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  • La Covid-19 va en escalada en Chile, la capacidad hospitalaria ya está al borde del colapso. En las zonas más humildes de la capital, la gente tiene enfrente la difícil elección de arriesgarse a morir de coronavirus o de hambre.
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    La Covid-19 va en escalada en Chile, la capacidad hospitalaria ya está al borde del colapso. En las zonas más humildes de la capital, la gente tiene enfrente la difícil elección de arriesgarse a morir de coronavirus o de hambre.

La epidemia ha puesto las cosas claras en Chile. Ahora, tal como en 1983, 2001, 2006, 2011 o 2019 revienta el “modelo chileno” con protestas que contienen un grito: ¡tenemos hambre!

“Sí, el Piñeravirus es más mortal que el coronavirus. Pero más que Piñera, es responsable una élite política en Chile que lleva por lo menos 30 años administrando la institucionalidad de Pinochet”, expone en entrevista exclusiva Simón Timichelle González Monarde, historiador y miembro de Red de Abastecimiento Territorial de La Pincoya, una comunidad del norte de Santiago, en la actual comuna de Huechuraba.

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Entre el hambre y la Covid-19

“Por eso -continúa- cuando Michelle Bachelet aparece criticando la respuesta sanitaria de Sebastián Piñera, el actual mandatario, busca desentenderse de una realidad, que ella, tanto como ministra de Salud de Lagos y presidenta de Chile en dos ocasiones, ayudó a producir. Por eso la falta de honestidad, la hipocresía y el oportunismo de la élite política en su conjunto, es brutal”.

La epidemia ha puesto las cosas dramáticamente claras en Chile. Ahora, “tal como iniciaron los ciclos de protesta en 1983, 2001, 2006, 2011 o 2019”, revienta el “modelo chileno” con protestas que contienen un grito: ¡tenemos hambre!

La tensión provocada por las grandes movilizaciones, genera la reacción de las élites políticas que enmascaran todas las crisis en los últimos 40 años años, y también la sanitaria.

“Los que trabajan con la muerte”

La verdadera cifra de muertes por la pandemia en el país austral ha sido evidenciada cuando la periodista Alejandra Matus, a través de su cuenta de Twitter, hizo público un documento con el que descubre los muertos ocultos tras el número oficial. Entre 3 de marzo y el 29 de abril, el Registro Civil reportó 4.201 fallecidos por "enfermedad respiratoria". Mientras que el Ministerio de Salud -Minsal- reconoce 209 fallecidos por la Covid-19.

"Datos de Cementerio General revelan un aumento de 80 por ciento de muertes por causal respiratoria entre marzo 2019 y marzo 2020, y 24 por ciento para abril 2019-2020. Sepulturas por Covid-19 en ese período son apenas 20, 12 por ciento de las causales respiratorias consignadas en certificados oficiales", refiere la periodista.

Foto: Doble Espacio

Otro escándalo, no más vergonzoso que el grito de la multitud hambreada, es el de los empleados funerarios, quienes denuncian cómo “aparte de convivir día a día con el virus, tenemos que lidiar con la falta de respeto hacia nosotros por parte de los hospitales, que nos entregan fallecidos con certificados de defunción sin causal de Covid-19, pero cuando llegamos a retirar los cuerpos nos indican que ha dado positivo por PCR actualizado“. Esta es parte de la denuncia de Francisco Castillo, dueño de la Empresa Funeraria Castillo de La Florida, quien califica como una “irresponsabilidad tremenda” la entrega cuerpos contagiados sin informar la realidad.

También, insiste el funerario, deben lidiar con el Registro Civil que “no nos da prioridad para inscribir las defunciones y nos hacen esperar hasta tres horas, incluso con el fallecido arriba de la carroza“. Deben ir presencialmente a la comisaría a sacar los salvoconductos, lo que califica de ineptitud de “las autoridades con las personas que trabajamos con la muerte”.

La peor cara del neoliberalismo

Cuando han pasado tres meses desde el primer caso reportado en Chile, el  registro es de 148.496 personas contagiadas y 2.648 personas fallecidos, en la primera decena de junio 2020.

El historiador titulado en la Universidad de Santiago de Chile, Simón Timichelle González Monarde, declara a TeleSUR que “la situación es de incertidumbre, no se sabe hasta cuándo aumentarán los contagios, cuándo se acabará la epidemia, ni cuándo volverán a manifestarse las personas. Mucha gente no va a los centros de salud porque están colapsados. Y si lo hacen, es cuando están graves, en cuyo caso, como “solución” les dicen que primero se hagan el PCR del Covid-19 que demora como mínimo en el sistema público, una semana en dar los resultados. Ésta prueba médica, de forma particular, tiene un costo sobre los 25.000 pesos, o sea, unos 35 a 40 dólares mínimo y puede ser más caro. Entonces, cuando las personas llegan a ese extremo, ya es tarde para actuar”.

Foto: Agencia UNO

“La pandemia ha evidenciado el verdadero rostro del neoliberalismo -enfatiza- donde el sistema público no es capaz de responder. Por otro lado, también muestra la peor cara de la 'municipalización' de los servicios de salud, es decir, que estos no están centralizados por el Ministerio de Salud, sino que son administrados por las Municipalidad, y en el caso del seguimiento de los casos de Covid-19, no reciben ni un peso para financiar estas actividades”.

“Desde el 18 de mayo se reactivó la protesta social con la primera manifestación por hambre en la Comuna de El Bosque (zona sur de Santiago), como sucedió en varios lugares de Chile. A su vez, el Estado desde ese momento, reactivó los desalojos de tomas de terreno por parte de pobladores sin casa y de recuperaciones de terreno Mapuche, dejando a cientos de personas en la calle”.

“Con la idea de hacer proselitismo político con dineros fiscales, el Gobierno, en su intento desesperado por subir en las encuestas, decidió, entregar "canastas familiares" o cajas de alimentos al 70 por ciento del 40 por ciento más vulnerable. Esto también produjo que muchos alimentos, como las legumbres (en su mayoría importadas), subieron un tercio de su valor. Por ejemplo -continúa el profesor de USCH- los porotos burro de 2.000 a 2.800 pesos, y las lentejas de 1.200 a 2.000 pesos (los precios varían según el lugar). Así, el costo de la vida y de la alimentación, que ya ocupa parte importante de los gastos del salario de las familias, aumenta obligando a las familias a tener que alimentarse con comida de peor calidad o simplemente dejar de consumir alimentos sanos y que ayuden a fortalecer su sistema inmune en esta pandemia. Mientras el contagio está descontrolado, las grandes empresas presentan decretos a través de leyes existentes o proyectos de ley, orientadas a reactivar la economía de las Constructoras, Inmobiliarias, Mineras, Pesqueras, Forestales, Agroindustria, entre otras, con subsidios, préstamos, y endeudamiento del país con el Fondo Monetario Internacional”.

Violencia a la orden del día

Comunidades indígenas denunciaron represión por parte de carabineros en la región de Lonquimay. Desalojos injustificados, constantes y reiteradas amenazas de carabineros contra pueblos indígenas, personas de la comunidad mapuche y en especial el werken (vocero) Alejandro Treuquil, quien fue emboscado y ejecutado por desconocidos, justo antes de la reunión del líder indígena con el Instituto Nacional de Derechos Humanos -INDH- por denuncia de hostigamientos policiales desde el 13 de mayo.

Ahora solo queda la denuncia de la viuda por la amenaza de muerte que recibió el vocero indígena de la comuna de la Araucanía, por parte de los carabineros y un llamado  del Instituto Nacional de Derechos Humanos -INDH- a las distintas autoridades chilenas para que su muerte sea esclarecida con celeridad y diligencia. “El Consejo del Instituto Nacional de Derechos Humanos expresa su profundo pesar por el homicidio del werkén mapuche Alejandro Treukil Treukil, del lofWeNewen de la comuna de Collipulli, ocurrido la madrugada del 5 de junio”, dijeron.

Foto: El Desconcierto

A propósito, Simón Timichelle Monarde afirma que “en los últimos meses se han realizado más desalojos de tomas de terreno de pobladores sin casa y de fundos, realizados por comunidades Mapuche en todas las regiones, debido a que los dueños de estos terrenos son estas mismas grandes empresas. La situación de los pueblos ancestrales o indígenas, es aún peor, tienen pocas tierras para subsistir y darle un sustento a familias extendidas. Algo similar ocurre con los pequeños productores campesinos de alimentos, quienes venden su producción a bajo costo a empresarios camioneros que controlan los precios de alimentos. Mientras tanto esas grandes empresas, intervienen grandes extensiones de tierra o las siguen comprando. Es más, en los últimos días falleció don Julio Faundez en una recuperación de terreno, hecha por campesinos en el sur de Chile, los que fueron usurpados por la Forestal Arauco. Y ahora- denuncia- el asesinato en un ataque armado de encapuchados al líder mapuche de la comunidad WeNewen de Collipulli, además de herir a dos personas más”.

 

Diagnóstico de las organizaciones sociales

“Las medidas del Gobierno de Piñera van dirigidas a profundizar el modelo neoliberal. Limita a las personas el cambio de un fondo de pensión, moderniza el sistema de inteligencia y represión policial-militar con, por ejemplo, la llegada de funcionarios de la Marina (con el mejor sistema de inteligencia) a la Agencia Nacional de Inteligencia -ANI- y también con proyectos de ley orientados a entregar más facultades al Presidente de la República, los encargados de Carabineros y Fuerzas Armadas de inteligencia regionales y provinciales”, comenta en exclusiva para TeleSUR, el historiador y miembro de Red de Abastecimiento Territorial de La Pincoya.

Foto: El Desconcierto

“Es evidente que hacen diagnósticos de cómo operan las organizaciones sociales, con la idea de desarticularlas o disminuir su influencia. Asimismo, se asegura la impunidad judicial de los responsables (políticos y de los grupos policiales, militares y civiles) de la represión o asesinatos de líderes sociales o indígenas, lo que se ha visto profundizado con el Estado de Emergencia”.

“Solo el pueblo ayuda al pueblo”

Como estrategia de subsistencia, las familias más vulnerables del país se acercan cada día a la olla de alimentos, como a la memoria social de los barrios populares.

“El pueblo chileno ha reaccionado de diferentes formas. Por un lado, ha retomado y recuperado su memoria histórica haciendo las Ollas Comunes, un tipo de comedor popular que desde hace más de 100 años, los sectores populares han utilizado para enfrentar el hambre. Al menos en Santiago hay cientos de Ollas Comunes, donde se alimentan a muchas personas. Pero así como hay grupos comunitarios independientes que las realizan, los municipios o candidatos electorales en algunas partes de la zona sur de Santiago las están financiado”

La articulación social se agiliza y entrelaza en la pandemia, gracias a los cabildos ciudadanos generados durante el estallido social. La presencia femenina frente a la crisis, convierte a las mujeres en protagonistas.

“Son varios los sectores más vulnerables”, reseña el profesor Timichelle. “Según estudios de la Fundación Sol, el 38,9 por ciento de la fuerza de trabajo ocupada (3.6 millones) no tienen contrato de trabajo, la mayoría no tiene escolarización y realizan trabajos informales. Del 61,1 por ciento tiene contrato en ocupaciones de precaria remuneración, un 50 por ciento solo gana menos de 400.000 pesos (equivalente a unos 500 dólares americanos).

El alarmante nivel de desigualdad y precariedad en Chile, obliga a trabajar “a un 30 por ciento de adultos mayores, cuentan unos 11.5 millones de endeudados, más de 5 millones de morosos (estudiantes, deudores habitacionales, familias que necesitan alimentos, etc.), y 850.000 personas subempleadas”, detalla el historiador e insiste en el rostro femenino de la indigencia. Un 54,3 por ciento de los más pobres en Chile, son mujeres.

“Hay que destacar que muchas familias son encabezadas por mujeres. Ese es uno de los grupos más vulnerables, porque generalmente tienen empleos precarios en las colas de las ferias, comercio ambulante, o trabajos con contratos haciendo aseo, como nanas u otros trabajos. Además, muchas de ellas viven de allegadas o arriendan pequeñas casas o habitaciones”.

“Durante la crisis económica provocada por la pandemia, el Gobierno ha asegurado a las empresas que no les toquen su bolsillo, mientras ha dejado a miles de personas chilenas y migrantes en la calle. Aunque los datos no están actualizados,  ya había entre 500.000 y 700.000 familias sin casa”.

“Es cosa de ver como en Providencia -agrega- la alcaldesa Evelyn Matthei (hija del general Fernando Jorge Matthei Aubel, excomandante en jefe de la Fuerza Aérea de Chile y ex director de la Academia de Guerra Aérea), dejó por dos meses a cientos de bolivianos viviendo en una plaza, sin entregarles ningún apoyo o facilitar un albergue en escuelas vacías, situación que fue resuelta por el alcalde Daniel Jadue -del Partido Comunista de Chile- quien les entregó a 500 personas un albergue en Recoleta, comuna ubicada en el sector norte de la ciudad de Santiago, capital de Chile”.

“En las zonas rurales, en especial al norte de Santiago, la sequía los está golpeando, al tiempo que la privatización del agua asegura este recurso a las empresas de paltas o agroindustria, y no a los pequeños campesinos, ni siquiera para consumo humano. En los últimos años, miles de personas se abastecen de agua a través de camiones aljibes”.

Un gran por ciento de la producción de palta -aguacate- se obtiene al costo de secar los ríos y dejar a las comunidades sin agua para su consumo. Las empresas exportadoras, mantienen el negocio sembrando miles de hectáreas en terrenos no aptos para el cultivo, arrasando la agricultura familiar.

Chile vive una sequía tan peligrosa -afecta a más del 60 por ciento de la población nacional- que podría golpear más que la pandemia. Hay cosas que el país ya no resiste.

Alternativa de sobrevivencia

El distinguido profesor de la Universidad de Santiago de Chile, Simón Timichelle González Monarde, es miembro de la Red de Abastecimiento Territorial La Pincoya,  que intentan con esfuerzo “ser una alternativa la economía neoliberal, que durante décadas se ha alimentado de nuestra hambre. Aquí, las y los protagonistas somos las familias pobladoras, y no el municipio ni las ONG. La mercadería recaudada es ayuda para familias enfermas o cesantes y se transforman en canastas solidarias o mercadería para olla comunes”.

“Son redes colaborativas entre individualidades y organizaciones, algo que hace años no ocurría de esta manera. Desde octubre del año pasado, en Chile han pasado muchas cosas, y eso ha acelerado algunos procesos históricos, en especial la organización y la politización de la sociedad chilena”.

“Mi familia y yo nos contagiamos de Covid-19. Lo hemos pasado bastante mal. Hay personas que se mantienen estables y otras se ven muy afectadas. Las redes de solidaridad tienen una buena respuesta en estos casos, ya que ir a un centro de salud significa esperar horas la atención para que te envíen a realizarte un PCR”.

La Covid-19 va en escalada en Chile, la capacidad hospitalaria ya está al borde del colapso. En las zonas más humildes de la capital, la gente tiene enfrente la difícil elección de arriesgarse a morir de coronavirus o de hambre.


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