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    Tite y Norma en Caracas junto a la periodista Moraima Carvajal.

Se cumplen 9 años de su partida y todavía Puerto Rico hace valoración de la obra de esta incansable luchadora cultural de su tierra.

Al cumplirse 9 años de la partida física de la destacada escritora, pintora, educadora y folclorista puertorriqueña, además de compañera del compositor Tite Curet Alonso es pertinente acercarse a una historia no muy conocida, revelada en Caracas.

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A finales de agosto de 1988 estuvimos en San Juan de Puerto Rico para conocer a Catalino Curet Alonso, “El Tite Curet” con quien ya habíamos conversado en varias oportunidades. Nos recibió en su hogar de Isla Verde, al lado de su compañera de vida, Norma Salazar.

Es a ella a quien fundamentalmente nos referimos en este abordaje de la Bomba y la Plena, de la artesanía boricua y del estudio profundo que esta borincana hizo de diversos aspectos de la cultura de Puerto Rico, y de la obra toda del periodista, compositor, hombre de radio, investigador, amigo, y su compañero de amores, Catalino Curet Alonso.

Foto: Cortesía

A primera vista

La primera vez que se toparon fue un día de 1985 cuando Norma, Salazar Rivera, nacida en Ponce, andante sonrisa boricua con cara de anhelos libertarios vio al Tite en una calle de San Juan. Como a Norma le gustaba declamar, y lo hacía muy bien, no lo pensó dos veces y atravesó la calle para interceptar al famoso compositor y pedirle algunos poemas.

“Lo más que podía pasar era que me dijera que no, pensé”, nos contó Norma en una posterior visita (de varias) que hizo a Caracas en octubre de 2004.

“Nada, mi hermana… Le pedí los poemas y aquél hombre ni se inmutó. Nos miramos muy bien, eso sí. Y sólo luego me dijo que me llamaría, pero con una displicencia que yo, bendito, di por muerto aquél intento pensando que no me llamaría nunca”.

En menos de 24 horas Catalino Curet Alonso llamó a Norma Salazar para pedirle que se vieran, pues tenía algunos escritos y quería saber si le servían…

Y fueron varios papeles y varias conversaciones. Mientras tanto, cumpliendo el poema de Andrés Eloy Blanco, el amor entre los dos hilaba, cerrando con costura borincana aquellas heridas de amores que se fueron, de amores peregrinos, de hijos y divorcios, de lágrimas y lluvia…

Lo cierto es que no había pasado un semestre cuando Tite Curet, de la manera mas hermosa, por simple, le dijo: “Vente conmigo a compartir la aurora…” Campanitas de cristal.

Foto: Cortesía

Luz y sombras

Juntos compartieron las auroras durante 17 años, hilando ilusiones, tejiendo sueños, aliviando la inquietud de los amigos y expresando el amor entre sombreros y turbantes, con la moral que da el amor, con el afán de servicio que da el amor... “Anacaona”… “Periódico de ayer”… “Mi triste problema”… “Las caras lindas”…

En julio de 2002 Norma se ausentó. Iba a Cuba con urgencia por causa de un tratamiento médico de su hijo. Y estaba en Cuba cuando el Tite hubo de ser ingresado a una clínica.

Cuando Norma llegó al lado del lecho de Curet le dio los mensajes animosos que le enviaban los cubanos. Pero había hielo en aquél recinto. Y luego la bomba: Se le negaba el ingreso al cuarto de su marido por orden de la hija de éste. “No me amilané y seguí visitando el hospital hasta que pude entrar. No le dije al Tite lo que me había pasado con su hija, pero él sí me dijo, con urgencia, porque sabía que se nos acababa el tiempo: “Mi hija exige que me vuelva a casar con su mamá”.

“Eso no va a pasar Tite, quédate tranquilo”.

Y es que nunca Tite y Norma pensaron en casarse. Las convenciones no los animaban y mucho menos aquello de “el patrimonio y los legados”.

Esa misma tarde alguien la llamó. “Pasó: lo casaron Norma, enfermo como está. Lo casaron esta tarde con su debilidad física y emocional a cuestas”.

Tal vez sólo en ese momento pudo ver el alcance del papel firmado…

Norma Salazar se fue a Francia. Puso un océano a separar el dolor. Tite Curet Alonso se fue a la Parada 15, de Santurce, en su amado San Juan. Allí le consumía la tristeza… y también lloraba. Decía que mucha gente lo había engañado. “Quiero a Norma”, y el ay de la amargura se apoderaba de todos.

Foto: Cortesía

Como amantes

Norma no se iba a pasar la vida en Francia ni huyendo. Con absoluto prestigio ganado no por ser la compañera del Tite, sino por sus incuestionables méritos como folclorista, investigadora, escritora, artesana y trabajadora cultural en una nación a la que niegan la condición de tal, la directora del grupo “Plenibom” sabía que se tropezaría con el Tite, como aquél día de 1985, al cruzar cualquier calle de San Juan.

Un día salió hacia el supermercado y al pasar frente a la Plaza de Armas escuchó un singular: “Norma”, pero pensó que era su imaginación. Un segundo llamado la hizo reaccionar. Al otro lado de la calle, sentado en un banquito, estaba Tite. “Ven acá, siéntate”, le dijo.

Norma confirma en Caracas lo que ya había contado en Puerto Rico. “Yo crucé, claro. Pero al verlo se me fue el coraje. Hablamos mucho, muchísimo. Ese día quedamos en almorzar y claro: nos veíamos, nos amábamos, salíamos, y a la poesía no le importó que yo ahora fuera amante. Y a mí tampoco”.

Todo tiene su final…

Un día el Tite la mandó a buscar con urgencia. Se vieron en la Parada 15. “Nos tomamos un café…él se comió unos pastelitos… y me dijo: ‘Mi hija me quiere llevar a Estados Unidos. Yo no me quiero ir. No dejes que me lleve…”. Ella no contaba con recursos legales para impedirlo. Llanto otra vez, pues nada corría a favor de los amantes…

Norma cuenta que intentó tranquilizarlo, y luego lo llevó a la casa de Pueblo Nuevo donde él vivía. “Me quedé mirándolo intensamente hasta que llegó a la puerta. Fue la última vez que lo vi…”.

Homenaje de Norma al Tite

Norma Salazar

Norma Salazar Rivera, folclorista puertorriqueña que fuera descrita por amantes de la cultura como una incansable obrera del arte, entró en la inmortalidad en la madrugada del viernes 23 de mayo en su hogar en el sector Trastalleres de Santurce.

La prensa de su país destacó en su momento que Norma, folclorista, mujer de teatro, declamadora, pintora, escritora, artesana y educadora tenía 20 años cuando, en medio de una convención de abogados en el Hotel Meliá de Ponce, su ciudad natal, los sonidos de los tambores, los panderos y las maracas despertaron en ella su pasión por las expresiones folclóricas. Desde ese momento la bomba y la plena pasaron a ser parte fundamental de su vida.

La Fundación Nacional para Cultura Popular Puertorriqueña a través de su fundador y director, investigador Javier Santiago, y del comunicador Enrique Feliciano Díaz señala que poco después, con el propósito de conocer a profundidad sobre el tema, Salazar comenzó una investigación sobre los orígenes de las mencionadas expresiones musicales. Sus fuentes de información fueron los especialistas Rafael Cepeda, Samuel Lind y otros expertos que entrevistó.

Por otro lado, sus estudios en la Universidad Interamericana de San Germán la pusieron en contacto con la poesía negra de Luis Palés Matos y Fortunato Vizcarrondo. En el recinto, Norma Salazar completó un bachillerato en Estudios Hispánicos.

Salazar dictó una conferencia sobre la bomba y la plena en el Colegio de Abogados, y ante la visita de un grupo proveniente de Namibia, Norma complementó su presentación con una rutina de baile que ejemplificaba el contenido de la exposición.

Con los participantes que la acompañaron en la conferencia, Norma decidió organizar un grupo de baile, canto y declamación al que bautizó como Kaffir, vocablo que leyó en un libro de Winnie Mandela. La agrupación se dio a conocer porque en su propuesta artística combinaban la poesía negra, con la bomba y la plena. Con el tiempo enriqueció su repertorio con poemas de poetas contemporáneos.

En uno de esos días en que todo parece fluir a favor fue cuando conoció al compositor y poeta Tite Curet Alonso. De hecho, fue Tite quien le sugirió que sustituyera el nombre original de su grupo (Kaffir) por el más pegajoso de Plenibom.

Dirigida por Norma Salazar, la agrupación se dedicó a promover las manifestaciones culturales afro antillanas en todo el País. También viajaron a los Estados Unidos, América del Sur, Cuba y la isla de Mallorca.

Norma Salazar se destacó como líder en las comunidades menos aventajadas de Puerto Rico. Trabajó como coordinadora del proyecto de periodismo infantil Los Niños en Acción que concibió con niños estudiantes de Trastalleres, La Perla, Llórens Torres y Puerta de Tierra.

Tambores de Paz

La Fundación nacional para la Cultura Puertorriqueña ofrece una relación de los innumerables trabajos de Norma Salazar, como fueron La liberación femenina en Puerto Rico (1974), Los valores del hombre en el cuento de Juan Bosch y Abelardo Díaz Alfaro (1975), El negro en la literatura hispanoamericana en (1975), la literatura puertorriqueña en el periódico La Democracia desde 1892 hasta 1920 (1985) y Tite Curet Alonso: lírica y canción. Como artista expuso “Enjundia nativa”, “Máscaras”, “San Antón: 500 años de barrio y tradición” y en la “Bienal multicultural” que se presentó en Puerto Rico, Nueva Orleáns, Nueva York e Islas Vírgenes

De su pluma, fueron los libros “Canto a mi hijo” (1975), “Sueños, risas y canciones” (1975) y de “De mi madre lo aprendí” (2000), además del dedicado a Tite Curet. Igualmente Norma Salazar se desempeñó como colaboradora del periódico Claridad, así como en 2010 editó en formato DVD su documental “Promesa cantada a los Tres Santos Reyes” el cual fue producido por el joven cineasta Heixan Robles.

Las María

En la noche del 21 de diciembre de 2012 la Fundación Nacional para la Cultura Popular de Puerto Rico proclamó a Norma Salazar “Abanderada 2013” por sus labor incansable en pro de la cultura en las comunidades. Posteriormente realizó con ellos el taller navideño “Jesús de Trastalleres” y el campamento Verano Cultural con niños de dicho sector capitalino.

En la madrugada del viernes 23 de mayo de 2014, Norma Salazar falleció en su hogar en Santurce, justo en momentos en que se encontraba delineando un nuevo proyecto comunitario titulado "Trastalleres sabe a bolero”. Los amigos cercanos indicaron que Norma no tenía mayores enfermedades. Se mareó mientras se vestía y cayó en una esquina de su cama.

Se cumplen 9 años de su partida y todavía Puerto Rico hace valoración de la obra de esta incansable luchadora cultural de su tierra.

Estuvo varias veces en Venezuela, invitada por las autoridades culturales y llegó a visitar Caracas acompañada y de la mano de Tite Curet Alonso. Dejaron lecciones imborrables en quienes pudieron tener el privilegio de acercarse a sus palabras y experiencias.


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