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    La ONU advirtió, a fines de abril, que en 2020 se perderán unos 300 millones de empleos en el mundo, el comercio caerá entre 13 y 32 por ciento.

Según la Comisión Económica para América y el Caribe (Cepal), los pobres alcanzarán unos 210 millones de personas en medio de la pandemia por la Covid-19.

Nadie quedó ajeno a los primeros brotes de la Covid-19: ni ricos, ni pobres, ni famosos, ni trabajadores anónimos. Y, aún cuando en el mundo las atenciones hospitalarias no son iguales para ricos y pobres, las principales desigualdades serán más notorias cuando los efectos económicos de la pandemia se hagan sentir. 

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Es perfectamente predecible que los problemas financieros afectarán de forma distinta a desfavorecidos.  La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), por medio de su secretaria ejecutiva, Alicia Bárcena, ha dicho recientemente que “la pandemia ha hecho visibles problemas estructurales del modelo económico y las carencias de los sistemas de protección social y los regímenes de bienestar que hoy nos están resultando muy caros”.

Por medio de una conferencia de prensa en Santiago de Chile, en mayo de este año, la Cepal ha dicho que “los pobres aumentarán de 186 millones a 215 millones de personas a causa de la Covid-19”.

¿Quiénes pagarán el impacto del coronavirus?

Cuando se lee lo que revelan las principales fuentes económicas, es urgente pensar en los más pobres. La vicepresidenta de Crecimiento Equitativo Finanzas e Instituciones del Grupo Banco Mundial, Ceyla Pazarbasioglu, ha manifestado que “las perspectivas dan mucho que pensar, ya que es probable que la crisis deje cicatrices difíciles de borrar y que plantee complejos desafíos mundiales”.

Por otra parte, el propio Banco Mundial, en la voz de Ayhan Kose, director del Grupo de Perspectivas, ha manifestado que: “La recesión ocasionada por la Covid-19 es singular en varios aspectos, y es probable que sea la más profunda para las economías avanzadas desde la Segunda Guerra Mundial y la primera contracción del producto en las economías emergentes y en desarrollo en al menos los últimos seis decenios”.

Ni si quiera los programas de ayuda han podido atenuar la situación de varios países. En América Latina, por ejemplo, muchos Gobiernos desarrollaron programas de ayuda. Pero, paradójicamente, fueron esos programas los que develaron una carencia. La entrega de bonos se hacía extremadamente embarazosa. ¿Por qué sucedía esto? Les era imposible identificar a las personas que eran objeto de esa asistencia. Contario a lo que muchas veces se ha promocionado, la Covid-19 no es igual para ricos y pobres. La periodista Emily Maitlis, de la BBC, en su programa Newsnight, emitía un claro mensaje la noche del 8 de abril: "La enfermedad no es un gran nivelador en el que las consecuencias para todos, ricos o pobres, son las mismas", dijo Maitlis.

No era cuestión de pasar el pico

En cualquier medio alertan sobre el comportamiento de tablas, curvas, gráficos y análisis de toda índole. Pero los principales epidemiólogos han asegurado que no es solo cuestión de pasar el pico. “Queda por ver exactamente cuánto tiempo estará entre nosotros la Covid-19”, dijo Marc Lipsitch, un destacado epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, al diario The New York Times. “Será cuestión de manejarlo durante meses o un par de años. “No es cuestión de pasar el pico, como algunos parecen creer”.

El Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota muestra diversos escenarios futuros. En uno de ellos se observa un pico intenso de primavera, seguido de altibajos menos pronunciados. Han dicho que, ante cualquier escenario, hay que estar preparados para 18 o 24 meses de Covid-19. Habrá puntos calientes que aparecerán en varias zonas geográficas. Los efectos dependerán de las acciones de los diferentes Gobiernos. Y, como siempre, los sectores más vulnerables serán los mismos.

Entonces, más allá de los rebrotes, una pregunta asoma: ¿Qué pasará con los trabajadores y sus empleos? 

Los despidos laborales 

Según el último informe de la ONG Oxfam, en los países pobres el 90 por ciento de los empleos son informales, en comparación con el 18 por ciento de los países ricos. Los datos crean alarma cuando advierten que la pandemia hará que, entre un 6 y 8 por ciento de la población mundial, quedará reducido a la pobreza. Varios signos ya son reveladores. 

La aerolínea Latam ha informado que despedirá a 1.400 trabajadores pertenecientes a las filiales de Chile, Colombia, Ecuador y Perú como resultado de las graves consecuencias de la pandemia. 

“Pese a todos los esfuerzos que hemos hecho por cuidar los empleos, nos vemos obligados a tomar esta difícil decisión. Los impactos de la Covid-19 son profundos y resulta inevitable reducir el tamaño del Grupo Latam para proteger su sostenibilidad en el mediano plazo”, ha explicado el CEO de la compañía, Roberto Alvo, a través de un comunicado.

En ese sentido varias empresas peruanas anunciaron despidos por la misma causa. El 26 por ciento de las empresas peruanas proyectaban despedir trabajadores, según lo indicaba la encuesta de la transnacional Manpower. Esos vaticinios se cumplieron.

El Instituto de Estadística (INE) mostraba cómo Chile alcanzó un 8,2 por ciento de desempleo en el primer trimestre del 2020, muy por encima del 7,2 por ciento del primer trimestre del 2019. La ministra de Trabajo chilena señalaba, además, que los datos de INE “podrían minimizar lo que realmente estaba sucediendo”.

En Brasil, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) daba cuenta de que más de un millón de trabajadores quedaron sin empleo en el primer trimestre del presente año, cifra que, según el propio secretario de Privatización, Salim Mattar, podría llegar a aumentar entre un 50 y un 100 por ciento en este segundo semestre.

La situación parece repetirse cuando uno asoma a varios escenarios, y siempre con los pobres como primeros afectados. La Comisión Económica para América y el Caribe (Cepal) ha previsto una caída en los precios de las materias primas y el deterioro de los mercados internacionales. Le merma en los ingresos repercutirá en un aumento de hasta el 10 por ciento en el desempleo. Los pobres, según la Cepal, pueden llegar a alcanzar los 210 millones de personas. El coronavirus convertirá en pobres a 25 millones de personas en Latinoamérica.

Amazon y El Circo del Sol 

Amazon vivió un estallido. No siempre los trabajadores permanecen en silencio. El conflicto del coronavirus llegó en un momento muy complicado para la compañía. 

Llegaron los dos primeros muertos: El primer caso en un almacén de Staten Island (en la ciudad de Nueva York); el segundo, en un almacén de Illinois. Comenzaron las quejas de los empleados; pues, además de ser obligados a asistir al trabajo, no les eran garantizadas las condiciones para impedir el contagio. 

Mucho más vino después: el despido de quienes manifestaron quejas y, para colmos, la renuncia de su vicepresidente. Amazon y sus empleados vivieron –y de cualquier manera aún viven– una difícil situación. Cierto es que Amazon sufrió sanciones. Sus trabajadores se encontraban bajo precariedad laboral y se consideró que existía una cesión ilegal de trabajadores. La pregunta que inquieta a cualquier lector es la siguiente: ¿Cuántos trabajadores, en empresas menos reconocidas, estarán en circunstancias similares? 

El muy afamado Le Cirque du Soleil está también en crisis; Bien temprano anunció la suspensión de sus espectáculos permanentes en Las Vegas, Estados Unidos, y en otros estados. Tras la noticia de la suspensión, llegó otra: el despido temporal de 2.600 empleados, entre ellos unos 1.400 técnicos y unos 1.200 artistas. 

Bruno Cassiman, profesor de la escuela de negocios IESE y especialista en estrategia corporativa, comenta que, teniendo en cuenta la situación de la Covid-19 y algunos problemas financieros que ya habían asomado, el futuro de Le Cirque du Soleil “dependerá de los apoyos externos que reciba la empresa y de cómo estructuren la deuda”. Casimam es aún más sentencioso: “Tendrán que hacer una limpieza”. Y es que, más allá de la crisis producida por el coronavirus, todo indica que el virus no ha hecho otra cosa que mostrar la ya débil situación financiera de la afamada institución. 

El Cocooning y el trabajo desde casa

Son muchos los que por estos meses han recordado el término cocooning, vocablo que surgía a principio de los años 90 y que definía la tendencia a refugiarse en la soledad del hogar. La persona huye del bullicio de la ciudad, del delirante ritmo de la vida, crea espacios relajantes y deja de lado el proceso de socialización para habitar en la soledad de su hogar. Aún cuando esta disposición es de alguna manera voluntaria y busca crear espacios relajantes, ¿qué puede acarrear el teletrabajo o el trabajo desde casa frente a la paz del hogar?

Una investigación de MacKinsey da fe de que el 80 por ciento de las personas encuestadas informan que les gusta trabajar desde casa y muchos dicen ser más productivos y encontrar mayores flexibilidades, hay algunas dudas al respecto.

El teletrabajo, parece requerir de una regulación seria y negociada. Ya se escuchan las primeras preguntas: ¿Es el teletrabajo una oportunidad para la empresa o es para el trabajador? Las respuestas hablan por sí solas: el teletrabajo aumenta la autonomía, disminuye gastos de desplazamientos, atrae al personal que se encuentra físicamente alejado, reduce el ausentismo y los conflictos dentro del trabajo. Pero otras interrogantes comienzan a emerger: ¿Será difícil separar la vida laboral de la personal? ¿Las personas sabrán crear nuevos hábitos? ¿Qué sucederá con el derecho a la desconexión?  

La periodista María Mexi lanzaba otra pregunta interesante: ¿Cómo se puede regular este trabajo con criterios de justicia frente a un capitalismo avasallador? La socióloga Paula Lenguita, en un  texto titulado “Las relaciones laborales invisibles del teletrabajo a domicilio”, comentaba que el teletrabajo no posee un marco legal, lo que pone de relieve la desprotección laboral para quienes lo practican. Por otra parte, refiere Lenguita, el trabajador puede mostrarse incapaz de delimitar la actividad productiva y el tiempo libre, y ve obstaculizados los espacios de socialización e integración.

Los trabajadores y sus hijos, padecen ya la pandemia
   

La ONU advirtió, a fines de abril, que en 2020 se perderán unos 300 millones de empleos en el mundo, el comercio caerá entre 13 y 32 por ciento, las remesas hacia países de bajos y medianos ingresos disminuirán en torno a 20 por ciento y se evaporará 35 por ciento de la inversión extranjera directa. 

Es frecuente la referencia a los pobres. Según un nuevo análisis publicado por Unicef. Las repercusiones económicas de la pandemia de la Covid-19 podrían provocar que, para finales de 2020, otros 86 millones de niños se sumen a todos aquellos que ya se encuentran viviendo en hogares pobres, un aumento de un 15 por ciento. 

En América Latina, no sólo Chile, Brasil, Perú, Honduras, Guatemala, enfrentan situaciones muy complejas. Se estima que el número de pobres en El Salvador superará los 390.000, y de ellos la cuarta parte viviría en pobreza extrema. 
Al menos 110.000 hogares salvadoreños podrían caer en la pobreza como consecuencia del la crisis del coronavirus, estimó el economista Claudio de Rosa durante un conversatorio organizado por la Universidad Francisco Gavidia de El Salvador.

La Covid-19 parece recordar aquella palabra: pobretariado, concebida por Fray Betto en un artículo titulado: Futuro incierto de América Latina.


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