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    Se tiene claro que el sonido, agarre, calidad e inmortalidad de la antigua Tuna Liberal de Matanzas descansa en pilares sólidos

Pilares fueron cantantes como Bienvenido Granda, Celia Cruz, Alberto Beltrán, Mirtha Silva, Carlos Argentino y muchos más.

En la América Latina y el Caribe, e inclusive al otro lado del Atlántico, los melómanos escuchan con atención y gusto toda la discografía de la Sonora Matancera, posiblemente la orquesta de música bailable con más años de actividad.

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Como en toda orquesta, a la fundada en 1924 como Tuna Liberal y asumida como Sonora Matancera a partir de 1932, se le sienten musicalmente sus diferentes etapas, y nos vamos a detener en una de ellas, llamada la época de oro de esa agrupación, y que coincide con el ingreso y permanencia de Severino Ramos al frente de los arreglos y otros asuntos internos de la Sonora.

Se tiene claro que el sonido, agarre, calidad e inmortalidad de la antigua Tuna Liberal de Matanzas descansa en pilares sólidos:

Pilares fueron cantantes como Bienvenido Granda, Celia Cruz, Alberto Beltrán, Mirtha Silva, Carlos Argentino, Celio González, Leo Marini, Daniel Santos y muchos más, muchos más.

Pilares fueron músicos como Lino Frías, Calixto Leicea, José Rosario Chávez 'Manteca', Pedro Knight, Rogelio Martínez, Carlos Manuel Díaz 'Caíto' y Estanislao Sureda, 'Laíto', entre otros. Por cierto, sería Laíto el único en regresar a Cuba cuando la orquesta se asiló en México en junio de 1960.

El repertorio, escogido cuidadosamente pensando en cada intérprete, fue una responsabilidad que recayó fundamentalmente en Rogelio Martínez, pero con soporte en opiniones como las de los arreglistas.

Rogelio fue el gran director de la Sonora Matancera, el que la organizó internamente como una cooperativa y el que trabajó para que la disciplina corriera pareja con la armonía del grupo. También fue el único que supo que se quedarían en México cuando pidió asilo para la orquesta sin que el resto de los integrantes lo supiera.

Otro pilar con el que hay que contar es el de su técnico de grabaciones, nada más y nada menos que Medardo Montero otro cubano extraordinario que hizo aportes al mundo de la grabación, la edición y el disco en la etapa en la que le tocó vivir. Medardo Montero y Severino Ramos son piezas claves para entender el éxito de la fenomenal agrupación.

¿Y el arreglista?

Para el maestro Diego Silva Silva, músico académico, director de orquestas, compositor, premio Casa de las Américas de Música y autor de la obra “El pentagrama y le espada”, el arreglista es un creador sobre una obra pre concebida, tal y como se define en la Convención Internacional del Derecho de Autor.

“Cuando uno escucha diferentes versiones de un tema se da cuenta de cómo armoniza cada arreglista. Se entiende que al arreglista le dan una plantilla (los músicos que integran la orquesta o banda para la que va a arreglar) y él lleva la canción a esa configuración, y en su arreglo inserta pasajes, secuencias, etc. En el caso de una sonora estamos hablando de dos trompetas, piano y percusión. Entonces el arreglista sabe que va a arreglar para dos trompetas, piano y percusión. Los instrumentos para los cuales va a arreglar llevan a pensar la música de una manera, porque la secuencia para un instrumento no es la secuencia para otro instrumento. El arreglo es como un sello, como un color. Un arreglista tiene una manera, su manera”.

Y acotó que en la música popular bailable en el Caribe hay ejemplos notables. Uno reconoce inmediatamente a El Gran Combo de Puerto Rico y a Billo's Caracas Boys, por su sonido, por sus arreglos. Contaron con arreglistas brillantes.

Así acontece con Severino Ramos y la Sonora Matancera.

Severino Ramos

Familia de Aniceto Díaz, creador del danzonete, y codeado desde el vamos con la infinita gama de músicos surgidos en la ciudad donde nació, Matanzas, vio la luz el 2 de junio de 1903.

Estudió música desde pequeño y no se perdió para nada el ambiente rítmico y melódico de su pueblo. Su padre, que era un sastre cotizado, le pagó los estudios de piano, y tuvo al famoso Félix Covarrubias entre sus maestros.

Se trasladó a La Habana por consejo de su madre y allí, mientras se desempeñaba en diferentes empleos como ayudante de sastrería y cobrador de seguros comenzó a tocar en grupos, pero siempre en calidad de suplente. Eso le angustiaba porque no terminaba así de desarrollar estrategias musicales para una determinada agrupación. Sin embargo, esas suplencias le dieron crecimiento y vista larga.

A todas esas la Estudiantina Sonora Matancera estaba viviendo su proceso de transformación tanto en la dotación, como en los instrumentistas y vocalistas. 

El piano de cola, por ejemplo, introducido en lo que era antes un conjunto de cuerdas, estuvo a cargo de Dámaso Pérez Prado. La década de los treinta dejaba frutos organizativos en el conjunto que ya era dirigido por Rogelio Martínez en sustitución de Valentín Cané, director fundador.

La huella

No nos vamos a detener en la conocida historia Matancera sino en la huella de Severino. Es Severino quien sustituye a Pérez Prado en el piano.

Estamos acá pisando la década de los cuarenta y ya está también en el conjunto el percusionista José Rosario Chávez, apodado “Manteca”. Van y vienen músicos, y un buen día de 1944 Severino Ramos le confiesa al director, Rogelio Martínez, que no piensa seguir en la orquesta pues no le gustan la vida nocturna ni el ajetreo de las presentaciones. De hecho, Severino era llamado ‘refresquito’ pues era abstemio.

Rogelio comprendió a su pianista, pero no lo soltó. Ya había constatado sus dotes de arreglista, por lo que le plantea entonces que se quede al frente como arreglista, repertorista y director de ensayos.

Severino le sugirió para que lo sustituyera en el piano a un músico que había trabajado con Arsenio Rodríguez: Lino Frías.

Los arreglos de Severino eran sencillos, pero el pianista matancero sabía llegarle al público con esos arreglos y, algo muy importante, ponía a bailar, a guarachar y a lucir a los intérpretes.

Con Lino Frías al piano, sugerido por él al conjunto y con la llave hecha con el técnico de grabaciones, Medardo Montero la sonoridad del grupo siempre estuvo amarrada al éxito.

Así comenzó la etapa inmortal de la Sonora Matancera: la de sus trompetas, la de sus coros y repertorio, la de sus mejores vocalistas, la de su piano… y la de sus irrepetibles arreglos que todos entonamos junto a las canciones.

No es osado decir que el timbre definitivo de la Matancera se debió a Severino Ramos, y que tuvo el apoyo decidido del técnico Montero. Ese timbre marcó la época de oro del grupo, entre 1940 y 1957. 

Rogelio Martínez contó con otros arreglistas, pero el acento siempre lo puso Severino, quien hizo los mejores arreglos para Celia Cruz, Daniel Santos, Bobby Capó, Leo Marini, Bienvenido Granda y Alberto Beltrán, entre otros.

La marcha

Fue 1957 el año en que Severino dijo adiós a la Sonora Matancera. Ese mismo año también se retiró el percusionista Manteca. Severino asumió el cargo de director musical de Radio Progreso, en La Habana, hasta el final de sus días.

También hizo muchas producciones para intérpretes como Orlando Contreras, Blanca Rosa Gil, Orlando Vallejo y Ñico Membiela. Hizo una Sonora y ayudó a crear el Conjunto Caney.

Siempre fue fiel a un sonido nacional cubano. No le interesó el coqueteo con el jazz y sí la permanencia del bolero genuino, el son montuno, la charanga y la guaracha. Con elementos musicales de su país hizo una escuela, una tendencia que perdura hasta hoy.

Severino falleció en La Habana el 2 de noviembre de 1969, según dato del investigador cubano Helio Orovio. No fue el más favorecido por el mundo mediático, pero poco a poco el nombre de este matancero va ocupando su lugar en una historia que siempre está revisándose, para reivindicación de grandes notables olvidados, como él.

Seguramente ahora, cuando escuchemos a la Matancera en esa etapa de oro (1940-1957) pondremos atención a ese comenzar de los temas, a esas sonoridades y arreglos, y comprenderemos. Vale el ejercicio.

Opinan

“El buen arreglista es un genio doméstico, es un músico que imagina a todo el grupo antes, durante y después de la melodía. Su visión de conjunto es la herramienta que le permite trascender las individualidades.

El arreglista concreta lo que fue atisbo en el compositor o revelación en el poeta. Músico y letrista son subalternos técnicos del arreglista, aun cuando sean la misma persona.

Severino Ramos fue el principal arreglista de la Sonora; no fue el único, pero fue, sin la menor duda, el mejor”. Severino Ramos fue el arquitecto del conjunto de Matanzas; fue quien estableció la distribución definitiva de los instrumentos dentro del grupo; él fue quien dio el toque final a un esquema que ya habían encaminado los fundadores de la Sonora”. (Héctor Ramírez Bedoya, investigador colombiano)

“Al analizar la década de los cincuenta conocida como "la época de oro de la Sonora Matancera", se percibe cuántos éxitos musicales alcanzó en ese período de la mano de sus mejores cantantes e instrumentistas; pero también, detrás de ese elenco brillantísimo, estaba un arreglista extraordinario que interpretó el gusto popular y lo satisfizo mediante arreglos que interpretó la Sonora Matancera. En ese plazo se produce lo mejor del grupo de Matanzas y le cabe a Severino Ramos, su arreglista, el mérito de hacer inmortales decenas de melodías. El aporte de Severino Ramos no ha sido ni remotamente reconocido.

El grueso del público lo ignora. Queda pendiente una deuda con el gran arreglista de la Sonora Matancera”.  (Mario Zaldívar Rivera. El Mito De la Sonora Matancera. Costa Rica,1999)

La siguiente es una pequeña muestra de temas que contaron con arreglos de Severino Ramos para la Sonora Matancera:

El Tíbiri Tábara con Daniel Santos

Qué corto es el amor, con Mirtha Silva

Burundanga, Yerbero Moderno, Tu Voz, Luna sobre Matanzas, con Celia Cruz

Quién sera? Con Nelson Pinedo

Yo no soy guapo con Vicentico Valdes

Sujetate la lengua, con Bienvenido Granda

Aunque me cueste la vida, el 19, El negrito del Batey con Alberto Beltrán

El gallo, la gallina y el caballo con Manuel Licea

Piel Canela con Bobby Capó

Maringá, con Leo Marini

Quién será? Con Nelson Pinedo

Las Muchachas, con Carlos Argentino


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