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  • El término “refugiado climático” no está respaldado aún por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
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    El término “refugiado climático” no está respaldado aún por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

La Covid-19 puede resultar especialmente peligrosa en las condiciones de hacinamiento que son habituales en los campamentos y asentamientos de desplazados internos por factores climáticos.

Desesperada, ella implora humildemente desde la esquina del tejado. Enmudece, solloza y panea con su celular el panorama que tiene ante sí. Niños, madres, ancianos sobre el único techo plano del caserío. Nada pueden hacer para no ser alcanzados por la avalancha de agua, que suma todos los afluentes loma abajo.

Conmocionada, su llanto expresa un terror consciente. ¿Quién podría ir por ellos, en medio de tal inundación? Tose, la humedad podría estar haciéndole daño a todos, suplica.

- Por favor si alguien sabe quién pueda venir a rescatarnos. Estamos aquí, a la espera, pero… nadie viene y el agua sigue hacia arriba. Dice mientras vuelve a girar la cámara de su teléfono para mostrar la corriente alcanzando la copa de los árboles que rodean la casa. Ahora es que recuerda dar la ubicación.

- Estamos en San José del Cayo.

- ¿Te contestan? Preguntan ansiosas las otras mujeres

- ¿Quién va a contestar? La certidumbre desata de una vez la emoción contenida frente a los niños.

- Hemos pasado tribulaciones, pero Dios está con nosotros. Dice y reza a su lado una señora.

- Por favor, ayúdennos -insiste- necesitamos ser rescatados.

La trasmisión termina enfocando el inicio del camino, donde el horizonte muestra el caudal que sube y sube.

Nunca supimos quien publicó en YouTube esta grabación, tampoco si sobrevivieron. En ese peligro estuvieron miles de personas que no alcanzaron a pedir auxilio. En Honduras, donde se ubica San José del Cayo, el huracán Eta alcanzó la categoría 4 y afectó a 1,8 millones de personas.

Lo peor está por venir

Honduras, Guatemala, El Salvador, Jamaica, Bahamas y Belice, Nicaragua, Panamá, El Salvador y el sur de México, recibieron el primer golpe de las afectaciones por el paso del huracán Eta, finalizando la etapa ciclónica en noviembre del 2020, que partió en aguas el centro de la isla de Cuba, para luego estacionarse sobre su costa occidental.

La Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU aseguró que al menos 358.000 centroamericanos están alojadas temporalmente en escuelas y otros edificios en los tres países del norte de Centroamérica.

A la crisis humanitaria en curso, se le podría añadir la advertencia de nuevas ondas tropicales que se desplazan lentamente hacia el oeste sobre el suelo saturado de Centroamérica y el Caribe. Con más del  80 por ciento de posibilidades de convertirse en grandes tormentas y en nuevas noticias, encima del desastre que ya dejó Eta.

“Las necesidades más inmediatas son la alimentación, protección y albergue de las personas afectadas, así como otros artículos básicos que ayudan a garantizar su dignidad”, dijo el jefe de la Misión de la Organización para Honduras, El Salvador y Guatemala, Jorge Peraza.

A través equipos de trabajo de la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU, se han distribuido entre los afectados, miles de paquetes de emergencia con utensilios de cocina, colchones, sábanas y productos de higiene, pero no basta. Algunos deben comenzar desde cero.

La devastadora tempestad ha cobrado vidas, obligado a la evacuación de miles de personas y ocasionado daños importantes a la infraestructura y los hogares en toda América Central. Con la persistencia de las lluvias, continua el peligro y el riesgo de la crecida de los ríos. Consecuentemente, las inundaciones y deslizamientos de tierra.

Los expertos aseguran que se trata de uno de los temporales más desafiantes desde el huracán Mitch en 1998. Eta apagó la vida de decenas de personas.

La directora regional de la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU para Centroamérica, Norteamérica y el Caribe, mostró su preocupación por la destrucción de cultivos y el impacto en las economías locales en algunas partes de Nicaragua, Honduras y Guatemala.

Michele Klein-Solomon destacó que esta situación puede “agravar las condiciones de inestabilidad económica e inseguridad alimentaria que han obligado a miles de centroamericanos a migrar en busca de mejores condiciones de vida".

"Lo que ha dejado el huracán Eta, no es solo una enorme calamidad humanitaria que requiere atención inmediata, sino también la semilla de futuras crisis migratorias que debemos tratar de prevenir".

Evaluación

Las persistentes lluvias en Nicaragua, incluida la capital Managua,  provocaron la evacuación de unas 30.000 personas por parte del Ejército y la estructura de Gobierno, que actualmente restaura los servicios básicos y explora apoyo de la comunidad internacional en sus esfuerzos de recuperación. Estiman más de 90.000 familias afectadas.

Las comunidades Haulover, Wawa Bar, Karatá, Whounta Bar, fueron las que más sufrieron el paso del huracán. En Bilwi, Puerto Cabezas,  más de 1.000 familias, y 800 viviendas resultaron afectadas. En casi todas las comunidades rurales, miskitas o mayagnas, unas 13.185 personas se autoevacuaron antes del impacto de Eta. Se cuentan dos fallecidos.

En Guatemala, la tormenta Eta afectó a más de 600 mil personas. Alta Verapaz, uno de los departamentos con los índices de pobreza más altos, ahora es zona de desastre. Las inundaciones llegaron hasta los techos de las casas, en asentamientos como Carchá y Cobán. También en este lugar, ocurrió un alud de tierra que destruyó el caserio Quejá en San Cristóbal Verapaz, dejando soterradas a 50 familias. Los rescatistas de Guatemala, siguen buscando a las personas sepultadas por el enorme deslave.

Los departamentos de Zacapa y Chiquimula, ya marcados como el corredor seco de la pobreza y la desnutrición, también fueron severamente dañados. Entre tanto, reportan muertos por deslizamientos de tierra e inundaciones, en comunidades enteras que han quedado aisladas. En Alta Verapaz, Izabal y Petén el mal tiempo ha causado 44 muertos y 109 desaparecidos. Mientras, más de 2.000 personas han sido evacuadas.

Al otro lado de la frontera con Guatemala, murieron 20 personas en el sur de México, como consecuencia de los deslaves y crecidas en arroyos y ríos, afirmó Elías Morales Rodríguez, funcionario de Protección Civil del estado de Chiapas.

El peor incidente en México ocurrió en el municipio montañoso de Chenalhó, donde 10 cadáveres fueron encontrados aguas abajo, arrastrados por un arroyo crecido. Las inundaciones en el vecino estado de Tabasco provocaron que el presidente Andrés Manuel López Obrador acortara un viaje al oeste de México, para volar a Tabasco, su estado natal, y supervisar las labores de ayuda.

Los 18 departamentos de Honduras quedaron en alerta roja, con unas 3.600 personas alojadas en refugios y unas 40.000 afectadas directamente tras la tormenta.

Según la Cruz Roja Internacional, el panorama incluye un 20 por ciento de la población, sin techo, ni alimentos, casas destruidas y comunidades bajo el agua. Las inundaciones afectaron a más de dos millones de personas y se reportan 58 muertos.

En Honduras, aún recuerdan con sufrimiento - desde hace 22 años- la destrucción causada a casi un 70 por ciento de la nación por el fuerte paso del huracán Mitch. Eta demostró la gran vulnerabilidad del país, donde han quedado casi dos millones de personas soportando las consecuencias.

El jefe de Comando de Incidencias de la estatal Comisión Permanente de Contingencias (Copeco), Marvin Aparicio, dijo  que unas 16.751 viviendas han sido afectadas, 364 dañadas y 52 quedaron destruidas. Además, 120 carretas reportan daños y 68 comunidades siguen incomunicadas. Mientras, el agua continúa bajando y las autoridades limpiando las zonas devastadas, más cuerpos se encontrarán entre los escombros principalmente en el departamento de Cortés, en el norte del país, la región más afectada por las inundaciones, señaló Aparicio.

Escenas desgarradoras tuvieron lugar en El Salvador. Miles de salvadoreños sufrieron los efectos de un deslizamiento mortal en Nejapa. Con evacuaciones preventivas y refugios de emergencia atendieron a un número creciente de personas afectadas. También monitorean cuidadosamente los niveles del río Lempa, que podría desbordarse con fatales consecuencias.

Asimismo, Costa Rica  registró inundaciones en alerta roja y naranja y en Panamá, se evacuaron más de 600 personas en las áreas afectadas.

Eta retomó la fuerza de tormenta tropical en las aguas cálidas del mar Caribe, antes de entrar a Cuba. Ocasionó severos daños materiales, por las lluvias torrenciales, que permanecieron casi toda una semana, atendiendo al caprichoso movimiento de la misma.

En estos momentos se evalúan los perjuicios sobre las viviendas, viales y vastas zonas de tierras cultivadas o listas para la siembra de frío. Previo y durante el evento meteorológico, se evacuaron en refugios preparados al efecto a miles de personas, la mayoría de las cuales se quedaron en casas de familiares y amigos. No se reportaron víctimas mortales.

Hasta ahora, huracán Eta dejó un saldo de 261 fallecidos en seis países, aunque esperan que los ríos desbordados bajen a su cauce, para precisar el número de víctimas y los daños materiales.

Eta penetró como huracán categoría 4, en toda la costa caribeña de Centroamérica. Posteriormente, se degradó a tormenta tropical, manteniendo fuertes vientos y lluvia persistente, con acumulados inéditos durante varios días seguidos, causa de las inundaciones y deslaves.

Motor de migrantes

La relación entre el clima, la pobreza y el hambre deja una inseguridad alimentaria que se puede convertir en una causa de desplazamientos, según apunta el informe de 2019 de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Sequía, lluvias torrenciales e inundaciones, entre otros desastres naturales, así como el cambio climático, potencian cada vez más la huida de personas, en busca de una vida mejor mas allá de sus hogares, donde las condiciones económicas y sociales son extremadamente difíciles.

A finales del 2019, 135 millones de personas de 55 países padecían inseguridad alimentaria aguda y el 80 por ciento de las poblaciones desplazadas del mundo residían en éstos.

Refieren los datos del Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (IDMC, por sus siglas en inglés), que las mayores catástrofes naturales del 2018 dejaron casi 20 millones de personas desplazadas.

Se trata de una tendencia al alza en la región que puede llegar a tener, en 2050, 17 millones de personas desplazadas internamente debido a los impactos del cambio climático, según estima un estudio del Banco Mundial.

"A finales de 2018 y en 2019, comenzó la gran Caravana Migrante, a la cual se unieron miles de personas de Honduras, que migraron justamente por las sequías", recordó la codirectora ejecutiva de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA), Astrid Puentes.

Aunque no ha sido suficientemente documentada, además de Centroamérica, existen otros casos con migración por causas ambientales.

"A comienzos de 2017, Colombia, Brasil y Perú presentaron lluvias extremas que, unidas a la falta de planeación y de prevención adecuada de desastres, causaron importantes pérdidas", insistió Puentes.

"Adicionalmente, la implementación de grandes proyectos como grandes represas, carreteras y termoeléctricas, entre otros, han ocasionado también el desplazamiento de miles de personas" agregó recordando los casos de la represa de Belo Monte (Brasil) con el desplazamiento más de 20.000 personas y la de Hidroituango (Colombia).

"Al no estar reconocida su situación de desplazado o de refugiado, las personas migrantes, por razones ambientales, están en una situación de mayor vulnerabilidad", argumentó la codirectora.

Desplazados, vivos o muertos

Como explica Reece Jones – profesora de Geografía en la Universidad de Hawái y autora de Violent Borders- se estiman que 200 millones de personas serán desplazadas por catástrofes relacionadas al cambio climático para el 2050.

“El huracán Irma  -en 2017- destruyó por completo la isla de Barbuda y obligó a sus 1.600 residentes a ser reubicados, demostrando que la migración inducida por el clima ya no es una posibilidad futura, sino una realidad actual”, afirma profesora.

“Una semana y media después, el huracán María cortó la electricidad para los 3.4 millones de residentes en Puerto Rico y dejó a gran parte de la isla sin agua potable. El 15 por ciento de la población de Puerto Rico se estima que dejó la isla durante el próximo año”. La cifra de muertes provocada por el huracán María en Puerto Rico, asciende a por lo menos 4.645 personas, 70 veces más que el dato estimado oficial de 64 decesos.

Ante la anunciada situación, "¿cómo caracterizar al cambio climático?", se pregunta -colocándolo frente al fenómeno migratorio- el coordinador del Observatorio Latinoamericano sobre Movilidad Humana, Desastres y Cambio Climático, Diogo Andreola Serraglio.

 

"Como alternativa, los países de América Latina acabaron concediendo visados por razones humanitarias, que incluyen desastres ambientales" razona Andreola Serraglio.

"Hay mucho que caminar en términos de protección y políticas de atención integral y en términos de las causas que contribuyen a esos desplazamientos como la pobreza, las desigualdades y la urbanización desordenada (…) los Estados tienen la obligación de proteger los derechos humanos de todas las personas y, por ende, también deberían proteger los derechos de las personas que migran por razones ambientales", declaró la cofundadora de la Red Sudamericana para las Migraciones Ambientales, Erika Pires.

Tanto es así, que el Pacto Mundial sobre Refugiados, adoptado por una mayoría abrumadora en la Asamblea General de la ONU en 2018, aborda directamente esta creciente preocupación. “El clima, la degradación del medio ambiente y los desastres naturales interactúan cada vez más con los impulsores de los movimientos de refugiados” evidencia el documento.

El clima de la Tierra cambia a un ritmo que supera cualquier pronóstico científico. Algunas familias y comunidades ya han comenzado a sufrir por los desastres y las consecuencias del cambio climático, lo que les ha obligado a abandonar sus hogares en busca de un nuevo comienzo.

Sin embargo, el término “refugiado climático” no está respaldado por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Se refieren a “personas desplazadas en el contexto de desastres y cambio climático”, ya que genera desplazamientos internos y afecta a las personas, inclusive, dentro de sus propios países.

Los datos del Centro de Monitoreo de Desplazamientos Internos, refieren que en 2017 se registraron 17,2 millones de nuevos desplazamientos internos, relacionados con desastres naturales.  

El clima genera muchos desplazamientos forzados dentro de las regiones más vulnerables, que albergan al 84 por ciento de los refugiados del mundo. La tendencia es a un mayor deterioro ambiental a largo plazo, por lo que muchas personas desplazadas no podrán regresar a sus hogares.

El número de desplazados y refugiados en el mundo creció en casi nueve millones de personas en 2019 hasta llegar a casi 80 millones. Esto  se traduce, en casi el 1 por ciento de la población mundial, según reveló el informe anual de Acnur.

Son personas con sufrimientos y razones. A la que se suma este año, una enfermedad respiratoria como la Covid-19, que puede resultar especialmente peligrosa en las condiciones de hacinamiento que son habituales en los campamentos y asentamientos de desplazados internos.

 

El papa Francisco, en días recientes, habló especialmente sobre la población de Centroamérica, golpeada “por un violento huracán, que ha causado muchas víctimas y enormes daños, agravado también por la ya difícil situación debido a la pandemia”.

En declaraciones a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro, Francisco rezó para que “el Señor reciba a los difuntos, consuele a sus familias y sostenga a todos los que han sido sometidos a prueba, así como a todos los que están haciendo todo lo posible para ayudarlos”.

Que habrá sido de aquellos niños y mujeres solas sobre un techo, puestos “a prueba”, suplicando al mundo a través de un celular, donde nadie podía escuchar sus lamentos.                                                                                                                                  


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