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La reacción fue inversa a la que esperaban los autores del atentado: el pueblo salió a marchar en defensa de Nicolás Maduro.

La reacción fue inversa a la que esperaban los autores del atentado: el pueblo salió a marchar en defensa de Nicolás Maduro. | Foto: AVN

Publicado 8 agosto 2018



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En una proclama, se intentó mimetizar la operación criminal contra el presidente de Venezuela con los valores políticos y emocionales de la Revolución Bolivariana.

Carentes de referentes públicos con arraigo popular, dividida entre clanes irreconciliables y con muchos miembros perseguidos o encarcelados por la justicia, la oposición golpista de Venezuela perfiló un triste autorretrato de sí misma con el intento de asesinato del presidente Nicolás Maduro, que no ha condenado con la excusa de dudar de su autenticidad.

Sean quienes fueren sus autores, el intento de magnicidio no halló un mejor mensaje convocante que intentar mimetizar la operación criminal con la épica del 4-F. Tal vez con la esperanza de provocar un "despertar popular" y una "movilización en las calles". La reacción fue inversa, con el pueblo saliendo a marchar en defensa de Nicolás Maduro.

El recuerdo del "Por ahora"

"Por ahora, los objetivos que nos planteamos no se han cumplido", dijo el comandante Chávez, el 4 de Febrero de 1992, cuando fracasó el intento de tomar el poder junto a un grupo de camaradas de armas. Derrotada la insurrección, el joven Chávez negoció con el Gobierno una aparición televisiva donde asumió la responsabilidad por los hechos, pidió a sus compañeros que depongan las armas para evitar más muertes, y asumió su condena de reclusión por haber liderado el alzamiento.

Aquella aparición de breves minutos enamoró a los venezolanos. Chávez improvisó su atrapante mensaje, y el "por ahora" se convirtió en una bandera de lucha y en una profecía. Seis años después ganaría las elecciones en forma arrolladora, frente al podrido sistema de partidos surgido del Pacto de Punto Fijo, e impulsaría un proceso revolucionario inédito con una nueva Constitución que se consagraría entre las más vanguardistas de la historia en materia de derechos sociales.

Bajo esta memoria popular intentó arroparse, discursivamente, el crimen organizado que lanzó los drones.

El comunicado de "Operación Fénix"

Autores o simpatizantes del intento de magnicidio -identificado como Movimiento Nacional Soldados de Franelas- se valieron de la periodista Patricia Poleo en su canal de Youtube para expresar un curioso mensaje donde asumen la autoría del hecho, y expresan su "ideario".

Prófuga de la justicia, acusada de participar en el asesinato del fiscal Danilo Anderson, Patricia Poleo está radicada en Estados Unidos y mantiene vínculos desde antes con el grupo.

El comunicado que leyó sobre la denominada "Operación Fénix" parece apelar al sentimiento chavista ampliamente extendido entre la población para justificar el intento de magnicidio.

El texto arranca con la frase: "Hoy no pudimos, pero seguimos en la lucha", que apela burdamente a la gramática emocional del "Por ahora". Luego abunda en referencias a la Constitución (más de diez veces), a Simón Bolívar y al carácter bolivariano de las fuerzas armadas (también más de diez veces), y a promesas de respeto a la ley y a la democracia. El documento intenta presentarse como un planteamiento de defensa del ordenamiento jurídico vigente, y en contra del "partidismo" del ejército.

Pero se revela a sí mismo partidista del golpismo al tomar partido por la Asamblea Nacional -trinchera de la oposición, suspendida por la justicia-, y al enarbolar los clichés ideológicos de la derecha y las potencias extranjeras enemigas.

Eso, sin contar con que un asesinato no tiene nada de constitucional ni de bolivariano.

Difícil que el pueblo se confunda

El documento retrata la orfandad de programa político del golpismo, a excepción de la bandera de destronar o asesinar al presidente en funciones, y su necesidad de disfrazarse con los valores que difundió ampliamente el chavismo -Constitución, respeto a las leyes, defensa de la soberanía- para dotarse de una legitimidad ficticia.

En este caso, además, nadie tuvo la estatura moral de poner cuerpo y alma frente a las cámaras de TV para asumir las consecuencias de sus
actos.

Difícil, por lo tanto, que el pueblo confunda gato por liebre.

Artículo publicado en Diario de Vallarta.


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