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    En Profundidad

    El pregón comercial, era el anuncio que se hacía a voz en cuello, gritado para anunciar lo que se vendía, lo que se ofrecía en forma ambulante.

El pregón involucra algo de la identidad, sobre todo la identidad sonora. Hace parte de la historia social y cultural de los pueblos latinoamericanos.

Desde los “Claveles de Galipán” hasta el “Pastelero”, en Venezuela, como en el Caribe, el pregón del vendedor ambulante se transformó en un género musical.

Historia nutrida y diversa, que nació de un grito y una necesidad. Venezuela  cuenta además con el honroso aval de haber tenido un presidente surgido del pregón.

En todo el mundo y con muchas centurias de antigüedad el pregón existe en tanto que existió la necesidad de anunciar. Primero, al parecer fue el anuncio oficial, aquello que convenía que todos supieran, como los edictos leídos en calles y plazas de diversos países de Europa, África y Asia, así como en los territorios colonizados de América. Lo podemos deducir cuando al buscar el significado del vocablo “pregón” en la RAE encontramos: “Promulgación o publicación que es voz alta se hace en los sitios públicos de algo que conviene que todos sepan”. Para la Real Academia Española no existe el pregón como un recurso de venta, y mucho menos existe como género musical. Ella ignora, al parecer, la historia de su propio pueblo en el que la figura del pregonero existe también desde que existe el mercado, y su entorno, el lugar cercano donde el pregonero anuncia lo que tiene para vender, y el sitio.

En su bien documentado libro “Si te quieres por el pico divertir”, (Historia del pregón musical latinoamericano. Editorial Cubanacán. Puerto Rico 1988) el investigador y musicólogo cubano residenciado en Borinquen, Cristóbal Díaz Ayala sostiene que el pregón tanto como anuncio oficial de las autoridades en la antigüedad o como expresión popular que acompaña la acción de vender es tan viejo como las concentraciones urbanas de la civilización. Es decir, se le atribuyó un origen urbano en la medida que pregonar fue un acto inherente a las concentraciones humanas con la diferencia de que mientras el comerciante establecido podía no hacer uso de él, el comerciante ambulante tenía que usarlo porque dependía de su pregón para anunciar su paso y su mercancía. Además se evitaba los intermediarios y resolvía el problema de algunos que no podían ir al mercado. El pregón también respondió a una necesidad familiar de generar sustento. De ahí que el pregón de dulcerías fuera tan importante, por lo menos en predios caribeños y  por supuesto, venezolanos. En este aparte Venezuela recuerda los cuentos del arañero, del muchacho de Sabaneta de Barinas, vendedor de dulces que hacía su abuela. Fué su arañero más especial, su presidente.

El pregón oficial era el acto de anunciar al colectivo lo que no sabía; por ejemplo, la llegada de una nueva autoridad, el castigo para un forajido, los nuevos impuestos, una visita ilustre, etc. El pregonero adquiría un cierto estatus por el hecho de pregonar tales anuncios. Ese pregón implicaba un grado de concentración humana aún en localidades remotas a los centros de gobierno.

El pregón comercial, sin esperar ser reconocido, era el anuncio que se hacía a  voz en cuello, gritado para anunciar lo que se vendía, lo que se ofrecía en forma ambulante. Estos pregoneros sin estatus anunciaban las bondades de sus productos, pero además, para diferenciarse de su competidores empleaban tonos diferentes, repetición de tonos, prolongación de las terminaciones, todo un cuadro de sonoridades  muy importantes cuando se analiza el pregón comercial y el musical desde el hecho social y cultural, y hasta del topográfico.

A la luz de los tiempos, así como el graffiti es el grito del pueblo plasmado en las paredes de las urbes, así los pregones formaron y forman parte de la sonoridad popular.

Y es por allí por donde se puede avizorar cuándo el pregón deja de ser grito, y su sonoridad termina convirtiéndose en un género musical. Al acto de pregonar  se le pone melodía, y aunque se pregone un producto se hará dentro de un valor musical, de una canción, de una canción pregón.
Díaz Ayala sostiene que  esa transformación no la realizó el vendedor callejero sino algún músico que tomó el pregón de la calle y le puso ropaje melódico. Es probable que el vendedor fuera músico, creador...

El pregonero, como tal alcanza su mayor auge entre el final del siglo XIX y la cuarta década del siglo XX. A partir de la década de los cincuenta el pregón pareciera ir desapareciendo de las grandes ciudades a causa del tránsito intenso, los elevados edificios y la aparición de otros sistemas de comunicación y anuncio que lo llevan a una situación de minusvalía. Se ha cambiado la carretilla por la motocicleta y el grito pelao por el altoparlante, el megáfono, y como arte sus días parecían contados. No es tan así.

A la inmensa imaginería popular expresada en pregones se le debe mucho en América Latina. Se le debe hasta un genuino y precioso género musical.

El pregón involucra algo de la identidad, sobre todo la identidad sonora. Hace parte de la historia social y cultural de los pueblos latinoamericanos.

Ejemplos

De México surgen pregones excelentes como “El organillero”, de Agustín Lara (que tan buena versión tiene con la orquesta Aragón, de Cuba)

En Colombia hay temas como “El vendedor de cocos” de Jorge Monsalve

En Panamá hay pregones como “Tamales calientes” de Ricardo Fábregas, el mismo autor de Taboga

En República Dominicana hay pregones como “El Carbonero” de Freddy Beras Goyco

En Puerto Rico existen muchos testimonios musicales de pregones como “Traigo de todo” de Pedro Flores, que en las voces de Daniel Santos y de Ismael Rivera, es muy buena. También se recuerda el “Panadero” de Ramón Rodríguez para el Conjunto “Clásico” entre otros.

En Cuba sobran los ejemplos de pregones: “El manisero” de Moisés Simons, “El panquelero” de Abelardo Barroso, “Échale salsita” de Ignacio Piñeiro, “Caramelos” de Gilberto Puente, “Frutas del Caney” de Félix B. Caignet, “Botellero” de Gilberto Valdés,  “El yerbero moderno” de Néstor Mili, Mango Mangüe de Fellove, podrían ilustrar el capítulo cubano tan rico, como siempre, en predios de creación y riqueza musical.

El pregón  en Venezuela

Habrá que hacer un anexo al ya sabroso libro de Cristóbal Díaz Ayala en el que dedica 21 lineas, solo 21 líneas de su obra al pregón venezolano (páginas 62-63 de la obra citada, de las cuales 16 son una cita textual de Luis Felipe Ramón y Rivera) porque Venezuela tiene, como en todo, su historia y sus ejemplos.
Las voces callejeras que anunciaban las bondades de sus productos abundan en la crónica venezolana: El manguero, el botellero, el amolador, el pescadero, el frutero, el periodiquero, el ponchero, el pastelero, el cafecero, el billetero y muchos más son personajes que no pertenecen a la imaginería popular sino a la realidad de un país engarzado en el Caribe y en su propio mundo de tradiciones.

José Rafael Pocaterra plasmó en su genial cuento “De cómo Panchito Mandefuá fue a cenar con el Niño Dios” un inolvidable pregón venezolano: “Limpio, pulío/ limpio pulío...”  que era el pregón del limpiabotas, y el siempre necesario poeta Andrés Eloy Blanco, en su obra “Giraluna” asentó  el antecedente de un pregón familiar del estado Carabobo: “Naranjas de Valencia/ naranjas amarillas de cuando el naranjo se baña/ naranjas de cuando el sol parece que en la alborada/ va a salir del horizonte, y sale de las naranjas”.

Aquiles Nazoa fue otro valor para el pregón. Y bastaría su “Amolador”, inspirador de un bello tema en su homenaje para contar estrellas y pedir deseos con él. 

He acá una primera aproximación  de pregones venezolanos plasmados en la música nacional:

Claveles de Galipán, con letra de Leoncio Martínez y música de Francisco de Paula Aguirre. Se ha escuchado, entre otros con Los Cañoneros y con Raquel Castaños

 

Naranjas de Valencia, De Julio Morales Lara (bajo inspiración de Andrés Eloy Blanco). La versión de Rosalinda García es un clásico.

El Manguero. Merengue criollo de César del Ávila. Múltiples versiones

Pregones zulianos, de Rafael Rincón González. La versión de Tino Rodríguez es muy hermosa

 

Campesino, de Stelio Boch Cabrujas, de Catia. Este tema fue un suceso en la voz de Víctor Pérez con la orquesta Sans Soucí

El frutero, de Cruz Felipe Iriarte, de la Guaira, con múltiples versiones.

Golosinas criollas, de Luis Laguna

Un heladero con clase, de Luis Laguna

El amolador, de Rafael Salazar en homenaje a Aquiles Nazoa

 

Flores de Galipán, de Juan Avilán

El aguacate guarenero, de Benito Canónigo

Chicha y pasteles, de Luis Felipe Ramón y Rivera

El caramelero, de José Reyna

La comprita, de César “Albóndiga” Monges

La acemita tocuyana, de Germán Alvarado

El frutero, Grupo Madera, tema de Alfredo Sanoja interpretado por el inolvidable Ricardo Quintero

 

El frutero, Cruz Felipe Iriarte. La versión de Cecilia Todd es excelente

 

A esta lista hay que sumar la serie de pregones que ha hecho el grupo “Guaco”, de Maracaibo (Zulia): María la Bollera, Pastelero, Cepillao, Billetero, y otros más.
Pastelero. 1982. Canta Amilcar Boscán

 

En Venezuela el pregón sigue escribiendo sus páginas. Ahora con la difícil situación económica generada por el bloqueo de EE.UU. han vuelto a aparecer los pregoneros. Cambian plátanos, productos de limpieza, limones, lo que se produce en sus zonas por productos empaquetados. Todo un trueque. Y los vendedores de  frutas han vuelto a dejar sonar la melodía: Si hay patilla, naranjas y melones… No son tan musicales, pero son pregoneros.

Hoy te dedico mis mejores pregones...
Caserita no te acuestes a dormir...
Es el amolador/ es el amolador...
Va cantando el pregonero/vendiendo su mercancía…
Pregones


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