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    Según la Organización Internacional de Migraciones, existen 272 millones de migrantes internacionales en el mundo.

Tras la aprobación de poderes de emergencia para frenar el virus,  33.800 migrantes fueron detenidos por la oficina del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) que reportó 77 enfermos en 13 estados, positivos al virus y cientos más en cuarentena.

En plena pandemia, desde Estados Unidos hasta el aeropuerto internacional Toussaint Louverture, en medio de un aumento exponencial de los casos de Covid-19, 50 menores haitianos fueron devueltos. Como tantos otros, quizá nadie los espera, porque en algunos casos son deportados solos, sin notificar a sus familias. Quién respeta los acuerdos internacionales para garantizarles protección a los menores que migran. El virus es la nueva excusa.

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“El Gobierno haitiano tiene un centro para recibir los deportados. Sin embargo, hay algunas personas que no atienden la cuarentena y se van a su casa. Se conoce que entre los deportados, hay migrantes haitianos con coronavirus”, dice en entrevista exclusiva a teleSUR, Jean Jores Pierre, integrante de la Plataforma haitiana de Promoción del Desarrollo Sostenible.

“Las fronteras están cerradas oficialmente para circulación humana- describe Jean Jores Pierre- en República Dominicana, hay cientos de miles de haitianos que están trabajando en diversos sectores económicos. Allí muchos de los trabajadores que pierden su trabajo no tienen la posibilidad de regresar a su país y el estado dominicano no apoya a estos obreros, quienes están obligados a caminar cientos de kilómetros para intentar llegar a su hogar. Si los sorprende alguna autoridad del Gobierno, les exigen una prueba de coronavirus,  una reservación y comprobante de pago de al menos 14 días en un hotel que el Gobierno indica, lo que les costaría alrededor de 2.000 dólares por medio mes”.

Jean Jores Pierre declara que, cualquier vuelo debe recibir una autorización especial del primer ministro de Haití, Joseph Jouthe, para poder aterrizar en los aeropuertos de Haití. Así sucedió con el que llegó de Estados Unidos con 50 niños de los 139 haitianos deportados, justo en el pico de la pandemia en EE.UU., “mientras algunos migrantes haitianos estaban pidiendo al Gobierno de Haití organizar un vuelo humanitario para repatriarse y hasta ahora, el Gobierno no responde. Es decir, viola el principio de asistencia a sus migrantes en todas las circunstancias”, enfatiza.

Deportaciones “exprés”

Igual tormenta se cierne sobre cientos de niños migrantes, deportados apresuradamente por las autoridades estadounidenses en medio de la pandemia, sin antes tener la oportunidad de solicitar asilo por violencia en su país de origen o contactar con un trabajador social. 

La ley es letra muerta. Los niños que llegaban a la frontera sin la compañía de un adulto, supuestamente tenían acceso a refugio y a un proceso administrativo exhaustivo que les permitía argumentar motivos para quedarse en Estados Unidos. En medio del caos y del virus, ya no. Las deportaciones “exprés”, son la nueva realidad paraniños y adolescentes migrantes que llegan a Estados Unidos.

Foto: Tribune

En los centros de detención para migrantes los mantienen hacinados con alto riesgo de contagio, cohabitando sanos y enfermos, sin asistencia sanitaria, donde a menudo están expuestos a diversas formas de violencia por autoridades o redes del crimen organizado. Peligro ante el secuestro y los abusos sexuales. 

Foto: Unicef

Tras la aprobación de poderes de emergencia para frenar el virus,  33.800 migrantes fueron detenidos por la oficina del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por su sigla en inglés), que reportó 77 enfermos en 13 estados, positivos al virus y cientos más en cuarentena, según registra el medio hispano El Diario.

“Y creemos que el mensaje más importante es tratar a las personas con dignidad y recordar que el pleno respeto por sus derechos humanos no cambia bajo estas circunstancias”, insiste Joel Millman a nombre de la Organización Internacional para las Migraciones. “Hemos visto esto con el SIDA en décadas pasadas y con la tuberculosis. Esto no solo demoniza a los migrantes, sino que pone en riesgo a sus ciudadanos. Los migrantes por miedo evitan ir al hospital, o si van no los atienden, y esto es malo para todos. Las sociedades son más saludables si todos son más saludables. Si tienen un migrante que posiblemente podría estar propagando una enfermedad contagiosa, desearían que esa persona tenga acceso a médicos y examinadores y profesionales que puedan saber si esta persona es o no un peligro para sí mismo o para sus vecinos”, dijo Joel Millman con vehemencia.

Entre tanto, medios locales estadounidenses refieren la expulsión de unos 10.000 inmigrantes desde el inicio de la pandemia. Organizaciones civiles de derechos humanos y de apoyo a inmigrantes suman 1.200 inmigrantes mexicanos deportados en un día desde Estados Unidos. Mientras en Honduras, Guatemala y El Salvador, aún con fronteras y aeropuertos cerrados, se recibieron vuelos chárter con unas 150 personas expulsadas cada día.

El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE) notificó tempranamente -en marzo- 6.306 expulsiones en la frontera con México y la detención de más de 23.000 indocumentados en la misma zona. En los últimos dos meses, lo hizo al menos con mil niños migrantes hacia El Salvador, Guatemala y México. 

Foto: Milenio

También México ha devuelto al menos 447 niños migrantes a Guatemala y Honduras, relata un informe del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Por su parte, la Coordinadora Nacional de Inmigrantes de Chile (CNIC) denuncia la exclusión de los migrantes del sistema de salud chileno.

De acuerdo con la Organización Internacional de Migraciones (OIM) -creada en 1951- existen 272 millones de migrantes internacionales en el mundo (equivalentes al 3,5 por ciento de la población mundial) en busca de mejores condiciones de vida y trabajo. El número total de desplazamientos se encuentra en un nivel sin precedentes, con 41 millones de desplazados internos y casi 26 millones de refugiados.

“Desechable”

El clima antinmigrante es enfatizado ahora más que nunca. Once millones de indocumentados -la mitad de ellos mexicanos- apenas tienen acceso a servicios de salud en Estados Unidos por falta de seguros médicos y temor al rechazo imperante. 

El Centro para Estudios de Migración en Estados Unidos refiere la cifra de 3,5 millones de inmigrantes indocumentados que entraron entre 2010 y 2017, el 65 por ciento de los cuales llegaron con un sello de permiso en el pasaporte. Más personas procedentes de India que de cualquier otro país.

Las redadas son un lugar común en New York, con la colaboración de la Policía y funcionarios de ICE, pese a la crisis de salud, informa Juan Carlos Ruiz, quien dirige la organización New Sanctuary City.

“Sabemos que la Policía de New York colaboró con la ‘migra’ en los últimos días y se llevaron a varios paisanos. Sí hubo detenciones y este es un problema, porque esto genera más miedo. Por tanto control que hay por la pandemia, la gente inmigrante no quiere buscar asistencia. Se están muriendo en sus casas, y no van al hospital, esas muertes no se registran. Hay decenas de esos casos en Brooklyn y Harlem, entre otras zonas de migrantes. Están desinformados, confundidos, no llegan las ambulancias cuando las llaman y no quieren ir al hospital porque dicen que se van a morir. Si en la vida no contamos en este país, pareciera que en la muerte tampoco", dijo Ruiz.

Actualmente, unos 12,7 millones de niños refugiados y 1,1 millones de menores solicitantes de asilo, vagan por el mundo expulsados de sus hogares. Esos niños, que no son responsables de los conflictos, la violencia y otras formas de abuso, se ven obligados a emigrar buscando alguna seguridad para sus vidas. No sin traumas, no sin peligros. Sumado el riesgo del hambre y deshidratación en el camino, de ahogarse en el mar, de ser víctimas del secuestro, de la trata humana, la violación o asesinato. A la llegada, si con suerte están vivos, los recibe la xenofobia y la discriminación. ¿Qué precio tendremos que pagar como sociedad, si no los salvamos?

Foto: Unicef

Migrantes en primera línea

Al menos 12 millones de trabajadores migrantes están en la primera línea de respuesta a la pandemia o entre los más impactados por sus consecuencias, refiere el Migration Policy Institute (MPI), ocupado del estudio del fenómeno migratorio en los Estados Unidos.

La investigación del MPI consigna que unos 6 millones de migrantes trabajan en el sector salud de Estados Unidos. Un 29 por ciento de los médicos en ejercicio, son inmigrantes. Nada despreciable es la cifra de ellos entre los asistentes de salud, un 38 por ciento y conforman un 23 por ciento de los trabajadores de las farmacias. También son los que reparten los insumos, los que limpian salas de los hospitales y más allá, los que cocinan, construyen, sirven, asisten.

De ahí también, salen a trabajar cada día. Se llama Corona un barrio de Queens, el área más afectada por la pandemia en Nueva York y donde se encuentra el mayor número de inmigrantes en la ciudad.  Allí, el Departamento de Salud e Higiene Mental de la Ciudad de Nueva York reportó 7.260 casos de la Covid-19, de unas 600.000 personas que habitan el grupo de barrios contiguos, East Elmhurst, Elmhurst y Jackson Heights y Corona.

Es probable que de los sectores más pobres, las minorías latinas y afroestadonidenses, no haya reportes fidedignos. Para que se tenga una idea comparativa, Manhattan tiene casi el triple de habitantes y el registro de contagio es ligeramente superior, 10.860 enfermos.

También son desechables unos 2.5 millones de jornaleros en su mayoría migrantes, quienes trabajan en la producción de alimentos agrícolas. Greg Asbed, de la Coalición de Trabajadores de Immokalee refiere que los jornaleros han sido designados trabajadores esenciales, porque sin ellos no hay alimentos, pueden enfermar al ir a trabajar, pero no pueden arriesgarse a perder sus empleos por no trabajar en un sector con poca protección y condiciones precarias.

La organización de derechos humanos une a los recolectores de tomate en el sur de Florida, de los cuales un funcionario del Departamento de Justicia alertó -desde 2003- era "la zona cero para la esclavitud moderna". Los trabajadores viven sobrecargados en remolques, las mujeres son acosadas sexualmente, según declara la revista universitaria Johns Hopkins.

El mensaje a los jornaleros del país es claro: “tu labor es esencial, pero tú eres desechable”. “Como los trabajadores de salud y de emergencias médicas, ellos se están poniendo en riesgo para el resto de nosotros”, señala Greg Asbed. Los migrantes están entre los protagonistas del gran rescate de Estados Unidos.

“A partir de hoy todos somos negros”

En medio de la creciente intolerancia, entendamos el ideal del prócer haitiano, orgulloso de su identidad. “Todos los ciudadanos, de aquí en adelante, serán conocidos por la denominación genérica de negros”. (Artículo 14, Constitución Haitiana de 1805).Desde entonces, la falacia racista y discriminatoria en todo sentido ha visto crecer bifurcada la identidad humana, sobre los borradores del liberto Toussaint Louverture, quien encabezó la revuelta antiesclavista en 1791 y desde cuyo ideario se escribió el orgulloso concepto constitucional.

Desde Haití, hoy el país más pobre del hemisferio occidental, Jean Jores Pierre, desde la Plataforma Haitiana de Promoción del Desarrollo Alternativo, narra a teleSUR su realidad. “Las personas con fiebre toman té natural con Artemisia, Aloe y otras hierbas que utilizan en la medicina tradicional haitiana, porque los hospitales públicos no tienen materiales para atender los contaminados de Covid-19. Los doctores y enfermeras están desertando los hospitales porque no tienen ninguna condición, ni materiales de trabajo”. 

Igualmente, denuncia que “los materiales que el Gobierno importó desde China, no fueron distribuidos a los hospitales públicos. Ningún sector de la población recibe estos materiales, mientras los haitianos comentan que los insumos han sido entregados a los hospitales privados que no son accesibles a la población y a algunos hospitales de ONG, los pocos puntos de atención médica financiados por fondos humanitarios, donaciones y pocos hospitales privadas de Puerto Príncipe. La gran mayoría de la población no sabe ni dónde quedan los centros de atención médica”.

Mientras tanto, ahí están de vuelta unos 50 menores totalmente desorientados, deportados desde Estados Unidos a Haití, su país de origen en plena pandemia. De mirada vaga y cuerpo cansado. Y quien sabe si “volver”, la palabra que entendió, será desde ahora su propósito.


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