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Formiga en relación al fútbol femenino en su país: “En Brasil las mujeres no reciben ni remotamente el mismo respaldo que los varones".

Formiga en relación al fútbol femenino en su país: “En Brasil las mujeres no reciben ni remotamente el mismo respaldo que los varones". | Foto: @2010MisterChip

Publicado 19 junio 2019



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Formiga no pudo participar en el partido en el que Brasil avanzó como tercera del grupo C a los octavos del Mundial Femenino de Fútbol, Francia 2019, tras ganar 1-0 a Italia.

Jugar es el estímulo para la brasileña Formiga. Aquí en Francia, cuando todos los periodistas le preguntan cuál es su secreto para disputar una Copa del Mundo con 41 años, Mirialdes Maciel Mota -tal su nombre original- responde simple: es el fútbol el que la trajo hasta aquí y la mantiene viva.

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Formiga significa hormiga y es un apodo que al principio no le gustaba. “Me pareció que era raro. Pensaba: ‘¿Qué, tengo antenas?'”.

Antenas no tiene, pero hay algo de ese mundo en esta jugadora. Wikipedia aporta que las hormigas constituyen uno de los grupos zoológicos de mayor éxito: hay cerca cerca de catorce mil especies. Lo cierto es que hay características del juego de Formiga que tienen relación con las sociedades de estos insectos. Por caso, la división del trabajo, el juego colectivo, la organización desde el centro del campo -a veces con la 5 en la espalda, a veces con la 8- la comunicación con las otras con una pelota de por medio y la capacidad de resolver problemas complejos.

Por ejemplo, la tenacidad para no abandonar la lucha por hacer eso que ama sin que la tirara el machismo que predomina en el mundo del fútbol.

En Brasil el fútbol estuvo prohibido para las mujeres entre 1941 y 1979. Por entonces consideraron que ellas no podían practicar un deporte que ponía en riesgo la función reproductiva.

Formiga nació en marzo de 1978, en Salvador de Bahía, un año antes de que se levantara aquel veto. Desde los 12 años mostró interés por el fútbol. Un año después de iniciar su carrera deportiva en San Pablo fue convocada  para jugar el Mundial de Suecia de 1995. ¿Cuántas Formiga se habrá perdido el fútbol brasileño por la restricción?

Aquí en Francia la volante central rompe récords. Jugó siete Mundiales femeninos (sólo faltó al primero, el de 1991), la mayor cantidad para cualquier persona en el fútbol, hombre o mujer.

El dato asombra: 150 de las jugadoras que disputan este torneo ni siquiera habían nacido cuando Formiga jugó su primera Copa con Brasil.

La actual jugadora y capitana del PSG francés saltó al fútbol europeo después de diez años en distintos clubes de su país. Afuera jugó en el Malmo de Suecia, en New Jersey Wildcats, Jersey Sky Blue, FC Gold Pride y Chicago Red Stars de Estados Unidos. Entre 2011 y 2017 estuvo en el San José de su país y todavía nadie se ha animado a consultarle si tiene pensado retirarse en algún club. Lo que sí ya aclaró es que intentará ser entrenadora, para derribar otra barrera y demostrar que las mujeres también pueden dirigir.

Cuando reflexiona sobre su trayectoria, Formiga recuerda todo lo que luchó para llegar hasta aquí. Una vez contó que durante un partido aguantó 90 minutos siendo llamada "macaca" por un fanático que le gritaba desde las tribunas. Sin embargo, al final el hombre se le acercó a pedirle una foto. Esta Hormiga no entró en conflicto con la especie humana: le pidió que hiciera un cuadro con la imagen como para recordar aquello y tener vergüenza durante el resto de su vida.

"Soy una mujer normal, como todas las demás”, dijo en Francia. Brasil ya ha logrado su pasaje a los octavos de final con un tridente de lujo: en este equipo Formiga distribuye, Marta inventa y  Cristiane anota. Contra Italia, la sorpresa del torneo, Marta fue la autora del único gol del triunfo.

En la tierra de Simone de Beauvoir, de la Revolución francesa y de la Comuna de París, Formiga sigue escribiendo la historia de las mujeres futbolistas. “He luchado mucho para romper las barreras que le ponían al fútbol femenino”, dijo. Y agregó: “En Brasil las mujeres no reciben ni remotamente el mismo respaldo que los varones, cuyo fútbol inspira una devoción casi religiosa. Eso dificulta el desarrollo de las jugadoras. Y a nosotras nos complica renovar el equipo”.

En tiempos complicados para su país después de la toma del poder por parte de Jair Bolsonaro -con la ministra para la Mujer, Familia y Derechos Humanos, Damares Alvarez, manifestando que “el niño viste de azul y la niña de rosa”- Formiga expresó que el avance en los derechos para las mujeres futbolistas será más complicado: “Este gobierno tendrá aún menos interés en respaldar nuestros esfuerzos para abrirnos camino en ámbitos típicamente masculinos, como el fútbol”.

La admiración de sus compatriotas es total. En el plantel de Argentina, Estefanía Banini, Ruth Bravo y Aldana Cometti coincidieron en que si tuvieran que elegir a una extranjera para reforzar su equipo, ésa sería Formiga. Vadao, su entrenador, fue categórico al opinar sobre ella: “No es de este planeta”.

Formiga está aquí, dispuesta a tomar el cielo por asalto. "Había peleado tanto por el reconocimiento del fútbol femenino y quería que las condiciones ya fueran mejores para las futbolistas, pero eso no había sucedido, por eso dudé en jugar este Mundial. Pero me di cuenta que no quería que mi selección tuviera esos partidos sin mí", dijo.

A eso vino: a jugar.


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