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  • África cuenta con el 11 por ciento de la población femenina de todo el mundo. Diferenciadas por regiones, clases sociales, culturales y grupos generacionales, las mujeres en su mayoría jóvenes, conforman el 51, 2 por ciento de toda su población.
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    África cuenta con el 11 por ciento de la población femenina de todo el mundo. Diferenciadas por regiones, clases sociales, culturales y grupos generacionales, las mujeres en su mayoría jóvenes, conforman el 51, 2 por ciento de toda su población.

Lo mejor de estas historias, es que siempre las mujeres llevan riqueza a sus países de origen.

Los viajeros llevan cargas demasiado grandes en cualquiera de los tres trenes. La Gazelle, es el más directo y cómodo de todos para llegar desde el puerto de Pointe Noire, en la costa atlántica del Congo, distante a unos 600 kilómetros sobre rieles hasta la ciudad capital, Brazzaville.

Para quienes han atravesado montañas, durante varias horas de trayecto, los oscuros túneles y curvas cerradas, con restos metálicos que testimonian los descarrilamientos previos, hacer un alto en el paso a nivel del ferrocarril Congo-Ocean, en el Boulevard Alfred Raoul de Brazzaville, es lo mejor. Solo si te reciben las mujeres comerciantes con todo tipo de alimentos locales.

Es el centro de la ciudad, al sur de la basílica de Santa Ana. Aquí las vendedoras son mayoría, con un ágil expendio de panes, bolsitas de agua, frutas, verduras y otros comestibles elaborados por ellas.

Para el que sigue viaje o llega a la ciudad, salta a la vista la simpatía de las vendedoras, quienes compiten por el comprador. Hasta allí, ha llegado inesperadamente el exministro congoleño de Zonas Económicas Especiales, Alain Akouala Atipault, y no ha podido hacer menos que alentar el empoderamiento de las comerciantes congoleñas, por su dinamismo y valentía.

En el Congo-Brazzaville hay 758.885 mujeres, de las cuales un 74  por ciento son comerciantes. La mujer del África subsahariana, produce un 80 por ciento de los alimentos básicos, solo recibe un 10 por ciento de los ingresos generados y controla solo el uno por ciento de la tierra.

Las mujeres -más de la mitad de la población general del Congo- cruzan todos los días los pueblos, para ganar lo suficiente con que alimentar a sus familias.

Acerca de mujeres

“Si alguien piensa que hablo mucho sobre mujeres, que espere a escuchar todo lo que tengo que decir”. Es la frase completa que expresó hace un año ante el Parlamento de Etiopía, la primera mujer electa como jefa de Estado: Sahle-Work Zewde y actualmente la única con tal rango en el continente africano.

África ha tenido pocas presidentas, la premio Nobel de la Paz liberiana Ellen Johnson-Sirleaf y la malauí Joyce Banda. Destacable, aunque “ellas”, son mucho y muchas más.

También la brecha de género se abrió paso de una dolorosa manera en Ruanda. Es la nación con mayor porcentaje de representación femenina en el Parlamento y el único del mundo que supera el 60 por ciento. Para un hemiciclo de 80 personas, 49 diputadas es todo un hito.

Pasó un cuarto de siglo del genocidio que dejó al país con más mujeres que hombres. En 1994, más de 500.000 mujeres fueron violadas, horrenda página de la vida nacional, que tratan de no repetir insistiendo en la educación de sus hijos. Aunque no todas tienen la posibilidad de estudiar, al menos eso aseguran en el colegio Safe School for Girls de Ruhango, donde se educa desde el feminismo.

Seis países africanos, están entre los veinte países del mundo por el número mujeres parlamentarias: Ruanda, Sudáfrica, Namibia, Etiopia, Senegal y Mozambique.

Aunque es tradición que las mujeres tengan mucha familia y que no acaben su educación, las que lo logran, abandonan los centros escolares en la temprana adolescencia. Cuando vas a las estadísticas, aprecias cómo en general a las escuelas africanas asisten menos niñas, que niños. O sea, 9 millones de niñas no irán a la escuela, por los 6 millones de niños ausentes de la docencia.

 

África cuenta con el 11 por ciento de la población femenina de todo el mundo. Diferenciadas por regiones, clases sociales, culturales y grupos generacionales, las mujeres en su mayoría jóvenes, conforman el 51, 2 por ciento de toda su población.

Donde se libra la vida

Un creciente número de mujeres encabezan el emprendimiento agroalimentario, de variadas escalas en África, que en algunos casos aportan innovadores productos para combatir la desnutrición infantil.

Aunque no hay estadísticas de cuántas mujeres participan en negocios vinculados a la alimentación y la agricultura, la Red de Mujeres Africanas en “Agronegocios”, confirma que trabaja en 42 de sus países, con 1.600 redes femeninas en diferentes sectores. Son líderes porque mantienen a sus familias, donde más de 3.000 millones de personas no pueden permitirse una dieta saludable.

Oluwaseun Sangoleye parió un niño bajo peso. Donde vivía, alcanzó algunas fórmulas para bebés, a las cuales su niño hizo intolerancia y desarrolló raquitismo. Es ahí donde nace la iniciativa de hacer una formula alimentaria con productos locales en Nigeria.

“Mi experiencia personal, me hizo percibir la escasez de soluciones alimenticias, económicas y abundantes en nutrientes para bebitos y niños pequeños”, dijo esta emprendedora que se ha dado a conocer, por sus productos destinados a niños de seis meses a tres años, para familias con bajos y medios ingresos.

En Nigeria, el país más poblado del continente, la situación alimentaria se agrava, tras diez años de violencia. Entre el terrorismo, las contiendas entre agricultores y ganaderos, la corrupción y tantos males de base, aumenta la crisis humanitaria en un territorio rico en petróleo y gas natural.

La miseria y la inseguridad, es lo que abunda entre los casi dos millones de desplazados, más de 22.000 desaparecidos y 7,7 millones de personas, que necesitan asistencia urgente. En medio de ese escenario, una mujer como Sangoleye lucha por la vida.

Producir, no importar

Así mismo, Miriam Nalomba encontró la respuesta a sus necesidades en el África central donde nació. La tanzana utiliza desde 2014, el sorgo, la yuca, el mijo y el maíz naranja, a lo que le agrega vitamina A para el alimento infantil.

La parálisis económica de la pandemia no la detuvo. Por utilizar productos sanos, de su propia área, pudo sobrellevar el negocio. Muchos otros cerraron por obligaciones sanitarias, o por depender de elementos foráneos.

El uso de las producciones del país, para una población de 57.300.000 habitantes, tiene un efecto multiplicador en el bienestar de cualquier pueblo. Particularmente importante en el centro y sur africano, donde -refiere la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)- la desnutrición crónica afecta a 39 por ciento de los niños menores de cinco años.

“No podemos usar alimentos importados para combatir la desnutrición; los cultivos locales pueden producir alimentos nutritivos”, dice Miriam Nalomba, lamentando no poder expandir su emprendimiento por la situación de la Covid-19.

Sin embargo, este tiempo la ayudado a entender que debe producir sus paquetes de complemento nutricional en tamaños pequeños, para darle la oportunidad de acceso a quienes tienen menos ingresos económicos. De igual manera, lamenta la falta de conectividad, para vender productos.

Pero quienes necesitan comer, lo más probable es que no tengan al internet como una prioridad, o ningún acceso a ello. La actual escasez e inseguridad alimentaria enfatiza el contexto de vulnerabilidad general y la pobreza de ingresos.

¿En un mundo de hombres?

Igual piensa Jolenta Joseph, nacida y criada en esa misma porción africana, para quien dirigir un negocio en un mundo protagonizado por hombres es una tarea difícil. Ella tiene un solo compromiso y es con los hambreados, bien conoce ese flagelo.

La pandemia ha hecho que disminuya la venta de su harina, cuando más la necesitan para comer. Va por un diez por ciento menos, en la gestión de venta de su producto, basado en camote o batata, pulpa de maíz y frijoles. A ello le han añadido, vitamina A, hierro y zinc. Sus harinas nutritivas benefician a más de mil agricultores-productores y llegan a más de 10.000 destinos-consumidores.

En Tanzania, las fuentes de agua son cada vez más escasas. Han dejado a 500.000 niños en carestía de comida. Pero el hambre afecta en los últimos tres meses a un 80 por ciento de la población.

La severa sequía ha empeorado la disponibilidad de los alimentos, por lo que el país continúa en el listado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), entre los que no han logrado reducir a la mitad la proporción de personas con desnutrición crónica. Cuánto más pudieran hacer emprendedoras como estas.

La riqueza a casa

Lo mejor de estas historias, es que siempre las mujeres llevan riqueza a sus países de origen.

Las ideas de Yacine Nguebane han trascendido los mares. Nacida en el África occidental, no concibe la idea de producir alimentos que no sean ecológicos para los propios africanos. Su país natal, Senegal, tiene una población de casi 16 millones de personas y ,según la ONU en su índice de desarrollo humano, está entre los que peor calidad de vida tienen en el mundo.

Algunos niños famélicos, logran ser llevados por ayuda a escasos y distantes centros de salud. Los remanentes de la cosecha anterior se agotan y aún quedan tres meses para terminar el año. La malnutrición crónica es resultante de la pobreza y una dieta baja en nutrientes para los niños.

Es fácil nacer en África. El segundo continente -después de Asia- más poblado del planeta, con un estimado de 1.320.000.000 personas. Como lo es también, perpetuar los problemas de crecimiento y desarrollo cognitivo, por una alimentación malsana.

Una encuesta nutricional arrojó que en Senegal más del 20 por ciento de los niños menores de cinco años sufren malnutrición aguda. La encuesta calla el número de muertos, pero grita la falta de posibilidades alimentarias de toda la región.

Las primeras víctimas son las mujeres, dice Yacine Nguebane. Las que conciben y traen al mundo a los africanos. En el ámbito familiar, el sistema es de producción agrícola, por lo que las mujeres deben guardar una parte de lo cosechado, para venderlo o cambiarlo por otros productos.

Cuando se produce poco, ellas son las primeras en dejar de comer, para alimentar a sus hijos y a sus viejos. Vender y comprar para cubrir las necesidades primarias.

Yacine ha visto cómo empresas extranjeras explotan a la tierra africana, vertiendo sobre su suelo gran cantidad de fertilizantes e insecticidas. Con el cuento de que matarán el hambre, nos exterminarán a todos. Entonces, a Yacine se le ocurrió crear una empresa que cultive y respete el suelo en que nació.

Hay que ser mucha mujer para mirar más allá de lo cotidiano, en medio de tanta precariedad. En África se cultivan productos sanos, para venderlos en Europa, dice la emprendedora. “Nosotros buscamos el mejor producto no para venderlo fuera, sino para comerlo aquí, para los africanos”. Así fue dado a conocer a través de la “Comisión de Mujeres, género y desarrollo”, promovida por la Unión Africana, para incentivar su participación y empoderamiento en el ámbito empresarial.

La combativa senegalesa dice que su iniciativa provee una amplia participación femenina en las tareas agrícolas. Actualmente hay muchas mujeres ganando el sustento en las plantaciones -afirma- pero son gestionadas por un hombre.

En su experiencia, a veces es difícil negociar con los hombres que tramitan las cooperativas. La ventaja que ve, es que a la hora de tomar decisiones, las mujeres que trabajan en el campo, pueden entender mejor el resultado de las técnicas ecológicas que utilizan y defenderlas.

Ellas, los verdaderos diamantes

Gofa Sithole nació en Majalapye, Botsuana, muchísimo después que se decretara la independencia. La nación, que fue descrita como un "gran terreno sin caminos", con poca esperanza de un progreso, celebra su fiesta nacional cada 30 de septiembre, en evocación a 1966.

En el pequeño país colonizado por Inglaterra -Botsuana es más o menos, del tamaño de Francia- solo existían 12 kilómetros de carreteras pavimentadas, pocos hospitales y una dependencia de la agricultura de subsistencia. Consecutivamente al “desprendimiento” colonial, un golpe de fortuna los llevó a descubrir bajo su suelo, un lecho de diamantes, hasta convertirlo en el mayor productor del mundo, de esa piedra “preciosa”.

Quizá la verdadera gema, brille más cuando las empresarias dejen de ser “una cuestión de supervivencia”, y se convierta en un elemento estructural para la diversificación económica en un país donde la mujer representa el 52 por ciento del total poblacional.

Esta nación atípica, según el Foro Económico Mundial, está caracterizada por una alta presencia femenina en el mercado laboral, con un 31 por ciento de los altos mandos corporativos encabezado por una mujer, frente al 25 por ciento de media en el conjunto del mundo.

Botsuana no impide el derecho a la propiedad y la herencia, sin embargo, aun la mayoría de los activos están en manos de los hombres.

Por su característica, la obra de “GofaModimo Sithole” trasciende fronteras. Fue más allá de su desértico pueblo, donde un par de hoteles o una zona de mercado la puedan mostrar. Los diseños originales conservan el típico multicolor africano y un estilo único en los trajes femeninos y masculinos. Conocida por ataviar a mujeres de algunas partes del mundo, mandatarios africanos y hasta féminas de concursos de belleza, que aún prevalecen.

Por ejemplo, Julia Tsile, quien se convirtió en la “cara de África”, en las revistas de modas sudafricanas, al ser advertida por la empresaria botsuanesa. La modelo africana considera que Botsuana tiene una gran cantidad de diamantes en bruto, en alegoría a las mujeres de su país, con grandes potencialidades para el trabajo.

Para que no estemos solas

Sin embargo, es Uganda el país con mayor movimiento de mujeres emprendedoras de África. Y está, junto a Botsuana, entre los cinco más notables del mundo.

Con mayoría respecto a los hombres, algunas escuelas las enseñan a ponerse de rodillas frente a sus maestros, quien les explican: “es un signo de respeto frente a los hombres”. Se les dice que pueden trabajar, siempre que estén en casa antes de las cinco de la tarde, para atender al marido. La mayoría trabaja en el campo y los hombres venden lo que ellas cosechan, por tanto, son quienes manejan el ingreso económico.

Todo este escenario de contradicciones, le hizo entender a Myriam Nabasirye, que la realidad puede ser otra. Por lo que fundó una sociedad que ayuda a más de 600 mujeres, para iniciar actividades autónomas de comercio, la pesca o el sector textil.

Desde muy joven ha escuchado de las vejaciones a las mujeres en toda el África, la ablación, el maltrato. Ha visto la discriminación contra las explotadas o en riesgo. Entonces, “conocí el sistema de microcrédito y experimenté beneficios al emprender un pequeño negocio, para sacar a mi familia de la marginación”.

Son pequeños pasos, que nos llevan en sentido contrario a la miseria y a la exclusión. Este es un país donde las mujeres carecen de muchos derechos, incluso el de poseer la tierra. A muchas de ellas, se les niega el acceso a la vida laboral, a los servicios sanitarios y a la enseñanza. “Significa contribuir al desarrollo de nuestro país y a la construcción de un mundo más justo”.

Para Myriam, es muy importante la formación de las jóvenes. Las diferencias socioculturales y la desigualdad de género, son factores que les impiden el acceso a los servicios, especialmente en las zonas rurales.

Un 48 por ciento de las ugandesas se casa antes de los 18 años o una mayoría abandona los estudios para acometer sus planes, lo que conduce a ejecutar sus proyectos sin demasiado resultado. Un 77 por ciento de la mujer africana es analfabeta.

Ya tenemos suficiente con “la pandemia en la sombra”, la “habitual” violencia a la que la mujer está sometida.

Estudiar, prepararse, es lo que las ayuda a tomar las mejores decisiones, dice y piensa en sus caras, en sus historias. Aunque, de cualquier modo las llevará frente a Asís, para que el santo patrono les devuelva la justicia y la esperanza. “Para no dejarlas nunca más solas”.

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