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El nuevo periodismo frente a los medios hegemónicos
Publicado 11 noviembre 2022



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Desde este foro, y desde Cali, la capital de la resistencia y del levantamiento popular, nos atrevemos a hacer un llamamiento al gobierno del presidente Gustavo Petro y de la vicepresidenta Francia Márquez para que defina una urgente y sólida estrategia comunicacional.

Hace una semana, el viernes 28 de octubre, estábamos a esta hora en la Plazoleta de San Francisco de nuestra querida ciudad de Cali, a unas pocas cuadras de este auditorio, en el plantón de solidaridad con los centenares de muchachos y muchachas detenidos por el gobierno de Iván Duque en la represión que ese régimen despiadado desató a lo largo de 2021 contra el pueblo colombiano que protestaba en las calles, represión que dejó más de cien jóvenes asesinados, 48 de ellos en la capital del Valle del Cauca, miles de heridos, torturados, perseguidos, capturados.

Allí, en ese plantón, encontré a Martha Yesenia Tascón, la esposa de Jhontan Sabogal, un hombre de apenas 30 años que pereció en el fatídico incendio ocurrido en la cárcel del municipio de Tuluá, en el centro del departamento, a dos horas de Cali, en la noche del martes 28 de junio de 2022, mientras esperaba que lo procesaran por haber ejercido su derecho legal y constitucional a la protesta en el municipio de Bugalagrande. Había sido detenido el 9 de diciembre de 2021.

Martha Yesenia estaba con sus dos hijos, de 11 y 12 años, reclamando la libertad de su hermano, Víctor Alfonso, uno de los 300 muchachos perseguidos y capturados por reclamar sus derechos en las jornadas del año pasado, y, también, clamando justicia en relación con el caso de Jhonatan, cuya desaparición hoy, cuatro meses después de ocurrida, permanece en la impunidad.

Con el sufrimiento que se dibuja en su rostro y que seguramente anida en lo profundo de su alma, Martha Yesenia nos mostró las fotos que, con un estoicismo estremecedor, tomó al cadáver de Jhonatan, nos habló de sus heridas de balazos y profundas cortadas por todas partes, y nos recordó que esas laceraciones no las causan ni el fuego ni el humo, pidió ser escuchada y ¡que haya justicia! Ella y sus niños, con la doble tragedia a cuestas, la del joven esposo y padre asesinado en una cárcel al lado de 54 seres humanos más, y la del hermano, preso en Popayán, continuaron en la plazoleta, al lado de muchos más portadores de otras historias de dolor y sufrimiento. Luego partirían hacia el centro del Valle. Ella madrugaría al día siguiente a recolectar algodón, para seguir ganando el sustento de sus hijos.

Luego de editar el video con la entrevista a Martha Yesenia lo difundimos en redes, empezando por hacerlo llegar a otras víctimas, la mayoría madres, porque las madres son quienes más luchan por reivindicar la memoria de sus hijos sacrificados, en una brega desesperada, titánica y muchas veces solitaria, con el propósito de que los asesinatos cometidos contra sus muchachos no queden en el olvido ni en la impunidad.

Una de esas madres con quienes tenemos contacto, en razón del ejercicio de memoria testimonial en el que estamos empeñados para documentar la tragedia de 2021, me escribió desde Medellín preocupada porque, dijo, espera que los cambios se aceleren, que haya justicia para su hijo, hoy detenido también perseguido por participar en las protestas, e insistía en que muchos de los politiqueros de siempre siguen reinando.

Yo le respondí que los cambios no son inmediatos. Que el nuevo poder apenas empieza a construirse en nuestro país y que está siendo entrabado por la extrema derecha. Le dije, además, que los medios de comunicación de las oligarquías están en una ofensiva descomunal de manipulación y mentiras para oscurecer el ejercicio del nuevo gobierno, precisamente para desmotivar a quienes se echaron al hombre su elección atravesando ríos y montañas, inundando calles y comunas, convencidos de que es la hora de los pobres y los excluidos. Le respondí también que esa ofensiva de desinformación contra las esperanzas de cambio que todos los días irriga las mentes de los colombianos por radio, televisión y redes online es una trampa de las hegemonías que pretenden adocenar y domesticar la voluntad popular, y conspirar con el arma de la manipulación para dar al traste con esa voluntad social.

En fin, le recordé que los poderes municipales y departamentales en su inmensa mayoría siguen en manos de mafias, de piratas de la Administración Pública, de corruptos de toda laya y de politiqueros de las maquinarias del establecimiento que durante más de 203 años han usufructuado alcaldías y gobernaciones en representación del poder bicéfalo feudo-financiero. Y que esos alcaldes y gobernadores no dependen del Presidente.

Cuento aquí estas historias porque, primero, creo un deber ético y político rendir homenaje a esas madres y tantas mujeres y hombres del pueblo víctimas de Duque, del uribismo, de sus Fuerzas Armadas y del aparataje judicial y, segundo, porque simbolizan el doble carácter del momento en que nos hallamos: el de miles y miles de seres que acompañaron la protesta ciudadana en 2021 reclamando solución a sus problemas de toda la vida y el de miles y miles de seres que transformaron sus resistencias populares en resistencias políticas en las urnas, en procura del cambio, y ahora esperan la materialización de sus esperanzas.

Pero en los telones de fondo de esas historias subyace el fenómeno político comunicacional, porque el ejercicio de la comunicación y del periodismo es un acto político y, además, de ejercicio de los derechos humanos fundamentales. Por eso en la convocatoria de este foro hablamos de los preceptos 18 (libertad de conciencia), 20 (libertad de expresión e información) y 73 (protección del periodismo para garantizar su libertad e independencia). Es esa, teóricamente, la columna vertebral del derecho de información en nuestro país, que se queda en lánguida y famélica letra con la que las hegemonías trapean el piso cuando se trata de garantizarla con veracidad a la población.

Es que, como dice el adagio, desde que se inventó la imprenta, la libertad de prensa es la libertad del dueño de la imprenta, es decir, de los oligopolios.

O que si no ello, es el silencio sobre casos como el de Martha Yesenia, y la campaña de terror mediático para generar desesperanza en los cambios que apenas nacen a la luz, pero que la prensa del sistema, como la llamaran los fundadores de la histórica revista Alternativa de los años 70, se encarga de torcer, desvirtuar, tergiversar todos los días, desde las tres de la madrugada cuando la radio comercial inicia sus numerosos noticieros, hasta la medianoche, cuando cierran su vocinglería contra el nuevo gobierno.

Se entiende entonces la preocupación de la madre de Medellín, seguramente apabullada por la desinformación de esa prensa del sistema, que bombardea inmisericorde las mentes y los corazones de la sociedad, en su papel de partidos políticos comunicacionales de extrema derecha, pues la derrota electoral del uribismo y demás facciones partidistas del establecimiento en este 2022 dejó un vacío que la prensa, la radio y la televisión de las derechas y sus extensiones en Internet en Colombia buscan llenar.

APARATOS IDEOLÓGICOS

Como lo planteara el filósofo francés Luis Althúser en los años setenta del Siglo XX, los medios de comunicación hegemónicos, es decir, aquellos que ejercen su poder de desinformación en grandes conglomerados de la sociedad, son aparatos ideológicos del Estado, así como todo el armario jurídico y judicial, sus mecanismos de coerción y sus Fuerzas Armadas, su sistema de relaciones políticas y de partidos, su sistema educativo y de dominación simbólica. Es decir, toda la superestructura ideológica, soporte de la estructura económica de los dueños del capital.

Entonces, basados en portentosas tecnologías y con presupuestos multimillonarios formados a partir de la adscripción a emporios industriales, financieros y de grandes poseedores de tierras, expresan su hegemonía con su incidencia determinante en muy amplias capas sociales. RCN, Caracol, Blu, La W, El Tiempo, El Espectador, El Colombiano, El País, El Heraldo, Semana, etc., los medios del viejo sistema y de los viejos regímenes sucedidos a lo largo de la supervivencia del capitalismo colombiano, ven la democracia solo para ellos, de ahí su construcción hegemónica. Cuando emerge la alternatividad de izquierda o, simplemente, popular, progresista, aúllan diciendo que viene la “censura”, crean el fantasma de la mordaza. No quieren ceder ni un ápice de su inmenso poder en el imaginario social.

Aunque compiten a dentelladas entre ellos en lo económico, como aparatos ideológicos del Estado capitalista los une a todos su defensa del sistema de privilegios que denominan “libertad de prensa”, pero la libertad solo de ellos. El planteamiento de Althuser lo podríamos trasladar hoy a la concepción neoliberal del Estado y de lo público: el imperio del mercado como supuesta expresión de democracia, que disfraza sus contenidos de “noticia” e “información” para delinear la opinión de los subyugados por su imperio de siglos.

¿Qué es todo lo anterior? Ni más ni menos que una dictadura mediática, que esconde los intereses de monopolios extranjeros como el Grupo Prisa de España, de pulpos industriales como el Grupo Ardila Lulle o el Grupo Santo Domingo, de especuladores financieros como el Grupo Aval de Sarmiento Angulo o el Grupo Gilinski, sostén de un libelo conocido como revista Semana, desprestigiado medio de la ultra caverna colombiana.

Todos a una buscan, primero, generar un clima de pánico económico contra el gobierno del presidente Gustavo Petro y de la vicepresidenta Francia Márquez, y lo vienen haciendo desde la misma noche del 19 de junio, la de la victoria, con sus anuncios de incremento automático del dólar y la supuesta salida de capitales del país. Segundo, horadar la base social del nuevo gobierno, la de esas 11.300.000 personas que lo eligieron, como la madre de Medellín que me escribió tan preocupada, víctima del ataque mediático; y, tercero, crear las condiciones para la desestabilización y hacer ingobernable el país con miras a evitar un nuevo gobierno alternativo en 2026 que continúe y desarrolle las transformaciones iniciadas en este 2022. Es la política del terror económico y el caos político inducidos contra los cambios sociales.

MAGNITUD DE LOS DESAFÍOS

El rápido panorama trazado muestra la magnitud de los desafíos que en materia comunicacional tenemos todos, no solo los elegidos por el Pacto Histórico y sus aliados en el Ejecutivo y en el Legislativo, frente a los cuales parece no haber plena determinación de respuesta por parte del nuevo gobierno.

Evidencias de lo anterior existen bastantes. Pero solo mencionemos dos de las más recientes. El sábado 29 de octubre, cuando se producía el acto de entrega por parte del presidente Petro de 150 hectáreas de tierras incautadas al clan narcoparamilitar de los Castaño en Montería, rescatadas también de las garras de la corrupción de la Sociedad de Activos Especiales, SAE, cuando la entidad estuvo en manos del uribismo, no había canal nacional que lo transmitiera, ni siquiera alguno de los del Estado, alguno de los del Sistema de Medios Públicos. Un hecho histórico, como fue el inicio real y concreto de la reforma rural integral, componente primigenio del Acuerdo de Paz de 2016 y pilar del nuevo gobierno, fue silenciado no solo por los medios comerciales, sino por los públicos.

El otro caso fue la reunión entre los presidentes Gustavo Petro y Nicolás Maduro, de la República Bolivariana de Venezuela, el martes 1 de noviembre, en Caracas. Un hecho no solo de extraordinaria importancia para los dos países y pueblos, sino para el foro continental, si se tiene en cuenta todo el cerco tendido por Estados Unidos y sus gobiernos adlátares, empezando por el anterior de Iván Duque, sumiso con su política de odio contra el país hermano, política que tanto daño en todos los órdenes hizo a los dos pueblos. Pues bien, ese encuentro tampoco fue transmitido.

Mientras los dos mandatarios hablaban en Venezuela, en Colombia los canales del Estado hacían mutis por el foro: el Canal Institucional difundía un viejo programa sobre la Covid 19 y el Canal Señal Colombia, reencauchaba un aún más viejo programa infantil de la década de los años noventa del Siglo XX. Nos tocó ver la transmisión en directo por Telesur, que estuvo todo el tiempo emitiendo en vivo, lo mismo que el Canal Estatal Venezolana de Televisión.

El canal en YouTube de la Presidencia de la República, por el que se transmiten los actos en que interviene el mandatario, funge ahora como el espacio oficial, y se dejan de lado los canales de señal abierta del Estado.

Así pues, no solo los medios hegemónicos silencian la verdad sobre el proceso de cambios en marcha, sino que los canales del Estado hacen lo propio, y el gobierno, como si no tuviera derecho a ellos, se refugia en un canal de YouTube, con la evidente limitación que ello implica, en una nación con niveles pobres de acceso a internet. Podríamos decir, parodiando el icónico documental sobre la conspiración de ultraderecha en Venezuela, en el caso colombiano la revolución pacífica del cambio tampoco será transmitida.

La verdad es que contra el gobierno del presidente Petro las derechas repiten los mismos libretos puestos en escena frente a gobiernos populares, de izquierda o progresistas para desacreditarlos y hacerles la gestión imposible, como ha ocurrido en Venezuela (con Hugo Chávez y Nicolás Maduro); en Brasil (con Lula da Silva y Dilma Rousseff), en Ecuador (con Rafael Correa), en Bolivia (con Evo Morales y Luis Arce), en Argentina (con Néstor Kirchner), en México (con Andrés Manuel López Obrador), en Honduras (con José Manuel Zelaya), en Perú (con Pedro Castillo) y hasta en Chile (con el muy conciliador de centro Gabriel Boric). Y la lista sigue.

El nuevo gobierno no puede continuar renuente frente a los desafíos y los cambios comunicacionales urgentes que tiene por delante, porque sus importantes propuestas y ejecutorias no serán transmitidas, seguirán siendo tergiversadas, torcidas, desfiguradas por los medios hegemónicos, por la prensa del establecimiento oligárquico. Y peor aún, si se desechan las infraestructuras a las que tiene derecho en el Sistema de Medios Públicos y los canales regionales.

ALGUNAS PROPUESTAS

Por eso, desde este foro, y desde Cali, la capital de la resistencia y del levantamiento popular, nos atrevemos a:

1.- Hacer un llamamiento al gobierno del presidente Gustavo Petro y de la vicepresidenta Francia Márquez para que defina una urgente y sólida estrategia comunicacional que permita, primero, mantener informado al pueblo colombiano de manera veraz, masiva y eficaz, sobre sus importantes propuestas y realizaciones, y, segundo desarrollar una permanente pedagogía que contrarreste la manipulación y la desinformación en que están empeñados los medios de comunicación corporativos hegemónicos.

2.- Proponer que se asuma, como es su derecho, la gerencia y dirección de Rtvc Sistema de Medios Públicos y que se lleve a cabo su rediseño para que cumpla los fines arriba planteados, en el entendido de que sus dos canales de televisión nacionales (Señal Colombia y Señal Institucional), las 64 emisoras de Radio Nacional, más Radiónica y las emisoras online Señal Clásica, Señal Digital, Radiónica 2 y Radiónica 3, Señal Memoria y Rtvc Play, que lo integran, tengan enfoques que visibilicen las propuestas y acciones del cambio en marcha, y, de igual forma, se conviertan en espacios de participación ciudadana amplia, culturalmente diversa y políticamente democrática, con la solvencia conceptual y difusión de la verdad que no tienen los medios de comunicación del viejo régimen político derrotado.

3.- Solicitar que se definan políticas públicas desde el Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, además de los fondos y comisiones existentes, en relación con la democratización del espectro electromagnético, las emisoras comunitarias, los canales regionales de televisión y el acceso masivo en la geografía nacional a los servicios de conexión a Internet, única forma responder a la exclusión de amplios conglomerados y al monopolio de la comunicación digital, hoy en manos de poderosas corporaciones dedicadas, día y noche, a la generación de contenidos falaces y de desinformación contra el proceso político y social de cambio en marcha. Es decir, única forma de democratizar la información.

4.- Invitar a los y las periodistas y ciudadanos interesados en el campo comunicacional a nuclearse en el Colectivo Periodismo por la Verdad, para el impulso del debate y la juntanza conceptual sobre el ejercicio del nuevo periodismo, contrahegemónico y realmente alternativo, alejado de prácticas clientelares y orientado a la divulgación de los hechos con el norte de la veracidad y el compromiso con las transformaciones en beneficio de los pueblos y de la justicia social.

5.- Anunciar la realización de un taller de periodismo contrahegemónico durante los sábados 4, 11, 18 y 25 de febrero de 2023, con contenidos sobre los que informaremos de manera oportuna, como paso fundamental en el proceso de formación para hacer un nuevo periodismo, en el que sistematicemos las experiencias de resistencia comunicacional vividas y, al mismo tiempo, practiquemos herramientas propias de la investigación, la producción y la diversidad de géneros pertinentes en el ejercicio del oficio periodístico.

Sólo con una política comunicacional que ponga al gobierno a la ofensiva, que no solo informe, sino que también haga pedagogía popular y formación de masas desde los medios públicos y los alternativos, independientes y contrahegemónicos, se podrá cumplirle a tantos miles de colombianos y colombianas, como Martha Yesenia Tascón o la madre preocupada de Medellín, protagonistas sencillas y casi anónimas de la historia del presente con cuyos testimonios les empecé a hablar en la tarde de hoy.

Muchas gracias.

Cali, viernes 4 de noviembre de 2022.


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