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    A los cuatro años de edad estaba debutando en el teatro San Juan, de la misma parroquia, en Caracas.

Se le hizo costumbre viajar a Japón anualmente porque a partir de ella ese pueblo quedó prendado de la musicalidad venezolana, y la estudia y comparte.

Nació un febrero en Ciudad Bolívar y en un febrero también rindió tributo a la vida en Caracas la cantante venezolana que sacudió a Asia con su voz y su talento, no tan conocido actualmente como se debiera en su tierra natal. Edith Salcedo sigue siendo “La Negrita Cariñosa”.

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Venezuela ha sido una cantera de mucha producción cuando de vocalistas y creadores se habla. De igual manera, cuando se habla de sus ritmos y géneros propios, tan diversos como el paisaje del país caribeño y suramericano.

En un paisaje de mucha historia y con el soberbio río Orinoco acompañando su primer grito-canto nació Edith Salcedo en la histórica Ciudad Bolívar, en la región guayanesa, el 8 de febrero de 1937.

No alcanzó a descubrir en su infancia la belleza de su entorno pues con cuatro años de edad sus padres viajaron con ella a Caracas. Sabían que la niña poseía aptitudes vocales, y es que se pasaba todo el día la muchachita cantando todo lo que escuchaba en la radio de la casa. 

Foto: Cortesía

Ya en Caracas, un día un señor tocó la puerta del hogar: “¿Quien canta acá como los ángeles?”, y la madre: Mi pequeña hija Edith. “Hay que llevarla a la radio. Me ofrezco”, era Benito Quiróz, el llamado 'rey del galerón'.

A los cuatro años de edad estaba debutando en el teatro San Juan, de la misma parroquia, en Caracas.

Es así como comienza un asombroso periplo radial, para la todavía niña guayanesa, comenzando por un programa que se dividía en dos.

Ella lo contaba así, “era un programa que se dividía en 'El país de los niños', para los más pequeños y 'Pro Arte Infantil' para los más grandecitos. Yo estaba en el de los niñitos con Olga Teresa Machado, me acuerdo y luego me pasaron a Pro Arte con Marina Auristela Guánchez y Héctor Murga, entre otros”.

Al escucharla la invitaron al prestigioso programa “Voces Inéditas” en la emisora capitalina “Radio Libertador”, y refiere Edith: “El que quedaba de mejor se ganaba 10 bolívares y un pasaje para visitar algún lugar de Venezuela. Siempre me gané mis 10 bolívares, y mi pasaje”.

Es en ese competitivo ambiente radial donde se forma, pero además se forma con alegría porque compartía (y competía) con grandes de entonces como Magdalena Sánchez y Benito Quiróz, el transeúnte que la descubrió.

“Yo cantaba boleros, merengues venezolanos, valses, bambucos merideños, danzas zulianas, y cuando surgió Juan Vicente Torrealba comencé a interpretarlo. Fue una etapa muy valiosa donde aprendimos a hacer las cosas bien. Si te equivocabas, aparte de quedar en evidencia, tenías que comenzar de nuevo, en todo, pero en la radio, si te equivocabas, te ibas. A los 13 años ya era una profesional.”

Hasta entonces no cantaba con arpa, cuatro y maracas, sino acompañada con mandolina y guitarra. Aconteció en 1950.

Foto: Cortesía

Esta etapa de surgimiento de Edith Salcedo (y otras luminarias) se correspondió fundamentalmente con la aparición y desarrollo de la radio en Venezuela. Hay que tener en cuenta que la primera emisora venezolana surge en 1926 durante la dictadura de Juan Vicente Gómez, y fue clausurada dos años después.

En 1930 inició transmisiones la que luego sería Radio Caracas Radio y a partir de ahí comenzaron a florecer estaciones radiales en todo el país, y sobre todo en la capital venezolana. El mundo de la música (y del espectáculo) comenzó a desarrollarse en las emisoras. Y de eso dieron cuenta desde Benny Moré en Cuba hasta Alfredo Sadel en Venezuela.

La memoria de Edith Salcedo resalta que las estaciones radiales contaban con espaciosos auditorios, verdaderos anfiteatros donde las personas hacías largas colas (hileras) para entrar. Y era el aplauso del público asistente, más el premio en metálico o productos, el aliciente perfecto. En una oportunidad señaló: “El 50 por ciento de la felicidad de un músico reside en los aplausos”. Y vaya que la aplaudieron.

Edith pasó la infancia en el sector El Atlántico de Catia, zona de Caracas, plena de música y de difíciles situaciones: era el oeste de la capital. Estudió primaria en la escuela Nueva Caracas y su secundaria fue en el liceo Santos Michelena.

Los estudios universitarios culminarían ya casi retirada de la escena artística. Había comenzado a estudiar Administración en la Universidad Central de Venezuela, y la carrera quedó inconclusa, por causa del arte que la dio a conocer universalmente: el canto, la música. Hay que señalar que, con el tiempo se inscribió en la Universidad Simón Rodríguez y egresó como Licenciada en Educación, mención Desarrollo Cultural.

La televisión

Le fue muy bien a Edith tanto en la radio como en presentaciones personales en diversos lugares. Le ayudó mucho haber accedido a la naciente televisión en Venezuela, que aconteció hacia 1952.

Había comenzado en la Televisora Nacional, pero fue en el “Show de las 12” con Víctor Saume, 'el tio Saume' donde el país la pudo conocer y admirar por su prestancia y su voz. Además de eso, fue Saume quien la bautizó como “La negrita cariñosa”.

Alternó Edith con las grandes luminarias de su época, de esa gloriosa década de los cincuenta en el mundo musical venezolano. Fue combinando sus presentaciones televisivas con los espectáculos y los estudios hasta que llegó la gran oportunidad.

En 1957 presentó su primera producción, Edith Salcedo con la música venezolana, álbum compuesto por 12 temas y promovido por Discomoda. Y comenzaron las giras.

En Maracay la vieron unos estadounidenses que quedaron maravillados con su voz y su calidad, y de inmediato la contrataron para una gira por ocho ciudades de los Estados Unidos (EE.UU.), a cargo de una cadena de hoteles de alcance mundial, pero el contratante le pidió a Edith y al grupo que no se presentaran en Liqui liqui, traje típico de los llanos de Venezuela.

Alegó que eran trajes muy blancos y que sumado a que los idiomas eran distintos las presentaciones se complicarían. Edith lo comprendió y fue así como surgió para el grupo el nombre de “Los Colorámicos”.

Contaba ella que entonces se la pensaron para que ese público escuchara la música con los ojos. De ahí diseñaron vestuarios muy coloridos para ella y para todo el grupo, y no solo eso, hicieron diseño de coreografías para que visualmente los músicos lucieran sus habilidades, por ejemplo, el gran Máximo Teppa, el maraquero, se lanzaba al piso y hacia acrobacias con las maracas, y el maestro arpista Ramón Hernández hacía malabares con el arpa.

Hacia Japón

Se convirtieron en todo un suceso y esa gira a EE.UU. fue muy exitosa. De EE.UU. pasaron a México y vivieron situaciones difíciles por no tener visa de trabajo sino de turistas. El asunto se resolvió al Antonio Aguilar incorporarlos en su espectáculo musical y Mario Moreno 'Cantinflas' anotarlos para la reseña cinematográfica de Acapulco.

Fue en México donde los vio un empresario artístico japonés quien quedó maravillado con la voz de Edith y con la vestimenta del grupo. Cuando supo que eran venezolanos la emoción le creció.

Ya el tema “Moliendo café” creado por Hugo Blanco (y registrado por José Manzo, su tío) se había impuesto como instrumental en diversas estaciones japonesas. Ese detalle lo tomó en cuenta el empresario, quien contrató al grupo con la condición de que Edith cantara la versión (su letra) pero en japonés.

Edith señala: “claro que retornamos a Venezuela a preparar esa gira y casi que salimos enseguida para Asia. La letra que llevamos a Tokio fue distinta a la que se conoce en Venezuela, la de “Cuando la tarde languidece renacen las sombras...”.

Para Japón fue la letra que trataba de una muchacha que tomaba café y que gracias a eso tuvo su primer beso de amor. La canción fue grabada en Venezuela por el sello Discomoda y en Japón por King Records. El éxito fue rotundo.

“Moliendo café” le permitió a Edith Salcedo y su grupo presentarse en más de 14 ciudades en Japón y realizar una gira por varios países asiáticos, entre ellos, Corea y Tailandia. Fue la primera artista venezolana que actuó en Japón, en 1964.

Colombia, México, el Caribe, Estados Unidos de Norteamérica, España, Portugal, Francia e Italia entre otros serían destinos seguros para sus presentaciones. “La negrita cariñosa” atesoraba, además de Moliendo Café un excelente repertorio venezolano que divulgó y multiplicó la belleza y riqueza de la música de Venezuela por el mundo. Realmente fue una embajadora.

Soledad y amor

Edith Salcedo fue muy apegada a su familia, fundamentalmente a su madre, gran apoyo en todos sus emprendimientos. Solo a la muerte de su madre, Edith se casó (a los 39 años) y lo hizo con un japonés con quien se fue a residir en Hawai.

Ella siempre comentó que la ausencia física de su madre fue la que la motivó para su matrimonio. Vino después la separación conyugal. Edith Salcedo no tuvo hijos.

Siempre retornó a Venezuela y siempre tuvo muy clara su superación personal y profesional. Dejó grabados diez discos de larga duración. Son célebres sus interpretaciones de los temas “El Cachicamo” de Eduardo Pérez y José María Jiménez, “Amorcito de mi vida”, de Augusto Bracca, “Alma cumanesa” y “Río Manzanares” de José Antonio López, “El totumo de Guarenas” de Benito Canónigo, entre otros, además de, claro, “Moliendo Café”, entre muchos otros.

Se le hizo costumbre viajar a Japón anualmente porque a partir de ella ese pueblo quedó prendado de la musicalidad venezolana, y la estudia y comparte.

“La negrita cariñosa” se retiró del mundo de las presentaciones hacia 1995, y se mantuvo muy activa estudiando y ejerciendo la docencia a través de actividades socio culturales en su tierra natal, Ciudad Bolívar. Mantuvo durante años un espacio radial y además de reconocimientos y condecoraciones fue declarada Patrimonio Cultural del estado Bolívar.

Fijó su residencia en Puerto Ordaz y viajó a Caracas para tratarse un problema pulmonar que no pudo superar.

El día de San Valentín, 14 de febrero de 2022, Edith Salcedo cambió de paisaje. Con su partida se cierra un ciclo muy intenso y hermoso que la tuvo como protagonista.


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