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    Justo es decir que su planteamiento de pulcritud, alegría, honestidad y conexión más allá de lo físico y lo metafísico hace parte de nuestra cotidianidad.

Conny Méndez dedicó la mayor parte de su obra musical a su tierra natal, con ritmos venezolanos y temáticas muy populares, incluso algunas autobiográficas.

Cuando se habla de lo afirmativo venezolano ella es un referente  importante en lo social, en lo cultural, y sobre todo en lo musical.

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Nos referimos a una mujer tan atrevida y controversial como alegre y empeñosa.

En numerosos países del mundo se disfrutó de sus conciertos tanto en la guitarra como en el piano, en los que hacía gala de sus composiciones. También en muchos lugares encontró eco la Escuela de Metafísica Cristiana que fundó y la profusa obra que dejó escrita en torno a este tema. Justo es decir que su planteamiento de pulcritud, alegría, honestidad y conexión más allá de lo físico y lo metafísico hace parte de nuestra cotidianidad.

Chucho y Ceferina

Miremos a Conny Méndez a través de su vida de avanzada y de su obra musical, de gran belleza y contenido, decidida por ella merced a sus vivencias, algunas de las cuales relataremos, comenzando por lo que escribe ella acerca de sí misma:

Conny

“Me bautizaron Juana María de la Concepción, para dejarlo en Conchita, lo cual me cayó muy mal desde el mismísimo momento en que lo pude comprender.

Mi padre: Eugenio Méndez y Mendoza, escritor, poeta, costumbrista, humorista de finísima calidad, muy leído en “El Cojo Ilustrado”, procedente de los Méndez de Don Diego (compañero de Colón) y los Mendoza de Don Cristóbal.

Mi madre: Lastenia Guzmán, de Méndez y Mendoza, de los Guzmanes de todas partes, ya que somos una familia oriunda de Santo Domingo de Guzmán y Medina Sidonia. Bellísima persona y gran señora, pero… ella misma se apodó “La gallina que sacó gansos” porque le resultamos todos sus hijos tan diferentes que jamás logró comprendernos. Nací el 11 de abril de 1.898, dos años antes del siglo, y algunos cincuenta antes de mi tiempo. Nací en la esquina de El Conde a dos pasos de la Catedral (Caracas)”.

Soy venezolana

“Soy ‘toera’ de nacimiento, o sea que le meto mano a todo en artes y artesanías, todo en forma empírica y autodidacta, ya que siempre odié los estudios. Mi obra musical comprende desde folklore hasta el clásico-humorístico, pasando por lo romántico y tocando ligeramente lo francamente ‘colorado’, pues lo que es El sombrero de José jamás me he atrevido a divulgarlo. En cuanto a lo clásico-humorístico me refiero a mi Tocata sin fuga con reminiscencias de Joropo. Me llevaron a Estados Unidos a la edad de 8 años y me internaron en sucesivos planteles de monjas hasta los 16, de los cuales salí Rebelde, y aunque jamás abrí un libro, devengué dos inmensos beneficios: el idioma inglés, con el cual soy bilingüe, y el pseudónimo Conny endilgado por mis condiscípulos norteamericanos, quienes no lograban pronunciarme en una forma mas cercana que “Cunyra” (Conchita). Allí fue cuando decidí adoptar a Conny para siempre.

De no haber nacido como la hija de Doña Lastenia, me hubiera lanzado a Hippie en la más astringente de todas las sociedades humanas, o sea la sociedad caraqueña a comienzos de siglo”.

Detalles

Nacida entonces en el seno de una familia notable y pudiente, sabemos que su padre estaba emparentado con Cristóbal Mendoza, primer presidente de Venezuela.

Conny llegó a los EE.UU. debido a una singular circunstancia. Su padre falleció cuando ella contaba con 5 años de edad. A su madre, Lastenia, no le gustaba la fama del mandatario venezolano de entonces, Cipriano Castro, y decidió marchar con su familia a Nueva York. De esta manera Conny Méndez, ya con 8 años, en 1906 está estudiando su primaria y aprendiendo el idioma de los estadounidenses. También estudió Artes Plásticas y Música.

Comenzando la década de los veinte y ya con unos 22 años de edad, encontramos a Conny nuevamente en Caracas haciendo parte de algunos diarios y revistas como columnista y también como caricaturista ilustradora. Su Libro “El Bisturí” (1931) recoge todas las caricaturas de su trayectoria periodística. Famosa fue una que hizo de Laureano Vallenilla Lanz, gran defensor de Juan Vicente Gómez, publicada, y que gustó al polémico historiador y político. “Desde ese día mis cosas pasaron a ser geniales y yo, sin saber por qué, de loca pasé a ser inteligente”…

También sería actriz. (trabajó en la obra "Camas separadas" de Terence Rattingam, dirigida por Horacio Peterson).

Foto: Cortesía Venezolanos Ilustres

Sin etiquetas

Le pasó por encima a esas etiquetas que señalaban privilegios de género. La tenemos entonces fumando en público siendo motivo de escándalo porque eso no lo hacían las mujeres, por lo menos las de la’ astringente’ Caracas, como la denominó.

También la tenemos manejando un automóvil por las calles capitalinas cuando conducir era solo de varones. De igual manera la tenemos desafiando a la autoridad al bañarse en el mar abierto de Macuto (litoral central venezolano) cuando había lugares destinados al baño marino de las mujeres. Incluso se le encuentra desafiando al músico maestro Vicente Emilio Sojo a propósito de una clase de música, ella prácticamente autodidacta y él un consagrado director. Y como si fuera poco tenemos a Conny Méndez Guzmán peleando por el derecho legal del divorcio en Venezuela. Ella se casaría tres veces. (Se divorciaría 2 y en el tercer matrimonio quedaría viuda).

Tuvo dos hijos, quienes le dieron la alegría de siete nietos a los que dedicaría un extraordinario repertorio musical infantil. Fue una versátil escritora (autora, dicen algunos de sus críticos) e incluso llegó a escribir una autobiografía asumida con humor, titulada “Memorias de una loca” publicada en 1955 y que se convirtió en un éxito de ventas. Ella decía que era una recopilación de lo más divertido que le había pasado hasta ese momento.

Escribió otros libros, entre ellos uno titulado “Del guayuco al quepis” de 1967 que es una crítica, una sátira a la Venezuela de entonces. Se apuntan estas dos obras, pues luego Conny entraría con la producción bibliográfica en el terreno de la metafísica cristiana cuya escuela fundó en Venezuela en 1946, el mismo año en que unió sus esfuerzos a los de María Luisa Escobar para dar forma la Asociación Venezolana de Autores y Compositores   AVAC – al año siguiente, en 1947. Presidió el Ateneo de Caracas entre 1956 y 1957.

Lo musical venezolano de Conny

Alguna vez confesó que le molestaban la alienación y el gusto del venezolano por lo extranjero aún por encima de lo propio y también señaló que cuando viajaba (y viajó mucho) notaba con preocupación la poca valoración que se hacía de su país tanto en su cultura como en sus potencialidades. Por eso Conny Méndez dedicó la mayor parte de su obra musical a su tierra natal, con ritmos venezolanos y temáticas muy populares, incluso algunas autobiográficas.

Venezuela habla cantando

Era Conny muy auténtica y Venezuela fue su mayor motivo de inspiración. A las pruebas nos remitimos con algunos de sus temas. Yo soy venezolana, Venezuela habla cantando, Chucho y Ceferina, Navidad criolla,  Déjame, La negrita Marisol, Canción de cuna , Hoy es tu día, Transformación, Tierruca, La cucarachita Martina , Mal de ojo, Macumba brava y Oración ratona son excelentes ejemplos musicales. No son los únicos, pues esta venezolana dejó más de 40 composiciones musicales de altísimo valor.

Sus temas han sido interpretados por Lilia Vera, Cecilia Todd, Simón Díaz, Olga Teresa Machado, Nachy Acevedo, Los Cañoneros, Esperanza Márquez, Rosa Virginia Chacín, Alfredo Sadel, Aquiles Machado y Fabiola José, entre otros.

Su Cancionero Infantil “Canciones para niñitos venezolanos” fue posteriormente ampliado y se reeditó como “Canciones para los niños de todo el mundo”. Conny Méndez llegó a hacer un disco, “A mi Caracas” en dos etapas distintas. El Lado A en 1959  (con guitarra) y el lado B en 1967 (con piano). Fue editado por Freddy Reina para el cuatricentenario de la fundación de la capital venezolana.

La música polifónica también se ha apropiado de piezas de Conny Méndez, al igual que muchas agrupaciones dedicadas a la música instrumental, nacional e internacionalmente.

Compositora

Hay en Conny Méndez una defensora de lo tradicional venezolano, de las sonoridades de su tierra y de las temáticas dedicadas a la infancia, con creatividad y chispa criolla.

Por ejemplo, en el vals Oración ratona se escucha: Cuatro ratoncitos que eran hermanitos / `taban jugandito
y curucuteandito fundamentositos.../ Cuando `e sopetón se metió un murciélago por el balcón, / y los ratoncitos corrieron toditos bajo el butacón. / La mamá ratica dijo suavecito: / “Recen mis hijitos que ha venido un ángel ratón”.

Oración ratona

En su joropo Yo soy venezolana apunta: “Por supuesto saldrá quien proteste diciendo que es mucho más criollo que yo. / Y aunque saque el registro civil pa` probar que en la plaza Bolívar nació. / Yo me atrevo a retar a cualquier disputante y a todo otro competidor, si es más criollo que yo que lo cante, ¡Caramba! / Y  que no me discuta el honor”.

En su merengue La transformación, Conny eleva su protesta: “Qué pasó con las arepas, las carautas y el café, / que pasó con la comía que toa` la tienen que traé. / Compáe no pregunte ná, el censo te lo dirá. / Se fueron los conuqueros pa los campos petroleros. / podríamos comer petróleo/” pero va pal`extranjero”.

Y En Venezuela habla cantando Conny revela el secreto: “Al que nace en Venezuela ya lo vamos preparando, / al decir venezolano ya lo dice uno cantando / el secreto compañero es algo muy personal: / que arrullamos a los niños con el Himno Nacional”.

Dejando la huella imperecedera de sus composiciones, de su musicalidad, de sus alegrías y sus luchas, Conny Méndez falleció en la ciudad de Miami, Florida, el 26 de noviembre de 1979, en horas de la mañana como consecuencia de un infarto.

Sus restos fueron incinerados y trasladados a su ciudad natal, Caracas, donde reposan en el Cementerio General del Sur.

Hablando de metafísica ella solía decir que en el corazón había tres llamitas en amarillo, azul y colorao. Ella las conserva.


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