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Salí había advertido al Tribunal Federal Supremo iraquí del vacío político generado tras el boicot de varios partidos.

Salí había advertido al Tribunal Federal Supremo iraquí del vacío político generado tras el boicot de varios partidos. | Foto: France 24

Publicado 13 febrero 2022



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Ante el clima político existente derivado del aplazamiento de las elecciones Bahram Salí continuará ejerciendo funciones presidenciales en el país árabe.

El Tribunal Federal Supremo (TFS), de Irak informó este domingo sobre la extensión de mandato del actual presidente, Barham Salí, ante el aplazamiento de las elecciones generales debido al complejo clima político existente.

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Pese a finalizar de manera oficial su mandato, Salí continuará asumiendo roles de mandatario, máxime cuando en este momento es el único candidato presidencial reconocido.

Medios locales señalan que Salí había alertado al TFS del vacío político generado tras el boicot de varios partidos al proceso eleccionario en esa nación árabe.

En ese sentido, justamente este domingo el TFS comunicó la anulación definitiva del exministro de Finanzas, Hoshiar Zebari, y quien se erigía como su principal opositor de cara a los comicios.

"El Tribunal Supremo Federal emitió una decisión (...) de invalidar la decisión del Parlamento de aceptar la solicitud de nominación de Hoshyar Zebari para la Presidencia de la República y abolirla", señaló el ente en un comunicado.

Alegando que Zabari, propuesto por el Partido Democrático del Kurdistán (PDK), no cumple con los requisitos para postularse, pues sobre él pesaron acusaciones de presunta corrupción cuando se desempeñaba como titular de Finanzas, y en consecuencia el Parlamento le había retirado la confianza.

El PDK aún no ha notificado el reemplazo de Zebari como aspirante a la presidencia, cargo que solo puede ocupar un kurdo y que tiene en Salí por la Unión Patriótica del Kurdistán, al otro candidato.

Los sufragios para elegir al mandatario iraquí se vieron forzados a postergarse debido a que La votación inicial del presidente quedó arruinada con la negativa a participar de la formación liderada por el clérigo Muqtada al Sadr, ganador de las elecciones legislativas de octubre, otros partidos suníes y hasta el propio PDK.

Al Sadr se niega categóricamente a permitir que los partidos chiíes respaldados por Irán, grandes derrotados de las elecciones legislativas de octubre, se incorporen al Ejecutivo iraquí, al menos con la influencia de años pasados.

Si Al Sadr logra formar un gobierno mayoritario con sus aliados suníes y kurdos, la primera consecuencia sería que Al Maliki y Fatá — el bloque político chií al que pertenecen las milicias de las Fuerzas de Movilización Popular proiraníes –, podrían pasar a la oposición, en lo que supondría un golpe dramático al ‘statu quo’ en el que ha vivido la política nacional del país en los últimos años, y entre amenazas de violencia si finalmente acaba ocurriendo tal escenario.


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