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Se trata de un camino que siembra esperanza y por el que muchos recuerdan al Presidente Salvador Allende.

Se trata de un camino que siembra esperanza y por el que muchos recuerdan al Presidente Salvador Allende. | Foto: EFE

Publicado 27 octubre 2020



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El 78% votó por el “Apruebo” y el 22% por el “Rechazo”. Es decir, una abrumadora mayoría fue a las urnas para exigir el entierro de la Constitución de 1980, nacida de las entrañas de la sangrienta dictadura militar de Augusto Pinochet, vigente hasta la fecha.

Durante un año millones de chilenos lo dijeron en las calles, sin descanso: “no son 30 pesos, son 30 años”. Frase a la que se sumaron otras: “hasta que la dignidad se haga costumbre”. Y se recordaron las necesarias: “Por el derecho a vivir en Paz”, del cantautor chileno Víctor Jara, asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet.
El primer resultado concreto de esta expresión de hartazgo nacional conocido como “estallido social” fue el aplastante triunfo del “Apruebo” en el Plebiscito Constitucional del pasado domingo.

Las cifras son históricas. La participación fue la más alta de un proceso comicial en democracia, 50,9% que equivale a 7.562.173 personas que asistieron a las urnas de un padrón electoral de más de 14,7 millones de electores, según las propias autoridades del Servicio Nacional Electoral -SERVEL-.

En su balance final, Patricio Santamaría, jefe del Servel dijo: “Sin duda estamos frente a la mayor votación de la historia de Chile desde el punto de vista de votación en votos absolutos y, además de eso, rompimos también la barrera que no superaba desde el año 2012 con voto voluntario el 49,2 por ciento”.

De ese universo, el 78% votó por el “Apruebo” y el 22% por el “Rechazo”. Es decir, una abrumadora mayoría fue a las urnas para exigir el entierro de la Constitución de 1980, nacida de las entrañas de la sangrienta dictadura militar de Augusto Pinochet, vigente hasta la fecha.

Una votación así de contundente se sumó al organismo que se encargará de redactar ese nuevo contrato social. La opción de Convención Constitucional alcanzó el 78,99% de los votos contra la Convención Mixta que obtuvo 21%.
Entre una y otra la diferencia es abismal y el pueblo lo tuvo claro desde el momento en que un grupo de políticos estableció las reglas del Plebiscito, en noviembre del año pasado.

La Convención Constitucional, opción ganadora, se compone por 155 ciudadanos que serán elegidos en abril del próximo año, con carácter paritario entre hombres y mujeres. Mientras, la convención mixta, estaría compuesta por 172 miembros entre ciudadanos no políticos y parlamentarios.

Estos resultados definitivos reflejan cambios sustanciales en el comportamiento del voto de los chilenos, con respecto a anteriores procesos electorales. Históricamente los habitantes de las comunas con mayores ingresos eran las que más votaban y el pasado domingo sucedió todo lo contrario: los habitantes de las comunas con menos recursos fueron los que más sufragaron.

En palabras del analista político de la Universidad de Chile, Marcelo Mella, ese cambio evidencia “un punto de inflexión, ya que cuando hay razones para movilizarse la gente está dispuesta a hacerlo, incluso por primera vez, tal como sucedió el pasado domingo”. Y agrega que “ahora el gran desafío será escribir con puño y letra democrática la nueva Constitución, con renovados actores políticos”.

Ese, sin duda, es el gran riesgo. ¿Cómo lograr que quienes redacten la nueva Constitución, los Convencionistas, sean los representantes del pueblo que se movilizó exigiendo un cambio estructural de país y no oportunistas referentes de los partidos políticos que mantuvieron intacta la Constitución de la Dictadura?

Tal vez sea muy pronto para buscar respuestas. Sin embargo algunas movidas de referentes de esos partidos políticos tradicionales, anunciando su deseo de salir electos en abril próximo, alertan a las organizaciones que han acompañado las protestas sociales. Para ellas, la construcción del nuevo contrato social debe estar legitimado por la expresión del voto del pasado domingo, bajo principios de igualdad, inclusión y derechos para todos y todas.

Con ese telón de fondo, Chile se apresta a vivir un segundo momento inédito: la elección de los convencionistas que en mayo de 2021 debe comenzar a redactar la nueva carta magna, que a su vez, debe estar lista en un año y ser sometida a un Plebiscito obligatorio.

Se trata de un camino que siembra esperanza y por el que muchos recuerdan al Presidente Salvador Allende en su último discurso al pueblo el día que un golpe de estado cegó su vida: “Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”. Ahora Salvador Allende descansa en Paz.


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