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Aunque es un país pequeño y pobre en recursos económicos, logra posicionarse como un gigante moral en la escena internacional.

Aunque es un país pequeño y pobre en recursos económicos, logra posicionarse como un gigante moral en la escena internacional. | Foto: Xinhua

Publicado 6 agosto 2020



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Durante casi seis décadas, Cuba ha enviado a sus ejércitos de batas blancas al mundo, que llevan en sus manos, no un rifle, sino un estetoscopio y en su equipaje cuidado y esperanza.

El 16 de marzo de 2020, Cuba tenía siete casos confirmados de COVID-19. El mismo día anunció que recibiría el crucero inglés MS Braemar, con más de 600 personas a bordo y cinco casos confirmados de la enfermedad.

El barco, que durante días buscó un puerto para atracar y repatriar a los infectados, después de varias respuestas negativas -a pesar de los tratos de la diplomacia británica que llamaron sin éxito a acuerdos humanitarios- finalmente fue bienvenido en la mayor de las Antillas.

La operación fue un éxito y los pasajeros regresaron a sus países en vuelos charter. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba emitió una nota enfatizando que “estos son tiempos de solidaridad, de entender la salud como un derecho humano, de fortalecer la cooperación internacional para enfrentar nuestros desafíos comunes, valores inherentes a la práctica humanista de la Revolución y nuestro pueblo”.

La expresión "tiempos de solidaridad" nos lleva a uno de los debates centrales de nuestros días: ¿qué mundo surgirá después de la pandemia y la brutal crisis económica que nos espera? Claramente, los países que han priorizado la defensa de la vida sobre la economía, han mostrado una mejor respuesta a la pandemia y están reanudando con cautela sus actividades económicas.

En la etapa actual de evolución del capitalismo, el neoliberalismo y su aspecto político más aclamado, la democracia liberal, se encuentran en una encrucijada, ya que alabando el individualismo y el consumo, no pudieron construir la justicia social y el desarrollo sostenible.

Llegamos a la emergencia de salud sin poder responder al inmenso desafío común que nos corresponde como especie, plagado de desigualdades extremas y desprecio por la vida. Una pequeña isla bloqueada durante 59 años, cargada de dificultades y retos, resiste y señala el camino: La Solidaridad.

Durante casi seis décadas, Cuba ha enviado a sus ejércitos de batas blancas al mundo, que llevan en sus manos, no un rifle, sino un estetoscopio y en su equipaje cuidado y esperanza, dejando un rastro de generosidad donde quiera que vayan. La isla enseña una lección.

Aunque es un país pequeño y pobre en recursos económicos, logra posicionarse como un gigante moral en la escena internacional, exhibiendo una de las respuestas más eficientes a la pandemia en todo el mundo y enviando a más de 2,000 profesionales a 30 naciones, compartiendo lo que tiene de mejor, sin pedir nada a cambio.

A este número se suman los casi 30 mil médicos, que ya trabajaban en 60 países antes de la pandemia, en diversas formas de cooperación.

El capítulo acerca de la colaboración médica cubana es amplio, atractivo y aún se está escribiendo. En la Unidad Central de Cooperación Médica (UCCM), en La Habana, un pequeño museo de la historia de la cooperación nos muestra que su inicio oficial fue el 23 de mayo de 1963, cuando la primera brigada médica compuesta por 56 médicos partió hacia Argelia, donde permanecieron por 14 meses.

Un poco antes, en 1960, solo un año después de la revolución social que llevó al poder a Fidel Castro, después de un terremoto en Chile, Cuba envió un hospital de campaña con 8 toneladas de equipos y suministros médicos, además de una brigada con 25 trabajadores de la salud.

A partir de 1961, el gobierno cubano comenzó a otorgar subvenciones para capacitar a profesionales y técnicos de la salud en los países del sur global, que continúa hasta nuestros días.

De 1965 a 1980, Cuba comenzó a colaborar con la lucha por la independencia en África, en Angola, Etiopía, Congo y Argelia, donde hubo una destacada participación de médicos entre los combatientes y el pueblo africano.

Nelson Mandela agradeció en varias ocasiones al pueblo y al líder cubano por participar en las luchas de liberación del continente y por desempeñar un papel de liderazgo en la batalla más grande de la región después de la Segunda Guerra Mundial, la Batalla de Cuito Cuanavale.

Ocurrió entre noviembre de 1987 y marzo de 1988, en el sur de Angola, entre los ejércitos de Angola (FAPLA) y Cuba (FAR) contra UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola), comandada por Jonas Savimbi y el ejército de la mayor potencia militar regional, Sudáfrica. La victoria allanó el camino hacia el fin del apartheid, la liberación de Mandela y la independencia de Namibia.

En octubre de 1998, se lanzó el Programa Integral de Salud (PIS) en los países centroamericanos afectados por los huracanes George y Mitch, que devastaron parte de la costa de la región y dejaron más de 10,000 muertos. Cuba respondió de inmediato a la solicitud y expresó su total disposición a enviar todo el personal médico y auxiliar durante el tiempo que sea necesario, además de pedir a los países desarrollados que suministren materiales y medicamentos.

En el formato de cooperación horizontal, junto a la concepción brasileña de la Cooperación Estructural Sur-Sur en Salud, el PIS permitió no solo salvar miles de vidas, sino también promover la capacitación de miles de profesionales en el área de la salud, contribuyendo a la creación y fortalecimiento de los sistemas de salud locales.

También como parte integral del PIS, en noviembre de 1999, se lanzó la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), que surgió con la propuesta de capacitar a los jóvenes de las naciones centroamericanas y caribeñas de forma gratuita afectados por los huracanes George y Mitch, pero acabo por recibir jóvenes necesitados de más de cien países, incluido Estados Unidos, y hoy, 20 años después de la inauguración, más de 30 mil médicos están graduados.

Tuve el privilegio de ser el hijo de este internacionalismo solidario como parte de esta planta multicultural durante 6 años y medio, que nos ofreció una base humanista e internacionalista sólida, lanzando médicos de ciencia y conciencia de todos los continentes para trabajar en las comunidades necesitadas de donde provienen.

En 2014, el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Ban ki-Moon, visitó ELAM y declaró que era la Escuela de Medicina más avanzada del mundo.

En abril de 2003, se creó el programa "Barrio Adentro" en Venezuela, como una experiencia solidaria entre los dos países hermanos, creando una vasta red de atención médica para los más necesitados. En julio de 2004, Cuba comenzó a tratar a pacientes venezolanos, que viajan a la isla para realizar procedimientos quirúrgicos oculares, llamados "Operación Milagro", que a lo largo de los años se ha extendido a 27 países más en el Caribe y América Latina.

El sargento del ejército boliviano Mário Terán, quien en 1967 fue responsable de ejecutar al guerrillero argentino Ernesto Guevara, El Che, 40 años después, en la misma Bolivia, ha tenido su visión recuperada debido a una cirugía gratuita realizada por médicos cubanos como parte del programa.

"Cuatro décadas después de que Mario Terán intentara destruir un sueño y una idea, el Che regresa para ganar otra batalla", dice el periódico cubano Granma y agrega, "hoy un hombre mayor, puede apreciar los colores del cielo nuevamente y admirar la sonrisa de sus nietos “.

El 19 de septiembre de 2005, se creó el Contingente Internacional de Médicos Especializados en el Enfrentamiento de Desastres y Graves Epidemias “Henry Reeve”. Después del huracán Katrina en Nueva Orleans, 10,000 médicos cubanos se ofrecieron como voluntarios para ayudar al pueblo estadounidense. La ayuda fue rechazada por el gobierno de los EE. UU.

Y desde allí se enviaron brigadas a Guatemala, Pakistán, Indonesia, Bolivia, Perú, Haití, México, China, El Salvador y Chile, con un papel destacado en la lucha contra el ébola en África. Tuve el honor de formar parte del contingente Henry Reeve en 2010, después del terremoto en Haití que cobró casi 300,000 vidas y dejó a más de 1 millón de personas sin hogar.

Como parte de un grupo de aproximadamente un millar de médicos de más de 30 países que se han unido a las brigadas médicas que han estado actuando en Haití desde 1998 como parte interante del PIS, permanecimos durante el período de emergencia posterior a la catástrofe trabajando en la reconstrucción del sistema de salud local.

Varios logros han elevado a Cuba al nivel de referencia mundial en salud. La construcción de un sistema público y universal coordinado por una atención primaria sólida, alcanzando indicadores de los países centrales.

La elaboración de un amplio sistema de innovación y un complejo de salud industrial con una fuerte producción nacional de medicamentos e inmunobiológicos a través de centros de referencia internacionales como el Centro de Inmunología Molecular y el Centro de Ingeniería Genética.

Logros alcanzados bajo un bloqueo económico severo e inhumano, campañas millonarias y cobardes de desinformación, difamación, sabotaje y robo de cerebro.

A pesar de la hostilidad, Cuba nunca ha abandonado los principios de solidaridad, ayudando y defendiendo a los que no tienen voz en este mundo, los excluidos, los invisibles y consolidando, en los 15 años de actividad del contingente Henry Reeve, la materialización de los valores que serán necesarios para el mundo por venir. Será un Premio Nobel a la solidaridad.

Adriano Carneiro es un médico brasileño graduado de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), máster en Salud Global de la Universidad de Barcelona y miembro del contingente Henry Reeve.


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