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    En Profundidad

    La Secretaría de Educación buscará erradicar el analfabetismo en Honduras con la cooperación del Gobierno cubano.

La regresión educacional en Honduras está marcada en el periodo 2017-2021.

“…Todo hombre tiene derecho a educarse, y en pago contribuir a la educación de los demás.” José Martí.

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Partiendo del hecho de que un porcentaje de la población adulta en Honduras es analfabeta, entenderemos la importancia de la actual campaña nacional por la alfabetización. 

De acuerdo con el experimentado periodista hondureño Jorge Burgos, el impacto de la pandemia de la Covid-19 dejó una huella en el sector educativo que lo llevó a una crisis silenciosa. 

Datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) revelaron que, para 2022, más de 710.000 personas no sabían leer ni escribir, lo que representa el 12 por ciento de la población hondureña. 

El INE también señaló como objetivo a las personas mayores de 36 años que pierden la virtud de leer y escribir, volviéndose analfabetas hasta una avanzada edad. Actualmente, Honduras supera los 10 millones de habitantes,​​​ dedicada en su mayor parte a las actividades agropecuarias.

“Muchos actos de corrupción repercutieron en los más vulnerables, dejándolos sin acceso a una educación pública de calidad, hoy gran parte de la niñez hondureña no tiene acceso a un centro de estudio, porque la corrupción redujo el poco acceso a la educación que tenían los hondureños, iniciando por la educación preescolar hasta el grado universitario”. O sea, el analista está refiriéndose a los que ya estaban en el camino del aprendizaje y quedaron a la deriva. Más de 750.000 menores están fuera del sistema de enseñanza.

Los departamentos olvidados son precisamente los que reportan mayor número de analfabetos. Gracias a Dios y Olancho encabezan las listas. Paralelamente al retroceso educacional, se agravaron las injusticias.

Ejemplifican el departamento de Intibucá, donde una evaluación entre los educandos, demuestra la pérdida de conocimientos de hasta un 40 por ciento en matemáticas y un 15 por ciento en español. Lo confirma el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), cuando refiere que el nivel de la educación primaria en lectura y matemáticas podría haber caído al estándar de una década atrás.

La regresión educacional en Honduras está marcada en el periodo 2017-2021. El área rural registra el 18, 9 por ciento de analfabetismo, donde se concentran 135.643 personas y en la urbana un 6 por ciento. Por lo que ahora corresponde sentar las bases, recordando que en 2006 y 2007, durante la Presidencia (2006-2009) de Manuel Zelaya, hubo un renacer en el tema educacional. Desde entonces y hasta ahora, la enseñanza en Honduras no había sido un tema de interés social.

La Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ) realizó una encuesta -a mil padres y madres que tienen niños entre 5 y 18 años de edad- en los 18 departamentos de Honduras. Aquí se demostró que no todos los niños y jóvenes en edad escolar estaban matriculados en las escuelas. 

Los argumentos para la inasistencia a los centros escolares, dijeron en ese momento, tenían que ver con la falta de acceso y medios para una educación básica. El 73 por ciento de los consultados no tiene dinero para pagar Internet. El 46 por ciento no posee ni puede comprar aparatos electrónicos para sustentar la enseñanza. 

Ante la pandemia, el 24 por ciento de los hogares del país centroamericano no enviaron más a los niños a la escuela por temor a que se enfermen. Otro 18 por ciento evitó llevarlos al colegio porque no les gustaban, ni les parecían efectivas, las nuevas modalidades virtuales aplicadas.

El actual ministro de Educación, Daniel Sponda, ha dedicado su vida a enseñar, también refiere que nació de una madre maestra. En su perfil de Facebook refiere “nací de una maestra abnegada y de las buenas. Ser profe es de lo mejor que me ha pasado en la vida. Gracias a todos mis estudiantes por darme la oportunidad de servirles”.

Durante una actividad reciente dijo que “para el 2024 vamos a declarar a Honduras como un país libre de analfabetismo. A corto tiempo estas alianzas (con Cuba) permitirán la preparación de docentes a nivel doctoral”. 

Para reducir a un 5 por ciento el analfabetismo en Honduras se prevé contar con 4.000 facilitadores, los seis colegios magisteriales, docentes y grupos de estudiantes de último año, indica desde allí un despacho de Prensa Latina. 

Y es que en el 2022, el ministro Sponda y el vice titular del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, Eugenio González, firmaron un acuerdo para la refundación del sistema educativo hondureño.  

A Cuba la precede el Premio Alfabetización Rey Sejong, que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) le otorgó en 2006, un reconocimiento internacional por el programa de alfabetización "Yo, sí puedo", como un modelo de enseñanza de nuevo tipo mucho más integrador y humanista.

El convenio con Honduras contempla la asesoría de un grupo de diez doctores cubanos en Ciencias de la Educación, que ayudan al propósito de la presidenta Xiomara Castro para darle una nueva dinámica a la formación de niños y jóvenes, además del objetivo principal de reducir el nivel de analfabetismo. 

En tal sentido, la Secretaría de Educación buscará erradicar el analfabetismo en Honduras con la cooperación del Gobierno cubano.

El analfabetismo en Honduras tiene más alto impacto en las mujeres: un 33,7 por ciento, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Según la encuesta, al porcentaje de la población de 15 años y más, al momento de aplicarles la boleta de información, declararon no saber y escribir.

Para combatir el analfabetismo en 128 municipios de la nación centroamericana, a través del método cubano ‘Yo sí puedo’ - programa que alfabetizó a millones de personas de unos 30 países- unos 123 educadores que integran la brigada de maestros cubanos llegaron a Honduras finalizando el 2022.  

El programa de alfabetización "Yo, sí puedo" fue creado por especialistas del Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC), dependencia del Ministerio de Educación de Cuba (Mined) basados en la idea del comandante en jefe, Fidel Castro.

La bienvenida a los maestros la dio el expresidente y actual asesor presidencial, Manuel Zelaya, quien resaltó la solidaridad de Cuba, aún después de seis décadas sometida a un fuerte bloqueo por parte de Estados Unidos (EE.UU.). “Bienvenidos los maestros de Cuba, de Fidel Castro, Raúl Castro, Camilo Cienfuegos, Ernesto Che Guevara, y de todo ese pueblo heroico que, a pesar de un bloqueo genocida, se mantiene en pie ayudando a los pueblos de América”, resaltó en su momento.

Precisamente este proyecto de cooperación fue frustrado por el golpe de Estado al entonces presidente Zelaya, el 28 de junio de 2009. Ahora se da continuidad a un programa similar iniciado en 2006, cuando el país estuvo encaminado a erradicar el analfabetismo.

El método

Las actividades educativas en Honduras se desarrollarán tres días por semana, con una duración de dos horas y 30 minutos. Durante ese tiempo, usarán un método de enseñanza de las letras a partir de los números, donde el participante y el facilitador trabajan para resolver los ejercicios propuestos en las cartillas. 

Más de 10 millones de personas por el mundo ya han aprendido a leer y escribir con el método cubano ‘Yo, sí puedo’, que hoy se extiende a Honduras. 

El recurso alcanza a los Iletrados Puros, o sea los que no han ido nunca a la escuela. También a los Semi-iletrados, que saben escribir alguna letra o palabra, pero lo han olvidado. Y a los  Iletrados Especiales, porque el programa existe en equidad para personas con alguna discapacidad intelectual leve, para sordos y en sistema Braille para invidentes. Está sustentado en el vínculo de lo conocido: los números, con lo desconocido: las letras.

El material docente consta de 65 video-clases, una sencilla Cartilla y el Manual del Facilitador (alfabetizador). Diez clases se dedican a la primera etapa de adiestramiento, 42 a la etapa principal de aprendizaje de la lectura y escritura, y 13 a la consolidación de lo aprendido. Para ello se asocia a cada letra con un número y cada una de ellas constituye una clase. Por ejemplo, la letra “a” se ha asociado con el número 1. 

La última parte de la cartilla requiere especial atención porque está destinada a las combinaciones trilíteras, de tres letras o más. Igualmente, se reconoce un objeto y su relación con la  palabra estudiada. O sea se vincula a una idea, a una oración, para cambiarla finalmente en la producción de palabras nuevas e ideas para comprender los fenómenos circundantes, de ahí su naturaleza concientizadora.

Cuando se finaliza este tramo del aprendizaje, se realiza un mes de perfeccionamiento en la lecto-escritura sin soporte audiovisual. 

Posteriormente, otro programa pudiera complementar el "Yo, sí puedo". Es el que permite completar los estudios de primaria: "Yo, sí puedo seguir". De acuerdo con el diario Granma, ha facilitado que aproximadamente 900.000 personas alcanzaran el nivel equivalente a sexto grado.

La destacada pedagoga cubana Leonela Inés Relys Díaz es la creadora del ingenioso método de alfabetización “Yo, sí puedo”. Ella disfrutó – hasta el momento de su fallecimiento en 2015- la inmensa alegría de conocer que más de 8 millones de iletrados en el mundo aprendieran a leer y escribir, favorecidos por la vocación solidaria de la Revolución Cubana.

Con solo 15 años, Leonela se sumó al ejército de 271.000 educadores, que convirtieron a Cuba en el primer país en la región libre de analfabetismo en 1961. Resultaron alfabetizados 707.000 cubanos, reduciendo el índice de analfabetismo al 3,9 por ciento de su población total. 

La aplicación del sistema cubano de enseñanza de bajo costo económico para la implementación, permite alfabetizar en solo siete semanas a grandes grupos de personas iletradas, tal como sucedió en Venezuela y Bolivia, que con su empleo eliminaron el analfabetismo. 

Es perfectible a ser adaptado a la identidad y a las necesidades específicas de cada individuo o comunidad y además del español, dispone de versiones en otros idiomas. Hasta el 2023, “Yo, sí puedo”, ha facilitado que más de 10 millones de personas de 32 países de América Latina y el Caribe, África, Oceanía y Europa, hayan aprendido a leer y escribir.

Según la Unesco, actualmente existen más de 700 millones de analfabetos en el mundo. La profunda herida de ser analfabetos es una problemática histórica que tiene solución.


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