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Roberto Torres, músico cubano de amplia trayectoria en el Caribe tuvo la ocurrencia de combinar la charanga con el vallenato, y con esa sabrosa modalidad grabó el tema de Simón Díaz.

No lo tenía así en sus planes doña María Magdalena Márquez de Díaz; el destino le jugó la afortunada broma del ocho. Simón Díaz nació el día 8 del mes 8 de 1928 a las 8 de la mañana, según dijo. Y fueron 8 hermanos. En ese entonces la población de Barbacoas pertenecía al llanero estado Guárico. Simón, en lugar de doble nacionalidad internacional la tuvo regional porque el gobierno de Juan Vicente Gómez le cambió la frontera al pueblo y lo colocó en el estado Aragua.

El padre de Simón, Juan Bautista Díaz fue muchas cosas además de excelente padre: barbero, carpintero, maestro de escuela, escribiente, secretario de un juzgado, desollador de reses, prefecto… y músico.

Tenía Simón 12 años y muchas mudanzas a cuestas cuando murió su padre. Asumió entonces la manutención del hogar de su madre y sus 7 hermanos. Fue alpargatero, becerrero, bodeguero y atrilero hasta que por obra y gracia de un atril precisamente se hizo cantante, que ya compositor era.

El tránsito

Corría 1945. La familia Díaz Márquez estaba residenciada en San Juan de los Morros por decisión de la madre, María Magdalena. Simón trabajaba en una cooperativa recogiendo los cables de la orquesta “Siboney” y grupos que se presentaban en el teatro de la cooperativa. Para el momento feliz de su debut musical contaba con 16 años pero seguía con los pantalones cortos, como se estilaba para su edad. Simón recogía los cables, acomodaba las cornetas, los micrófonos, los atriles y hasta hacía pruebas de sonido. Las pruebas no las hacía con el atormentador estilo de “probando, un dos, probando” sino con chistes, humoradas llaneras y canciones de su gran favorito, Rafa Galindo. El caso es que una noche faltó el vocalista de la orquesta y ante la emergencia le pidieron a Simón que lo supliera. El de Barbacoas no lo pensó dos veces y se fajó con “Dos almas”, tema que posteriormente grabaría con su estilo jocoso, convirtiéndose en gran éxito discográfico. La historia es que se le olvidó la letra y comenzó a hacer sonidos guturales para suplir la ausencia de letra, y fue un éxito: Dos almas que en el (tun curutuncutun cuntuncun)

Vendría luego su viaje a Caracas, sus incursiones radiales, televisivas y cinematográficas.  Las puertas no se le abrieron porque fuera encopetado o bonito galán. Simón echó mano del recurso natural que llevaba en su sangre: su amor a la tierra, a su raíz, a sus tradiciones. En Caracas estudió todo lo que pudo y quiso y no se dejó encandilar por los faroles. Su luz interna era más poderosa y aunque con el tiempo hizo uso de variados géneros musicales, fue la tonada la razón de su ahínco. Corría peligro la tonada como corrían peligro casi todos los cantos de trabajo: desde el canto de los mineros, hasta los cantos de pilón y de lavado. Avanzaba la modernidad y a veces esa modernidad no está dispuesta a dejar espacio a la memoria que de golpe a muchos se les pone corta. De los cantos de trabajo era el de la faena de ordeño el más cercano a él. No es casual que en su primer disco de larga duración incluyera la Tonada del Cabrestero, como una clarinada hasta siempre. Esta tonada, junto a Sabana y la Tonada de Luna Llena instalaron en todos el alma y el paisaje...
La historia le reconoce ese mérito colosal. “Qué sería de la tonada si no existiera Simón” dejó cantado Alí Primera como muestra de gratitud en nombre de todos.

Periplo

Cuando llegó a Caracas Simón Díaz tenía 21 años. Era 1949 y pudo encontrar empleo enseguida así como también pudo estudiar en la Escuela Superior de Música. Logró tener un programa radial de alta difusión y alcance nacional en el que apuntaló la música y la creación no sólo de él sino de muchos músicos venezolanos.

Hacia 1963 Simón Díaz dio otro salto importante cuando la buena fortuna le permitió conocer a Hugo Blanco, quien estaba consolidado como músico y como productor discográfico, justo lo que necesitaba Simón. Con él y de su mano firmó su primer contrato con un sello disquero, el Palacio de la Música, y también participó en el álbum Parranda Criolla con dos temas: Por Elba y Matagente.  Ese es el antecedente de su primer álbum como solista, el legendario “Ya llegó Simón”, dado a conocer en 1964 y en el que, además de temas jocosos como el Superbloque y Cigarrón Colorao está incluida esa legendaria primera tonada de su autoría: La Tonada del Cabrestero.

 

Tenía una postura social y solidaria tan de él, tan de vida, que con ella también daba ejemplo del sentido de pertenencia, además sin gritos, con palabra grata y con su  canto. Por eso sus temas (hermosos) e interpretaciones (irrepetibles) generaban frutos.

Acudía siempre al llamado en cada concierto  solidario y era un excepcional animador en los eventos por la Paz de los pueblos. Eran tiempos en que la música venezolana se había convertido en poderosa herramienta y manifestaba con sus propias características su mensaje firme, digno y esperanzador. No había jefes. Todos eran soldados de la causa musical reivindicadora de lo nacional: Guaraguao, Lilia, Cecilia, Un Solo Pueblo, Ricardo Aguirre, Gualberto, Ahora, Alí, Gloria, Otilio, Anselmo, Luís Mariano, y muchísimos más, inclaudicables, todos en la faena liberadora.
Ya Simón había vuelto añicos el paradigma de la etiqueta que se había impuesto para reconocer una voz “hermosa”. No sólo había roto el paradigma: se había reído de él y el  pueblo venezolano lo premiaba. Porque ¿qué otra cosa no eran El super bloque, Por Elba y El peine?

 

También tuvo la triunfal osadía de proyectar el campo sobre las urbes de todo el mundo, y el mérito de incorporar sus temas a los que ya habían divulgado el nombre de Venezuela por el planeta, como Alma llanera, Ansiedad y Moliendo café entre ellos. El Becerrito, Caballo Viejo y sus Tonadas, dan fe.

 

Simón Díaz falleció el 19 de febrero de 2014 en Caracas, a la edad de 85 años por deterioro de su salud. En ese momento la derecha fascista de Venezuela mantenía el violento e incendiario sistema de Guarimbas atentando contra la paz. Ese hecho impidió que a Simón Díaz el pueblo venezolano le rindiera los honores que merecía. Fue un suplicio y un dolor nacional no poder acercarse a sus restos para dejar testimonio de la querencia. Querencia que se mantiene.

La vuelta al mundo en un caballo

“Cuando el amor llega así/ de esta manera/ uno no se da ni cuenta”, pero en el caso particular de este tema todo el mundo se dio cuenta de que estaba ante una composición de profundidad sencilla y belleza inagotable. Simón Díaz plasmó en esta pieza el sentimiento amoroso asumido por un hombre de pueblo que enfrenta la fogosidad del amor y la serenidad reflexiva de la vejez.
“Caballo viejo” reeditó para Venezuela el recuerdo y la gloria de sonados triunfos como los de “Ansiedad” y “Moliendo café”.

“Caballo viejo” fue compuesta en 1980 y tiene tal cantidad de versiones en tan diversos países que se hace muy difícil su seguimiento.

Ese mismo año de 1980 Fue grabada por Mirtha Pérez en su álbum “Canto a Venezuela” de Suramericana del Disco, y fue grabada por Simón Díaz en su álbum “Golpe y Pasaje” del sello Palacio de la Música.

Hay otra grabación muy interesante, realizada por el respetado Freddy López en 1981 para su álbum “Caballo viejo” con el sello Alcaraban con distribución de Love Records. De forma tal que aparte del propio autor los primeros intérpretes del Caballo Viejo fueron Mirtha Pérez y Freddy López.

Simón había grabado el tema sin intención de publicarlo, para una institución Bancaria (Banco Unión). Mirtha lo dio a conocer masivamente. Fue tal el éxito y tanto el reclamo para que Simón lo cantara, que cedió a la tentación. No era la primera vez que caía en ella. Ya anteriormente había tenido que entonar una pieza compuesta y dedicada a Lilia Vera, “El Becerrito”, y también aquella que dedicó a la hermosa Cristal Montañez, hecha para la voz de Gualberto Ibarreto. Lo cierto es que Simón dio a conocer comercialmente “Caballo viejo”, y tuvo tal resonancia que el mundo se lo apropió.

De los venezolanos que han grabado “ Caballo viejo” se destacan la propia Mirtha Pérez, el carismático Freddy López, el grupo “Tierra Bravía”, el zuliano Emir Boscán, el Ensamble Gurrufío, Huáscar Barradas, Ilan Chester, Oscar D' León, la Banda Marcial Caracas, la Orquesta Típica Nacional y grupos corales de todas las dimensiones. La lista pica y se extiende

Roberto Torres, músico cubano de amplia trayectoria en el Caribe tuvo la ocurrencia de combinar la charanga con el vallenato, y con esa sabrosa modalidad grabó el tema de Simón Díaz. Al viejo caballo se le incorporaron violines, pailas, güiros y cuerdas quedando de esta manera con un ropaje espectacular y listo para el baile. “Caballo le dan sabana/ porque está viejo y cansao/...caballoooo”. Cansao y todo llegó a Nueva York y se metió en el corazón de la comunidad latina que se lo apropió y lo bailó hasta el cansancio.

Desde el ángulo del vallenato y de otros ritmos colombianos la composición de Simón Díaz ha tenido otros difusores en Colombia: Los Corraleros de Majagual, Lisandro Meza, Armando Hernández y Alberto Curbelo, entre otros.

Como dato bastante curioso en Ecuador “Caballo viejo” ha sido tocado y cantado de mil maneras por grupos de ese país. Astolfo González, el grupo “Charanga”, “Los Líderes” y la orquesta “Los Celestiales” son algunos.

En Puerto Rico el viejo caballo de Simón Díaz hizo un alto y se quedó en las voces e instrumentos de la Sonora Ponceña, dirigida por Papo Lucca y en la voz de Miguelito Ortiz. Borinquen se empató de frente con el caballo de Simón, pero como Puerto Rico y Cuba son de un pájaro las dos alas en la isla con forma de caimán los músicos se aprestaron a seguirle la pista al tema, y fue precisamente el caballo viejo de Barbarito Diez quien se puso primero en la tónica de la pieza venezolana, y de qué manera.

La versión cubana de “Caballo viejo” es un clásico con el nativo de Bolondrón ya que en tiempo de Danzón el cansado animal se puso más romántico.

Tanto estaba dando qué hacer el bendito caballo de Simón que Ray Conniff se dijo: “Yo hacer una versión para no quedar atrás y, dicho y hecho. Con los coros y orquesta de Ray Coniff el caballo le terminó de dar la vuelta al mundo. Después de ser cantada y bailada podía ser también escuchada como relajante anímico.

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