El compañero Presidente Nicolás Maduro, el pasado viernes en su alocución al país para responder a la insólita agresión financiera contra nuestra Patria, emitida mediante orden ejecutiva por el Presidente Donald Trump, explicaba de manera diáfana el carácter injustificado y el impacto de dichas medidas, y planteó que, por encima de sus consecuencias negativas, esta afrenta imperial nos permitiría avanzar a una etapa de nuestra historia nacional libre de la hegemonía imperial.
Específicamente llamó a construir un modelo nacional post hegemonía estadounidense. Me pidió que desarrollara y escribiera sobre ese planteamiento, hoy sólo me atrevo a esbozar unas líneas generales.
A partir de 1908, tras la traición de Gómez al Presidente nacionalista Cipriano Castro, la naciente élite imperial de Estados Unidos consolidó y expandió su hegemonía sobre Venezuela, usando la mano criminal de su nuevo cancerbero Juan Vicente Gómez, expresada en un modelo económico monoexportador, importador y socialmente excluyente, en una doctrina militar que tiene como enemigo al pueblo, en un sistema político representativo de las élites, por la vía de facto o por elecciones, en una política internacional basada en la subordinación a la geopolítica imperial y en la inoculación de un modo de ser, culturalmente hablando, pitiyanqui y endorracista.
Generación tras generación, vanguardias de intelectuales, trabajadores, militares, estudiantes y revolucionarios resistimos a esa hegemonía. La victoria popular de nuestro Comandante Chávez en diciembre de 1998, inició un camino de desmontaje de ese modelo hegemónico promoviendo el uso del ingreso nacional petrolero para el desarrollo endógeno, la diversificación de nuestra economía y la construcción de una sociedad igualitaria, el rescate de la doctrina militar bolivariana del ejército pueblo y no enemigo del pueblo, la emergencia del protagonismo popular democrático, de una relación internacional multipolar y de respeto mutuo, y del reconocimiento de nuestra diversidad cultural como base de la identidad nacional venezolana.
La respuesta del Imperio y de sus lacayos ya la conocemos, la hemos sufrido, 18 años de desestabilización y agresiones a nuestra Patria.
La actual ofensiva de graves agresiones del gobierno de Trump, es lo que plantea el Presidente Maduro y lo compartimos, nos puede permitir acelerar esa deconstrucción de la hegemonía imperial iniciada por nuestro Comandante Chávez y restituir para siempre nuestra plena Independencia Nacional.
En tal sentido me permito delinear las bases de la nueva hegemonía nacional y popular, que deje atrás ese periodo oscuro de subordinación al aparato cultural, económico y militar que gobierna los Estados Unidos de Norteamérica, reconociendo siempre los valores y grandes aportes positivos del pueblo estadounidense a la humanidad. Los saldos a nuestro favor de este nuevo forcejeo del Imperio con nosotros, el pueblo de Simón Bolívar, deben ser:
Hoy tenemos la soberanía política, la base industrial y tecnológica, la capacidad profesional, relaciones internacionales privilegiadas con los polos emergentes de desarrollo, millones de hombres y mujeres organizados política y socialmente, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, la Asamblea Nacional Constituyente y sobre todo la conciencia Patria que Chávez hizo germinar en la mayoría de nosotros y nosotras, para consolidar la hegemonía de la soberanía nacional y la libertad.
Vamos compatriotas, a dejar atrás la cadena que aún nos atan a la cultura de la desnacionalización, la corrupción, la división, la traición. Ha llegado la hora de la segunda Independencia, que la ganaremos con astucia y valentía; el Imperialismo no podrá hacernos la guerra. Esa será nuestra victoria.
El objetivo de esta batalla lo dejó claro nuestro Comandante Chávez: “Expandir y consolidar el bien más preciado, que hemos reconquistado después de 200 años, la Independencia Nacional”. Nos vemos en los ejercicios cívico-militares Soberanía Bolivariana 2017. Somos un pueblo bendito, Dios y nuestra conciencia nos protegerán