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Los científicos se mantienen alertas sobre las complicaciones que puedan representar estas nuevas variantes.

Los científicos se mantienen alertas sobre las complicaciones que puedan representar estas nuevas variantes. | Foto: EFE

Publicado 8 febrero 2021



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Según estimaciones, unas 4.000 variantes del nuevo coronavirus han sido detectadas en todo el mundo.

En las últimas semanas se ha hablado mucho sobre la aparición de nuevas variantes, cepas o mutaciones del SARS-CoV-2, mezclando estas palabras en muchas ocasiones. Sin embargo, son conceptos diferentes y es importante conocer la diferencia entre ellos. Por un lado, las variantes se producen cuando una o varias de las mutaciones se expanden y se detectan en varias personas, como ha ocurrido recientemente con las variantes británica, surafricana y brasileña. 

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En cambio, para que se origine una cepa, el virus tendría que experimentar un cambio o una mutación drástica en su cadena genética, algo que todavía no ha ocurrido. “Hay una cepa de coronavirus. Eso es SARS-CoV-2. Esa es la única cepa y hay variantes de esa cepa”, explicó en diciembre pasado el profesor Tom Connor, de la Escuela de Biociencias de la Universidad de Cardiff.

Una vez que sabemos distinguir entre los conceptos y sabemos que todavía no han aparecido cepas nuevas, nos queda preguntarnos cuántas variantes existen actualmente del coronavirus. Lo cierto es que no se conoce un número exacto, ya que se han alertado de numerosas variantes.

De hecho, en España, se detectaron al menos 62 solo en los tres primeros meses de la pandemia, según un estudio del Instituto de Salud Carlos III. Sin embargo, sí conocemos las que más preocupan actualmente a los científicos, y son tres: B.1.1.7, B.1.351 y P.1.

Variante británica (B.1.1.7)

Fue detectada por primera vez en diciembre en dos personas que se encontraban en el sureste del Reino Unido, pero ya se ha extendido a 60 países. El Ministerio de Sanidad explica que esta variante, denominada VOC B.1.1.7, “pertenece al linaje B.1.1.7 y presenta 28 cambios en su genoma completo” en comparación con el virus original.

Un informe de diciembre revelaba que esta variante podía ser hasta un 74 por ciento más contagiosa, aunque estudios posteriores han rebajado este porcentaje hasta situarlo en un 24 a 57 por ciento, e incluso un 19 a 53 por ciento.

Con la letalidad ocurre más bien lo contrario. Si al principio se creía que no aumentaría las muertes, un comunicado del Grupo Asesor de Amenazas de Virus Respiratorios Nuevos y Emergentes (NERVTAG por sus siglas en inglés) advierte de que sí puede conllevar un aumento de la gravedad de la infección con un mayor riesgo de muerte.

“La letalidad de la VOC B.1.1.7 respecto a otras variantes sería entre 1,07 y 2,71 veces mayor según los estudios realizados, todos ajustados por fecha, lugar, edad y otras variables”, según esos datos.

Variante surafricana (B.1.351)

Detectada en Suráfrica el 18 de diciembre de 2020, presenta también la mutación N501Y. Se ha detectado en 13 países y también se sospecha tiene una mayor capacidad de transmisión, aunque en este caso no hay evidencia de mayor virulencia. Sin embargo, los datos son tan iniciales que no habría que descartarlo.

Variante brasileña (P.1)

La tercera variante a la que más atención están prestando los científicos es la que se detectó en Japón a principios de enero de 2021 en cuatro personas procedentes de la Amazonía brasileña. Pertenece al linaje B.1.1.28.1 o P.1. y presenta tres mutaciones de importancia biológica en la proteína de la espícula, entre ellas la mutación N501Y, igual que las variantes británica y sudafricana, y la mutación E484K, que la que más preocupa a los expertos respecto a la eficacia de las vacunas, ya que se describe como una mutación de escape a la neutralización de anticuerpos monoclonales y policlonales.

Hasta este momento, los desarrolladores de las vacunas más adelantadas, como s el caso de Moderna y Pfizer/BionTech, así como Sputnik V, los fármacos chinos y cubanos, entre otros, han asegurado que no existe razón para que los compuestos vacunales no sean eficaces para combatir la enfermedad.

Sin embargo, los científicos agregan que se mantienen alertas en este sentido, pues lo relativamente reciente de la aparición de estas variantes implica que su comportamiento no está suficientemente estudiado, como para afirmar categóricamente la eficacia de las vacunas contra ellas.


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