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La difusión de contenidos falsos para la manipulación de la opinión pública no es algo nuevo, pero ahora se ha convertido en un fenómeno mediante el internet y el uso de las redes sociales.

La difusión de contenidos falsos para la manipulación de la opinión pública no es algo nuevo, pero ahora se ha convertido en un fenómeno mediante el internet y el uso de las redes sociales. | Foto: teleSUR

Publicado 18 enero 2018



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Sepa qué significa y de dónde viene el término "posverdad", un concepto de vieja data que se popularizó en 2016.

El término "posverdad" fue incluido recientemente en el Diccionario de la real Academia Española que lo define como una "Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales". Es decir, esas aseveraciones que dejan de basarse en hechos objetivos para apelar a las emociones, creencias o deseos del público.

Posverdad es una traducción de la expresión inglesa "post-truth", y fue empleada por primera vez en 1992 por el dramaturgo serbio-estadounidense Steve Tesich, en un artículo publicado en la revista The Nation. En el texto reflexionaba sobre un escándalo político durante la presidencia de Ronald Reagan en Estados Unidos contra Irán y la guerra del Golfo Pérsico. 

Fue elegida como palabra del año en 2016 por el diccionario Oxford, ante la popularización de su uso en el contexto de la votación del Brexit y las elecciones que ganó Donald Trump en Estados Unidos.

El filósofo y comunicólogo Fernando Buen Abad explica que con la posverdad ya no habría rumores falsos, todo es verdadero mientras sirva para obturar la realidad. Bajo esta lógica, "se usa para destruir al rol del Estado, para invisibilizar escenarios de represión y crimen, para ocultar fraudes electorales de todo tipo".

El debate sobre la posverdad se centra en la utilización de las redes sociales por especialistas en publicidad, comunicación social y psicología para manipular la opinión pública. Con estas estrategias se venden productos y también se ganan elecciones, ha sido tan influyente con el uso de las redes sociales que ha ganado una opinión favorable sobre conflictos o guerras por razones de toda índole.

Hay ejemplos puntuales que plantean la relevancia de las cuestiones emocionales sobre la racionalidad. Hubo tres elecciones en 2016, en las que según analistas, se votó más con las vísceras y el instinto que con la razón o la lógica.

 

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