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Alberto Fernández, tras conocer los resultados de las PASO 2019.

Alberto Fernández, tras conocer los resultados de las PASO 2019.

Publicado 14 octubre 2019



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El aporte de Alberto Fernández para lograr la unidad del peronismo fue clave en la construcción del escenario que hoy puede llevarlo a la presidencia de Argentina.

Alberto Fernández comenzó a militar cuando cursaba sus estudios secundarios en el Colegio Mariano Moreno el que fue delegado de la Unión de Estudiantes Secundarios, de tendencia peronista. En 1983 se recibió de abogado en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA).

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Cuando el ministro de Economía del presidente radical Raúl Alfonsín, Juan Sourrouille, le ofreció el cargo de subdirector general de Asuntos Jurídicos, Fernández ya era apoderado del Partido Justicialista, espacio político al que se afilió en 1983. A los 30 años, durante la primer presidencia de Carlos Menem, fue nombrado Superintendente de Seguros de la Nación. Fernández aseguró que en el momento de la apertura del mercado fue muy cuidadoso en preservar las empresas nacionales. En 1991 fue premiado como uno de los Diez Jóvenes Sobresalientes de la Argentina y también recibió un reconocimiento como el mejor empresario del año en el sector asegurador. También fue funcionario del gobierno de la provincia de Buenos Aires durante la gestión de Eduardo Duhalde. 

En 1996, Eduardo Valdés, actual diputado del Parlasur, le presentó al entonces gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, desde ese día  se empezó a amalgamar una relación estrecha y de gran confianza política y personal. “Desde el inicio, los dos advertimos que teníamos muchos puntos en común. Compartíamos la idea que, aunque los mercados debían desarrollarse en un marco de razonable libertad, el Estado necesitaba arbitrar allí donde la misma libertad generaba desequilibrios”. 

Ese fue, si se quiere, el comienzo de un camino que terminaría con Kirchner como presidente de la Argentina y que no puede analizarse sin tener en cuenta la relación que tejieron entre ellos pero también los contactos que el propio Fernández mantuvo en esos años y que fueron indispensables para el camino que se propusieron.

Colaboró en 1998 en la campaña presidencial de  Eduardo Duhalde. Allí surgió lo que se conoció como el Grupo Calafate que fue uno de los núcleos políticos embrionarios del kirchnerismo como fuerza nacional. En busca de repercusión mediática, en el marco de la campaña Fernández propuso generar un debate de dos días frente a periodistas. Quería mostrar que detrás de la candidatura que impulsaban había un grupo de dirigentes que le otorgaban a la política un lugar diferencial que creían que la sociedad demandaba. Cristina, que en ese momento era legisladora nacional, ofreció organizar el encuentro en Calafate, y surgió así el nombre del grupo. 

El acercamiento de Duhalde con dirigentes menemistas llevó al distanciamiento de Kirchner –que era entonces el único gobernador peronista que apoyaba esa candidatura abiertamente--. Le planteó a Alberto la necesidad de construir un espacio propio para no traicionar las expectativas de quienes creían en otro peronismo. 

En el año 2000 Fernández fue electo legislador en la capital federal en la lista de “Encuentro por la Ciudad”. Kirchner no estaba de acuerdo en que Fernández integrara ese espacio, pero después de las elecciones lo llamó y le dijo: “Creo que se terminaron las horas de las aventuras. Necesito que me acompañes porque en el 2003 quiero ser presidente. Al primero que hablo es a vos porque necesito tu ayuda en Ciudad de Buenos Aires. Si estás convencido nos ponemos a trabajar hoy”. Fernández aceptó.

La idea de la transversalidad, Alberto Fernández la expuso públicamente en 2001. En un artículo que publicó el diario Clarín ese año, escribió sobre la relativización de los límites partidarios y la necesidad de refundar un nuevo modo de hacer política, donde se puedan encontrar militantes y dirigentes de distintos orígenes. Creía que en los grandes partidos aparecían elementos claramente antagónicos: espacios más progresistas junto a otros definitivamente conservadores, amparados bajo el manto del radicalismo o del peronismo. Advertía la necesidad de construir nuevos espacios fundados en ideologías y valores comunes antes que en la búsqueda partidaria del poder.

En plena crisis de 2001 Néstor y Alberto comenzaron a trabajar en la conformación de un espacio político propio para lanzar la candidatura de Kirchner. Cristina le recriminó a Alberto que ponían en riesgo la gobernación de Santa Cruz. “Intenté convencerla que si hacíamos bien las alianzas electorales, por las características del contexto social y político que se vivía, la victoria no sería un sueño inalcanzable. Yo hablaba y Cristina me miraba con descreimiento. Llegó a recomendarme que tratara con un analista mi excesivo voluntarismo. Años mas tarde nos reiríamos juntos al recordar esos momentos”, contó Fernández en su libro.

Cuando se hicieron las convocatorias a las elecciones, la relación entre Kirchner y Duhalde estaba quebrada y el apoyo del entonces presidente era indispensable. Fue Alberto el que logró reunirlos y finalmente, después de idas y vueltas, consiguió el respaldo. Cuando comenzó la campaña Kirchner tenía un nivel de conocimiento del 23 por ciento y una intención de voto del 2,3 por ciento. Fernández fue el Jefe de Campaña.

Las elecciones se realizaron el 27 de abril y Kirchner quedó en segundo lugar, detrás de Carlos Menem por dos puntos de diferencia. Cuando finalmente, el ex presidente decidió bajarse de la segunda vuelta y Kirchner quedó como presidente electo con el 22,25 por ciento de los votos la tarea pasó a ser la de construir poder ante un gobierno que asumía con un caudal de votos reducido. Para ampliar la base de sustentación política fueron a buscar a dirigentes ajenos al peronismo para expresar la vocación de amplitud y de comprometer a todos los sectores en la labor transformadora. La construcción de poder se apoyaba en el vinculo directo entre el gobierno y la sociedad y gran parte del diseño de esa tarea estaba en sus manos.

Fernández viajó junto a Santa Cruz para armar junto a Kirchner el equipo de gobierno y Néstor le ofreció entonces ser su jefe de Gabinete.

Cuando Néstor asumió, el país estaba en default, el nivel de desocupación era de 25 por ciento, la pobreza superaba el 50 por ciento, las reservas eran de apenas 8 mil millones de dólares y la Corte Suprema de Justicia de la Nación cerca de declarar la constitucionalidad de las leyes que garantizaban impunidad a los militares. La deuda externa representaba el 150 por ciento del Producto Bruto Interno. Después de los primeros dos años resolvió el default, reordenó la relación con el FMI y otros organismos de asistencia, multiplicó por tres las reservas, redujo la pobreza y la desocupación y encaminó el proceso de memoria verdad y justicia con los juicios a los genocidas.

“Toda mi vida soñé con ocupar un lugar de protagonismo que me permitiera trabajar para mejorar la vida de la gente. Sentí que estaba precisamente en ese sitio” reflexionó Fernández en su primer día como Jefe de Gabinete. 

El gobierno de Néstor y el trabajo de Alberto, según él mismo expuso, tuvo cinco ejes: ninguna acción podía favorecer la impunidad de quienes habían violado los derechos humanos durante la dictadura; no se debía obstaculizar la independencia del Poder Judicial; ninguna acción de gobierno debía provocar mayor endeudamiento, lo que suponía reducir drásticamente los niveles de deuda existentes y superar la condición de deudores morosos; promover el superávit fiscal y comercial que suponía estimular el trabajo y la producción en un sentido exportador, valiéndose de una moneda competitiva; el gobierno debía eludir las acciones que perpetuaran el sometimiento internacional que Argentina padecía por entonces. En ese punto inscribieron la integración regional, la relación con el FMI y los otros organismos de crédito. Todos estos principios, son los que hoy también sostiene Fernández en sus discursos.

Cuando Cristina fue electa Presidenta, Fernández puso su renuncia a disposición. Estaba convencido que aquellos que habían estado en la gestión anterior mostraban cierto desgaste y era necesaria una renovación. Pero Néstor y Cristina creían que la experiencia acumulada en esos años era importante. Finalmente aceptó continuar y le pidieron que trabajara en darle una nueva impronta al nuevo gobierno.

Fernández mantenía diferencias de criterio con Cristina y también con Néstor y eso produjo incluso un distanciamiento no sólo político sino también personal. A pesar de estar de acuerdo con la necesidad de la medida de retenciones móviles que desató la crisis y de haber negociado con los distintos sectores para llegar a acuerdos, después de la derrota de la iniciativa en el senado, Fernández creía que era necesario hacer autocríticas y revisiones en el modo en el que el gobierno estaba impulsando distintas iniciativas. El 23 de julio de 2008, después de 1883 días en el cargo de Jefe de Gabinete, presentó su renuncia, aunque no se alejó del espacio político. El día que asumió Sergio Massa en su reemplazo fue la última vez que vio a Cristina.

Desde entonces, mantuvo una postura crítica al gobierno. En 2012 formó el Partido del Trabajo y la Equidad (PARTE), en 2013 se incorporó al Frente Renovador de Sergio Massa, que era opositor al gobierno de Cristina y colaboró con su campaña presidencial en 2015 y en 2017 fue jefe de campaña de Florencio Randazzo que se postuló como senador de la provincia de Buenos Aires, cargo para el que fue electa Cristina Fernández de Kirchner por el espacio de Unidad Ciudadana.

El reencuentro con la ex mandataria se dio en diciembre del 2017. Después de casi 10 años, en aquella reunión, relató Fernández, recuperaron la amistad que habían tenido. Saldamos todo lo que nos cuestionamos, lo que nos permite trabajar con mucha confianza el uno con el otro”, contó Fernández en una entrevista que brindó al diario Página/12. Desde entonces y frente a la catástrofe social y económica que estaban produciendo las políticas impulsadas por Mauricio Macri comenzó a trabajar por la unidad del peronismo. “Con Cristina sola no alcanza, y sin ella no se puede”, expresó en febrero de 2018.  

Ya como candidato a Presidente por el Frente de Todos Fernández sostiene en las diferentes áreas muchas de las ideas que llevó adelante Néstor como Presidente y él como Jefe de Gabinete entre mayo de 2003 y julio de 2008.

Las elecciones tendrán lugar el 27 de octubre, aniversario de la muerte de Néstor Kirchner.  


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