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Líderes progresistas del mundo han expresado su preocupación por la actividad de inteligencia que ha ejercido Estados Unidos en Venezuela y en Latinoamérica.

Líderes progresistas del mundo han expresado su preocupación por la actividad de inteligencia que ha ejercido Estados Unidos en Venezuela y en Latinoamérica. | Foto: @NicolasMaduro

Publicado 7 agosto 2018



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Existen nuevas ofensivas contra los líderes sociales de los Gobiernos que han emprendido políticas públicas a favor de los sectores más pobres.

Al comentario de que un nuevo Plan Cóndor está en marcha en América Latina algunos analistas “progresistas” y otros altos dirigentes de “izquierda” -sin descontar a los consabidos de derecha- calificaron de una exageración y un sentimiento de nostalgia para justificar la supuesta o temporal derrota de los procesos políticos revolucionarios en América Latina.

Pero lo ocurrido el sábado 4 de agosto con el presidente venezolano Nicolás Maduro reafirma el comentario y acentúa la tesis de que el Nuevo Plan Cóndor (NPC) está en marcha, revela cómo se ha construido desde diversos actores y sectores políticos y –para más- lo prueba el supuesto periodista Jaime Bayly (quien muy suelto de huesos lamentaba –en su programa del 6 de agosto- que el atentado no haya tenido éxito).

Ya no se trata de teorías de conspiración trasnochadas o juegos de tronos a la criolla. Hoy ha quedado más que claro que ese NPC atiende por varias puntas y va modificando sus tácticas conforme mira el fracaso de las anteriores, según el país y el personaje.

Una de esas puntas del NPC va por la vía judicial donde el aparato militar y de inteligencia controla jueces y fiscales. Previamente lanza la ofensiva mediática para desprestigiar y construir “corruptos” desde portadas, titulares, comentarios y supuestas investigaciones periodísticas. Con esa parafernalia la derecha desarrolla su ofensiva política y elabora juicios y demandas para quienes osaron arrebatar el poder político y establecer nuevas políticas públicas a favor de los pobres. Ya no asesinan ni torturan a esos “corruptos”: ahora acribillan la imagen de los líderes sociales, desprestigian su trayectoria política y finalmente los encarcelan o en el mejor de los casos los atemorizan y obligan a su repliegue o exilio. El ejemplo más fresco de esto ocurrió el martes 7 de julio con el ex vicepresidente argentino Amado Boudou quien fue condenado a cinco años y diez meses de prisión por el Caso Ciccone, sin pruebas en su contra, solo a partir de presunciones y testimonios. Lo mismo ocurre con Jorge Glas y Rafael Correa de Ecuador. Pero también ya están detrás del ex presidente de Paraguay Fernando Lugo.

La otra punta es el ataque directo y de eso hay pruebas en Colombia, Brasil, Perú, Honduras, Chile y México. En todos esos países los líderes sociales son eliminados, encarcelados o perseguidos por supuestamente alterar el orden público o simplemente por “estorbar” a los poderes fácticos: transnacionales y gobiernos conservadores.

Y como no han podido por esas dos vías en Venezuela no tuvieron más que utilizar esa otra punta que es el magnicidio.

No olvidemos algo: “Según los llamados archivos del terror, descubiertos por el abogado Martín Almada en Paraguay en 1992, el plan Cóndor dejó un saldo de 50 mil muertos, alrededor de 30 mil desaparecidos y 400 mil presos. A estos resultados se les suma las torturas, el traslado de detenidos a otros países y el constante seguimiento y vigilancia a los enemigos políticos”, como reporta TeleSUR en la publicación antes citada.

Ya han sido varios los foros y los líderes progresistas que han manifestado su  preocupación por la intensificación de la actividad de inteligencia de EE.UU. en América Latina en el último quinquenio, dirigida a organizar el derrocamiento de los presidentes democráticamente elegidos de la región.

¿Entonces es casual o simplemente un acto fallido de unos inoperantes activistas y opositores antichavistas el intento de magnicidio del pasado 4 de agosto? Pues el propio Bayly lo dice y con eso sobran los comentarios. Además de considerarlos sus amigos, de advertir que habrán “nuevos sustos”, señaló y queda todo más claro: “Tengo buenos amigos en Washington y en la Casa Blanca y se de fuentes muy confiables de que Trump no se va a meter en Venezuela…, pero los gringos van a tratar de ayudar a los rebeldes venezolanos, ayuda logística, tecnológica, que me parece muy plausible… Esta es una conspiración y vendrán otras”.


teleSUR no se hace responsable de las opiniones emitidas en esta sección

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