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    Para poder alimentarse, varias personas han tenido que recurrir a hurgar entre los basureros y así sobrevivir.

En todo el país, unos 19 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria, de acuerdo con las estimaciones de la Red Penssan.

La Red Brasileña de Investigaciones sobre Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (Red Penssan) presentó semanas atrás un informe que advertía que unos 20 millones de personas pueden pasar hasta 24 horas sin comer.

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Otra cifra alarmante registrada por este estudio, difundido en octubre, fue que 24,5 millones no saben cómo se alimentarán y otros 74 millones viven con miedo de no tener nada para comer.

El pasado 11 de noviembre, el Congreso brasileño aprobó el proyecto de ley del programa social Auxilio Brasil, en sustitución de la iniciativa exitosa del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, Bolsa Familia (2003).

Con 18 años de vigencia, Bolsa Familia se consideró un modelo a seguir en el mundo porque contribuyó a reducir la pobreza extrema, la inseguridad alimentaria y la desigualdad en el país.

Sin embargo, aunque el nuevo programa tendrá un ajuste del 17,84 por ciento, Auxilio Brasil estará vigente hasta la realización de las elecciones presidenciales de octubre de 2022. ¿Qué pasará con las más de 14 millones de familias beneficiadas?

La basura como opción

Para poder alimentarse, varias personas han tenido que recurrir a hurgar entre los basureros y así sobrevivir. Una de ellas es Sandra María Freitas, de 57 años de edad.

No disfruta de una pensión que le permita vivir dignamente, tampoco recibe ningún tipo de ayuda o asistencia social.

Al contrario, vive a diario con dolor en sus pies, llenos de callos. Todos los días sale en busca de alimentos que los camiones de basura desechan, en la capital del estado de Ceará, al noreste del país.

"Puedes encontrar plátanos, zanahorias, bayas ligeramente trituradas que los ricos tiran. Es muy triste tener que buscarlas en la basura, pero es la solución que me queda", fue su declaración a un medio internacional.

Foto: Cortesía

Son muchas familias

No se trata solo de Sandra María Freitas, sino que la acompañan muchas otras familias que hacen frente a arduas temperaturas que superan los 30 grados centígrados (°C), así como a la posibilidad de encontrar un alimento que pueda estar contaminado.

En el caso de Sandra, ella sale de la cama a las cuatro de la mañana, lleva una carretilla consigo y se dispone a la espera del camión de basura, que muchas veces puede demorar horas para llegar al lugar.

La ayuda otorgada por el actual Gobierno brasileño no alcanza y, según Sandra, no la pagan a tiempo, lo que no le brinda ninguna garantía.

“No puedo trabajar como antes. No tengo a nadie que me cuide. Lo que me ha aliviado la situación son unas canastas de comida que algunas personas donan”, relató.

Desempleo y pobreza extrema

Brasil, un país que resalta en el mundo por la belleza de su naturaleza, su historia deportiva, entre otros logros, vive no solo el desafío de enfrentarse a la Covid-19 con un Gobierno que ha sido denunciado por una mala gestión ante la pandemia, sino que también registra altos precios de la comida, generando un aumento de la pobreza.

En todo el país, unos 19 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria, de acuerdo con las estimaciones de la Red Penssan en 2020. La pandemia solo agravó la situación que ya existía, pues el desempleo aumentó.

María de Lourdes da Silva, de 43 años de edad, forma parte de la lista de más de 14 millones de personas que no tienen empleo, de acuerdo con el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).

María de Lourdes no ha obtenido suficiente ayuda del Gobierno para subsistir. No cuenta con medios para pagar un alquiler, ni tiene casa propia, por lo que vive con unos conocidos, junto con su esposo e hija.

Según lo que relató a un medio, “lo peor del mundo es depender de los demás. Para sobrevivir, apelo al reciclaje y, siempre que puedo, estoy de guardia esperando que pase el camión de la basura en busca de comida”.

Al igual que Sandra, acude temprano para esperar el camión de la basura y así hallar comida, pero “cuando no pasa, no tienes muchas opciones”.

Precario sistema de salud

La falta de comida y la pobreza no son el único problema que enfrentan muchos habitantes de Brasil, sino también el de las enfermedades.

Anice Monteiro, de 64 años de edad, es una paciente con problemas cardíacos, quien ha batallado por su vida. En septiembre pasado, estaba recogiendo verduras del camión de basura cuando comenzó a sentir fuertes dolores en su pecho.

Según su relato, “casi me desmayo, salí de aquí en ambulancia y pasé unos días hospitalizada después del cateterismo. Ahora tengo que comprar muchos medicamentos mientras me falta lo básico para comer”.

Ante sus escasos recursos, tuvo que retornar al lugar donde enfermó. “Vine a buscar donantes de alimentos (…) Confiar en la compasión de los demás es una esperanza porque no estoy en condiciones de trabajar ahora, mucho menos con este sol”.

Los programas sociales del actual Gobierno brasileño no brindan la ayuda requerida por la población más pobre del país, quienes deben acudir a basureros para hallar su sustento diario, aunque eso represente una amenaza para su vida.


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