto en el cine como al lado de Benito Irady en el Centro de la Diversidad Cultural de Venezuela. Y al respecto el profesor Irady señala: “Salvatore tiene uno de los más significativos archivos de la memoria tradicional del país en los últimos 40 años. He tenido la suerte de compartir con él todo este tiempo”.


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