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    “Estoy aquí para gobernar este país en una situación muy difícil, pero con la ayuda del pueblo vamos a encontrar una salida para que el país vuelva a vivir democráticamente. A partir del 1 de enero de 2023 gobernaré para 215 millones de brasileños, y no sólo para los que me han votado", dijo Lula.

Luiz Inácio Lula da Silva cumple lo que prometió. Regresa después de 12 años al Palacio del Planalto, sede del Poder Ejecutivo en Brasil.

Jair Bolsonaro mantuvo en tensión a Brasil, antes y después de perder en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Su mutismo -al no reconocer la victoria de su contrincante Lula da Silva- provocó reacciones de sus seguidores, lo que hizo recordar al mítico personaje don Rafael del Junco de la novela “El derecho de nacer'', de Félix B. Cañet.

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Un cuarto de siglo atrás el escritor de la serie radial, enmudeció al personaje y lo mantuvo medio muerto, pero consciente. Ante la espera, en la calle se puso de moda la frase: “¿Cuándo hablará don Rafael del Junco?

Así, el mundo estuvo pendiente de la reacción del saliente expresidente, derrocado por un 50.9 por ciento del total de los electores, es decir, los 60.345.999 de votos a favor del líder del Partido de los Trabajadores (PT), Lula da Silva.

Días “calientes”

Cuando por fin se decidió a hablar. Ha dejado atrás un par de días “calientes” en las calles y carreteras de Brasil. Jair Bolsonaro, quien ambicionaba reelegirse por el Partido Liberal, finalmente obtuvo 49,10 por ciento de los votos. 

Sin embargo, no pareció raro que el gobernante ultraderechista se fuera “a dormir”, después de conocer el resultado de las urnas y demorara en aceptar lo inevitable. Después apareció diciendo que "los movimientos populares actuales son el resultado de la indignación y un sentimiento de injusticia por cómo se llevó a cabo el proceso electoral".

Se refiere a que en más de 20 estados del país, según reportó la Policía Federal de Carreteras (PRF, por sus siglas en portugués), camioneros bolsonaristas cortaron las vías de comunicación terrestre.

No asombra lo que ocurrió, porque durante meses Bolsonaro cuestionó -sin pruebas- al sistema electrónico de votos, despertando temores de que no aceptaría una derrota. 

Previamente el presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), Alexandre de Moraes, prohibió expresamente desde el sábado anterior a la votación que la Policía Rodoviaria Federal realizara cualquier operación relacionada con el transporte público de electores. Justamente, avizorando lo que finalmente sucedió cuando entorpecieron el flujo de votantes. 

Los seguidores de Lula denunciaron en las redes sociales lo acontecido, entre tanto se realizaban estas operaciones, principalmente en el noreste del país. 

Moraes instaba al director de la PRF, Silvinei Vasques, a interrumpir de inmediato las labores de fiscalización, que provocaron atascos de tráfico y demoraron el acceso de votantes a los colegios, especialmente en el sector de apoyo a Lula, del noreste. Incluso llegaron a  amenazar a los ciudadanos, con una multa de 100.000 reales por hora (unos 18.900 euros), suspensión de funciones y arresto.

Mientras Bolsonaro alentó la tensión ante los resultados en la segunda vuelta electoral, como lo hizo mediante el uso de noticias falsas durante la campaña, irónica y finalmente dijo: "Las manifestaciones pacíficas siempre serán bienvenidas. Pero nuestros métodos no pueden ser los de la izquierda".

Era de esperar. El presidente depuesto anticipó que solo se pronunciaría sobre los resultados de las elecciones, después de hablar con las Fuerzas Armadas. Las mismas que inspeccionaron los colegios electorales durante la primera y segunda vueltas. 

Entre tanto la máxima corte de Brasil, el Supremo Tribunal Federal, advirtió sobre multar al director general de la policía de carreteras. También se le dijo que podría ir preso por desobediencia si continuaban los bloqueos. Habían cortado las cadenas de suministro, provocaron demoras y caos en los aeropuertos, mientras quedaron cientos de personas de un lado y de otro del atasco.

Atentos al pronunciamiento de Bolsonaro por el resultado oficial y la victoria inequívoca del nuevo presidente de Brasil, Lula da Silva, fue reconocida por varios aliados del actual Gobierno, además de numerosos jefes de Estado.

En negación

Manifestantes opositores defendían, incluso, un golpe de Estado militar con la no aceptación de la victoria del Partido de los Trabajadores (PT) en las elecciones y el rechazo a Lula como presidente.

Es la posición del presidente -Bolsonaro- la que va a determinar el rumbo de las protestas, dijo Janderson Maçanero. El camionero de Itajaí en Santa Catarina afirmó que permanecerán en el bloqueo, porque estaban esperando que él hablara.

La polarización permanece. Llevó a que seguidores de Bolsonaro se lamentaran hasta las lágrimas, cuando reconocieron la derrota en la segunda vuelta de las elecciones. 

A pesar del desgobierno de Bolsonaro, un 49,1 por ciento del electorado votó por él, lo que demuestra cómo las posiciones de la extrema derecha -y quizás la ignorancia- están arraigadas en parte de la sociedad brasileña. 

Wanderlei Dedeco, un camionero de Curitiba en Paraná, en la práctica asesor de los líderes del gremio votó por Lula. Dice que "con el Gobierno de Bolsonaro no había condiciones para sentarse a negociar. Afirma que el Gobierno de Lula siempre ha sido más democrático, abierto a escuchar lo que estaba bien y lo que no. “Creo que no tendremos dificultad en negociar con el Gobierno de Lula".

Dijo que los partidarios de Bolsonaro lo están 'deificando', mientras aceptaron todo lo malo que hacía. "Las protestas están siendo hechas por camioneros enojados, que no aceptan perder, y por empresarios que creen que perderán algo con el Gobierno de Lula. Pero la democracia estuvo presente, así es cómo funciona el juego".

Lula regresa

Luiz Inácio Lula da Silva cumple lo que prometió. Regresa después de 12 años al Palacio del Planalto, sede del Poder Ejecutivo en Brasil. Lo esperan más de 30 millones de brasileños en la pobreza absoluta.

Planes de desarrollo económico, la agricultura sostenible, la construcción de viviendas. El progreso social con trabajo e ingresos, la educación y la salud para todos. Lo necesitan la seguridad ciudadana, la democracia, la confianza de sus electores y todo el pueblo brasileño.

No hay mayor fuerza que la esperanza de un pueblo que sabe que puede volver a ser feliz, aseguró previamente el presidente electo en la sala paulista Expo Center Norte, donde presentó el movimiento “Vamos Juntos por Brasil'', que reúne a partidos políticos, a movimientos sindicales y sociales.

"Pensaban que me habían matado, pensaban que habían acabado con mi vida política, me destruyeron contando mentiras sobre mí y gracias a Dios estoy firme y fuerte, y amando otra vez", dijo ante una multitud que durante la campaña coreaba “Lula volvió”.

El triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil consolidará un marco político y económico entre gobiernos latinoamericanos. Así lo avizoran países como Argentina, Chile, Bolivia, Venezuela, Perú y México, entre otros.

Mientras tanto, dentro de Brasil es la primera vez desde 1998, cuando se implantaron las urnas electrónicas y los resultados de las elecciones empezaron a contarse ágilmente, que un candidato evita hacer declaraciones públicas tras hacerse oficial su derrota. Deliberadamente soslayó llamar o felicitar al presidente electo, como establece el protocolo tras una elección, en cualquier parte del mundo.

Serán tiempos muy difíciles mientras pase la pesadilla fascista que angustia a Brasil. La ultraderecha, oficialmente ha sido derrotada y un proyecto con sentido social, nacional y con visión latinoamericanista se abre paso a fuerza de batalla.

“Estoy aquí para gobernar este país en una situación muy difícil, pero con la ayuda del pueblo vamos a encontrar una salida para que el país vuelva a vivir democráticamente. A partir del 1 de enero de 2023 gobernaré para 215 millones de brasileños, y no sólo para los que me han votado. No hay dos países. Somos un Brasil, un pueblo, una gran nación”, dijo Lula.

Que brote “el amor donde quieren armas; paz donde quieren conflicto; respeto donde quieren odio; democracia donde quieren dictadura; lucha contra la desigualdad social donde quieren hacer a los ricos cada vez más ricos y a los pobres cada vez más pobres”, dijo el fraile dominico Frei Betto, días antes de esta victoria. “Es hora de dejar de ser espectador(a) de la coyuntura política y actuar intensamente para salvar la democracia brasileña”.


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