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El pueblo de Cuba aspira a “cambiar todo lo que tiene que ser cambiado” como sentenció Fidel antes de su muerte, pero defiende su Soberanía.

El pueblo de Cuba aspira a “cambiar todo lo que tiene que ser cambiado” como sentenció Fidel antes de su muerte, pero defiende su Soberanía. | Foto: Correo del Alba

Publicado 12 diciembre 2022



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En Cuba, los valores humanos y espirituales son muy distintos a las sociedades capitalistas, donde prevalece el consumo exagerado y el individualismo rampante.

(A la memoria de Pablo Milanés. Poeta universal de la canción. A quien tuve el privilegio de presentar en Puerto Rico, en un histórico concierto titulado “De un pájaro las dos alas.”)

Regreso a Cuba y presiento que será un mágico reencuentro, luego de cuatro años de ausencia, a causa de la Pandemia. 

Mi primera visita a Cuba fue para el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes del verano de 1978. Desde entonces he compartido en innumerables ocasiones y vivido por periodos más largos en Cuba.

Los primeros días de esta visita, me llama la atención nuevamente, la impresionante paz social, la disciplina, la dignidad, la honradez y el orgullo nacional de la ciudadanía. 

De inmediato, salta a la vista el espíritu solidario de un valiente pueblo que ha tenido que enfrentar el criminal bloqueo económico y financiero del imperio más poderoso de la historia, durante más de sesenta años. Una afrenta a toda la humanidad, que se opone a este intento de genocidio en pleno siglo veintiuno.

Ese noble pueblo luchador y educado, también critica de manera constructiva, las ineficiencias de un gobierno asediado por la enfermedad del burocratismo, que necesita evolucionar. Sólo así alcanzará un nuevo tipo de democracia socialista, que garantice su sostenibilidad económica y mejore la calidad de vida.

Cuba es hoy una sociedad más justa, que eliminó la explotación del hombre por el hombre del capitalismo. A la misma vez, extinguió de raíz el cáncer del narcotráfico organizado, que permitió reducir significativamente la criminalidad y la violencia. Este elemento ha sido vital para el bienestar general del pueblo cubano. 

Por eso, valoró los logros extraordinarios de Cuba, más allá de las apariencias, cuando comparto diariamente con su pueblo, caminando en las calles, viajando en el transporte público y participando en sus inspiradores eventos culturales. Resalto la educación, la salud, el deporte, la biotecnología y la cultura, como conquistas extraordinarias de Cuba.

Por cierto, les escribe alguien que ha vivido la amarga experiencia de montarse en la P9 y la P10, de La Habana a Boyeros. Allí donde los cuerpos se estrujan diariamente, mucho más que bailar un bolero apasionado. 

Además, valoró muy positivamente ver a los padres y madres acompañar de las manos a sus hijos a la escuela en las mañanas, vestidos con sus hermosos uniformes. Una práctica que se perdió en las sociedades capitalistas, por el uso excesivo del automóvil y la falta de planificación. 

En verdad los más privilegiados en Cuba, son las niñas y los niños, que cultivan desde muy temprano su intelecto y espiritualidad con la majestuosa obra “La Edad de Oro” de José Julián Martí Perez, el Apóstol de Cuba. Esa sigue siendo una realidad palpable.

También valoro las visitas a los parques por parte de las comunidades, en un ambiente tan armonioso que no se respira en ningún otro país que he visitado. En la noche ese pueblo disfruta de las numerosas actividades culturales, de la recreación y el deporte, como un derecho humano básico. Todo en un ambiente de paz social.

En Cuba, los valores humanos y espirituales son muy distintos a las sociedades capitalistas, donde prevalece el consumo exagerado y el individualismo rampante. De ahí, que al visitar Cuba se desvanecen los prejuicios, con solo compartir las vivencias diarias del pueblo.

Por otro lado, hoy Cuba atraviesa una etapa económica muy difícil, luego de la pandemia y el encierre forzoso. Los precios de los alimentos y artículos de consumo, se han inflado y el costo de la vida se ha multiplicado -como todos los países del mundo- a pesar de los esfuerzos loables del gobierno. Estos se quedan muy cortos, para cumplir con las necesidades económicas apremiantes, del sector más pobre de Cuba.

Lo que no ha cambiado en Cuba, es la enorme riqueza cultural. A estos efectos, hoy participo del 43 Festival de Cine Internacional de La Habana con 185 filmes, en las categorías de largometrajes de ficción, cortometrajes, ópera prima, documentales, guiones inéditos, carteles y animación, provenientes de más de veinte países. 

De nuevo el verdadero protagonista es el pueblo, cuando abarrota los cinco cines seleccionados y participa activamente en las actividades de este legendario evento. Esta realidad se concreta por los precios tan bajos de sus entradas, que hacen accesible a todos asistir. El cine sigue siendo la actividad recreativa predilecta en Cuba.

Que nadie se llame a engaño. El pueblo educado y sano de Cuba aspira a “cambiar todo lo que tiene que ser cambiado” como sentenció Fidel antes de su muerte, pero defiende su bien ganada Soberanía y su Revolución Socialista. 

Por eso, Cuba se ha convertido en un ejemplo de resistencia y dignidad, para toda la humanidad. Nos corresponde ser solidarios con ese pueblo y lograr que termine de una vez el bloqueo, que impide adelantar el proceso de justicia social y la construcción del socialismo. 

Como diría el inmortal Pablo Milanés: “Yo me quedo con todas esas cosas, pequeñas, silenciosas.” 

 ¡Con esas yo me quedo!


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