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  • Luis Cernuda fue quizás uno de los autores menos conocidos del 27. En abril de 1936 publicó La Realidad y el Deseo; posteriormente a partir de este título se recogió su poesía completa.
    En Profundidad

    Luis Cernuda fue quizás uno de los autores menos conocidos del 27. En abril de 1936 publicó La Realidad y el Deseo; posteriormente a partir de este título se recogió su poesía completa.

Cernuda es considerado hoy, uno de los más grandes, y sin duda el poeta más moderno de una generación de probados modernos escritores.

La más reciente adquisición de “La Caja de las Letras”, del Instituto Cervantes en Madrid, España, ha sido “el legado in memoriam” del gran poeta español de la generación del 27, Luis Cernuda (Sevilla, 1902 - Ciudad de México, 1963).

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A las 1.800 cajas existentes con las huellas de sus protagonistas, se suman ahora objetos de valor del poeta. El depósito incluyó un ejemplar dedicado por el propio Cernuda de sus poemas en prosa, “Ocnos” (1949), y cuatro ediciones del poemario “La realidad y el deseo”: primera recopilación publicada en Madrid en 1936. Aquí están sus primeros poemas, así como tres ediciones siguientes: 1958 y 1962 en México, y una publicada por Cuba editoriales de la Cuba revolucionaria, en 1965. 

Es una “presencia indispensable”, la de tener a Luis Cernuda en el Instituto Cervantes. Uno de los poetas “que ha dejado más huella y de manera profunda en la poesía española”, indicó Luis García Montero, director del importante centro cultural. El legado cedido por su familia, lo componen una selección de páginas preservadas de su biblioteca personal; cinco ediciones de sus obras.

También lo es el homenaje de una veintena de poetas: la transcripción a mano, por cada uno de ellos, de un poema del integrante de la Generación del 27. García Montero explicó el proyecto, por el que el Instituto Cervantes solicitó a algunos poetas que escogiesen una pieza de Cernuda y la escribieran a mano, “para dar cuenta de una herencia que pasa de vida en vida y de mano en mano”, destacó.

Tan sensible homenaje ha sido escrito de puño y letra con los versos de Cernuda, por una veintena de autores, entre ellos, los españoles Luis Antonio de Villena y Ariadna G. García, (participantes en el acto); los latinoamericanos Darío Jaramillo, Piedad Bonnett o Marisa Martínez Pérsico; además de otros como Jaime Siles, Ada Salas, Abelardo Linares o Antonio Rivero Taravillo, su biógrafo.

https://cervantes.org/es/sobre-nosotros/sala-prensa/notas-prensa/paginas-rescatadas-su-biblioteca-personal-versos

El director del magno centro cultural Cervantes es el poeta Luis García Montero, gran conocedor de la obra en cuestión -quien enviudó recientemente de la célebre escritora Almudena Grandes- tuvo a bien recordar cómo los versos de Cernuda se hacen patentes ante numerosas circunstancias, cuando “hemos hablado de la libertad y del derecho a la diversidad, recordamos Si el hombre pudiera decir lo que ama; si hemos reflexionado sobre la crisis y las dificultades, hemos recordado Donde habite el olvido; si hemos necesitado tomar conciencia de la memoria, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros; o si orgullosos de la literatura en español hemos repetido, Los bien amados libros...”

El legado de Luis Cernuda, celebrado con motivo del Sexagésimo aniversario de su muerte, pasó a formar parte la cámara acorazada del Instituto Cervantes, donde ya están recordados algunos poetas de su generación como Pedro Salinas, Federico García Lorca, Gerardo Diego o Rafael Alberti.

Revelarnos a Cernuda en profundidad, fue posible también para el público asistente, tras el acto del legado, con la proyección en el salón de actos, del largometraje documental “Luis Cernuda, el habitante del olvido” (2022). 

La maravillosa obra documental biográfica que se le dedicara, fue producida por ‘Atrapasueños’, con la dirección y guion del cineasta Adolfo Dufour.  Es la memoria de Luis Cernuda iluminada por los destellos de una película silente, amenizada por una orquesta de jazz. “Un viaje introspectivo al encuentro con lo vivido, volcado el tiempo en el esperanzado ayer, antes de que la imposición de la dictadura militar en España le obligase al exilio. Regresa intemporal el recuerdo, arrebatado, sin orden que lo coarte, libre en el impulso de las emociones sentidas.

 

De Cernuda ha dicho el destacado escritor mexicano, José Emilio Pacheco: “Cernuda ante la poesía española (Intento de aclaración). “En guerra contra el mundo, sin otros poderes que los de la poesía, Cernuda demostró algo que jamás aprenderemos: una de las formas de grandeza alcanzables por el escritor es quedar mal con todos, hacer las cosas para que no le gusten a nadie. De este modo, Cernuda vivió en una arisca soledad, cercada de rencor por todas partes: legítima defensa de un ser vulnerable en extremo, de un caído en el infierno que acepta el mal y, al expresarlo, lo conjura”. 

 “Hubo unos años en que él (Luis Cernuda) creyó en la salvación de los seres pequeños, de los sin nombre, de los innumerables, de los que se levantan en armas al sentirse atacados hasta su pobreza. Luis Cernuda dejó un día la Alianza de intelectuales de Madrid para irse de soldado al Batallón Alpino”, dijo María Teresa León, una escritora española integrada en la generación del 27. “Este poeta, uno entre los más refinados que España tuvo, fue, además, de los poetas más leales al pueblo español y algo más que otros y (…) mucho antes que otros”, dijo la escritora española.

Sobre este momento de Luis Cernuda escribe el gran poeta peruano César Vallejo: “Ramón Sender, Serrano Plaja, Cernuda, luchan de un lado, en las mismas trincheras de Madrid, y, de otro, traducen, ¡y con qué entrañable fuego!, ¡con qué lealtad histórica!, ¡con qué visión social de nuestra época!, todo ese palpitante, humano y universal desgarrón español en el que el mundo se inclina a mirarse, como en un espejo, sobrecogido a un tiempo, de estupor, de pasión y de esperanza”.

Manuscritos in memoriam

Resulta particularmente delicado, tener un poco de su biblioteca personal en ese nicho apreciado del Instituto Cervantes. El sobrino nieto de Luis Cernuda, Ángel Yanguas, dijo que habían cedido a perpetuidad a la Biblioteca Patrimonial del Instituto Cervantes “algo genuino, interesante y que le hubiese pertenecido”. Por esa razón, sus descendientes decidieron donar algo íntimamente vinculado a la lectura y al amor por los libros.

Este particular depósito fue una selección de páginas ilustradas, provenientes de la biblioteca personal de Cernuda, «la más valiosa de sus pertenencias», señaló. 

Antes de depositar los objetos en la caja n. º 1.684, la poeta Ariadna G. García, leyó; "Sombra de mí", perteneciente al libro Poemas para un cuerpo (1957). 

Bien sé yo que esta imagen
Fija siempre en la mente
No eres tú, sino sombra
Del amor que en mí existe
Antes que el tiempo acabe. (…)

Por su parte, Luis Antonio de Villena recitó: "Los marineros son las alas del amor", poema del libro Los placeres prohibidos (1931).

(…) “Si un marinero es mar,
rubio mar amoroso cuya presencia es cántico,
no quiero la ciudad hecha de sueños grises;
quiero sólo ir al mar donde me anegue,                   
barca sin norte,
cuerpo sin norte hundirme en su luz rubia.

Sobre su poema elegido, el escritor Villena acotó: “si hubiera podido editarse en ese momento hubiera sido un libro renovador y desconcertante en la poesía española del momento, que era brillante, pero Cernuda iba más lejos al atreverse a hacer un libro de contenido homo-erótico”. Destacó además la renovación constante de Cernuda, quien “ensambló perfectamente la tradición y la modernidad con sello propio (…) Ha resultado ser el más moderno, el que se acerca más al ahora. Una gran parte de sus poemas parecen ser escritos ayer, lo que lo convierte en un poeta cimero”,.

Destaca en su trayectoria, que en octubre de 1933 ingresa en el Partido Comunista de España. A partir de entonces colabora con la revista “Octubre”, que dirige Rafael Alberti, donde publicó en los números 4-5 (octubre-noviembre de 1933) el poema “Los que se incorporan”, donde Cernuda explícitamente cree en un mundo de armonía donde no existan clases sociales. 

Nos dice Cernuda: “Este mundo absurdo que contemplamos es un cadáver cuyos miembros remueven a escondidas los que aún confían en nutrirse con aquella descomposición. Es necesario acabar, destruir la sociedad caduca en que la vida actual se debate apasionada. Esta sociedad chupa, agota y destruye las energías jóvenes que ahora surgen a la luz. Debe dársele muerte; debe destruírsela antes de que ella destruya tales energías y, con ellas, la vida misma. Confío para esto en una revolución que el comunismo inspire”.

Y más tarde, cuando siente que su muerte está cercana, vuelve la vista atrás sin ambiguas nostalgias y, con estremecida lucidez, escribe el poema “1936”, su testamento político, donde nos evoca el encuentro con un antiguo miembro de la Brigada Lincoln y donde manifiesta toda una profesión de fe en una causa –la defensa de la Segunda República Española- en la que para Luis Cernuda, como para tantos otros intelectuales, confluyen la teoría y la praxis.

La Generación del 27 palpita en los recuerdos

Cernuda fue quizás uno de los autores menos conocidos del 27. En abril de 1936 publicó La Realidad y el Deseo; posteriormente a partir de este título se recogió su poesía completa. Antes estuvo: Los placeres prohibidos (1931) de aura surrealista, considerado un libro que rompió cánones.  

El último resultó Invocaciones a las gracias del mundo (1935), todos libros magistrales. El libro lo presentó en abril su gran amigo Federico García Lorca con palabras más que elogiosas en una cena en su homenaje, a la que asistieron Aleixandre, Alberti, Bergamín, María Zambrano. Fue un gran éxito en breve tiempo, porque la terrible Guerra Civil (1936 a 1939) estalló en julio. 

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Cernuda vivió en el exilio desde 1938. Tuvo que hacerlo finalizada la guerra civil, residiendo en distintos países: Reino Unido entre 1939 y 1947, Estados Unidos entre 1952 y 1957; finalmente en México, hasta el 1963, donde se dedicó a la enseñanza de la literatura y pasó los últimos años de su vida. Fue desde entonces el exilio su condición natural de existencia. 

La gloria póstuma fue lograda con una tesis doctoral en Alemania y el homenaje  de 1957 de la revista cordobesa Cántico. A Cernuda le gustó mucho más la reverencia que le hiciera la revista literaria La Caña Gris (Valencia, 1960-1962).

Tal vez los grandes poetas presagian el final, pues su último libro escrito en tierra azteca: Desolación de la Quimera (1962) es una espléndida despedida, hasta que lo “sorprende” la muerte en Coyoacán, México, en 1963, a los 61 años.

Nunca escondió Luis Cernuda Bidón que era homosexual. Es más, lo dignificó; “no transigía con la homofobia: detestó a Dámaso Alonso, que era un declarado homófobo, y se alejó de su antiguo maestro Pedro Salinas (que en lo profesional siempre le favoreció) al enterarse que hacía bromas en privado con Jorge Guillén sobre los gustos íntimos de Luis. Tuvo que saber que el genial barbarote Buñuel, hablaba -a propósito de Lorca y ya en 1928- de esos poetas cernudos, destaca el escritor español LA de Villena. 

Cernuda es considerado hoy, uno de los más grandes, y sin duda el poeta más moderno de una generación de probados modernos escritores.


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