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Evo y Álvaro García Linera debieron irse de Bolivia un año antes, producto del golpe de Estado y la persecución desata contra ellos.

Evo y Álvaro García Linera debieron irse de Bolivia un año antes, producto del golpe de Estado y la persecución desata contra ellos. | Foto: EFE

Publicado 11 noviembre 2020



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La movilización para recibir al dirigente histórico del proceso de cambio, formado en esta parte del país como dirigente cocalero, comenzó desde la madrugada, centenares, hasta ser miles, se dirigieron al aeropuerto donde estaba previsto el acto.

Una multitud esperó a Evo Morales en el pueblo de Chimoré, en el Trópico de Cochabamba, en el centro de Bolivia. La movilización para recibir al dirigente histórico del proceso de cambio, formado en esta parte del país como dirigente cocalero, comenzó desde la madrugada, centenares, hasta ser miles, se dirigieron al aeropuerto donde estaba previsto el acto.

Tanto la fecha como el lugar tuvieron un peso central: desde esta misma pista de aeropuerto, ahora con una concentración masiva -no fue posible divisar el final con la mirada- Evo y Álvaro García Linera debieron irse de Bolivia un año antes, producto del golpe de Estado y la persecución desata contra ellos.

Morales contó algunos detalles de esos días y horas críticas durante el acto, como el dinero ofrecido a los integrantes de su equipo de seguridad para asesinarlo, o el llamado de Linera para que dejaran despegar el avión de México ante la negativa de permitirle salir del aeropuerto: en ese momento diez mil personas estaban en la puerta del aeropuerto dispuestas a ingresar para defenderlos.

Su regreso fue tan masivo como se esperaba. Todo indicaba que así sería desde su ingreso a Bolivia por la frontera con Argentina el día lunes, cuando fue acompañado por el presidente Alberto Fernández, en una despedida luego de los meses de exilio en Buenos Aires. Su entrada a Villazón fue una celebración popular, con regalos, música, desfiles, comidas, una euforia -pasión- popular desde niños hasta ancianos.

El recibimiento fue similar durante todo el trayecto que recorrió la caravana que lo trajo hasta Chimoré. En el medio, Evo recorrió los departamentos de Potosí, Oruro, deteniéndose en cada pueblo donde lo esperaban con celebración, expectativa, necesidad. El día martes, por ejemplo, la caravana se detuvo en cerca de veinte puntos donde era esperado a orillas de la carretera, y, en algunos sitios, con escenarios para realizar el acto de bienvenida.

Uno de los puntos centrales donde se detuvo fue en Orinoca, su pueblo natal, donde el recibimiento fue masivo, con la particularidad de la presencia de algunos de sus familiares, pero también la ausencia de su hermana, quien murió en agosto por coronavirus, mientras Evo estaba en el exilio en Argentina. Durante la visita a Orinoca el expresidente se detuvo en su casa de barro de la infancia, sobre la inmensidad de una planicie andina.

El liderazgo de Evo fue refrendado durante todo el recorrido. La llegada a Chimoré constituyó el momento de mayor movilización alrededor de su regreso: todo el pueblo y sus alrededores se movilizaron para recibirlo, y llegaron delegaciones de organizaciones, movimientos indígenas, campesinos, sociales, sindicales, de varias partes del país.

Evo, durante su discurso, se refirió a temas centrales que vino planteando en cada acto. Uno de ellos fue el rol de Estados Unidos en el golpe de Estado, resaltando el carácter “antiimperialista” del proceso de cambio y, relacionado, con ello, la disputa alrededor de los recursos naturales, en particular el litio.

“No nos perdonan las transnacionales haber nacionalizado nuestros recursos naturales, por eso digo que fue un golpe a nuestro modelo económico, y digo golpe al litio (…) teníamos un plan rumbo a 2030, instalar 41 plantas, y ahora vamos a continuar con la industrialización del litio y otros recursos”, afirmó Evo.

Antes de Evo tomaron la palabra Andrónico Rodríguez, dirigente del Trópico de Cochabamba y ahora presiente de la Cámara de Senadores, y Juan Carlos Huarachi, secretario general de la Central Obrera Boliviana. También estuvieron presentes invitados internacionales, en particular Andrés Arauz, candidato presidencial en Ecuador, y Jaime Vargas, dirigente de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas del Ecuador, ambos actores centrales de la política ecuatoriana.

El regreso de Evo a Bolivia, junto con la asunción del gobierno de Luis Arce y David Choquehuanca el pasado domingo, cierra una página del golpe de Estado y abre una nueva etapa del proceso de cambio, que el expresidente definió en Chimoré como “un proyecto político de liberación económica, social, tecnológica, científica”.

Si aún no es claro que hará Evo en la nueva etapa -él se ha referido a una posible permanencia en el Trópico de Cochabamba, con trabajo organizativo, de formación- sí resulta claro que el gobierno, el proceso de cambio, enfrentarán desafíos complejos, centralmente en el orden económico y político. En el primer caso, debido a los números rojos que dejó el gobierno de facto: una caída del 11,1% del PIB, un déficit fiscal de 12,1%, un déficit de 8,7% del Tesoro Federal, y una deuda de 4 mil 200 millones de dólares contraída en once meses.

En cuanto a la dimensión política, una de las necesidades centrales será la de estabilizar, y, en particular, neutralizar a los sectores golpistas que aún desconocen el triunfo de Arce, como en el caso de dirigentes de Santa Cruz, como Luis Fernando Camacho, pieza clave nacional del golpe del 2019. Esa ala de la derecha boliviana ha dejado claro que no parece dispuesta a aceptar las reglas democráticas-electorales.

La fragmentación de la derecha contrasta con la unidad lograda dentro del Movimiento Al Socialismo (MAS), que tiene tanto la gran legitimidad producto del 55,1% obtenido en las elecciones del 18 de octubre, como la que acaba de demostrarse con el regreso de evo: fuerza electoral y social-organizada.

El proceso de cambio tendrá, a su vez, desafíos internos. Uno de ellos, será la renovación dentro del gobierno -uno de los pedidos más repetidos en los movimientos-, algo en lo cual ya se avanzó con los nombramientos de ministros realizados por Arce el lunes, así como renovaciones dentro de las dirigencias sociales, sindicales, en particular en vista de cómo fueron las acciones -o inacciones- en la trama de resistencia que tuvo lugar ante el golpe, y contra el gobierno de facto.

La victoria política es contundente. Su impacto latinoamericano es importante: el regreso del proceso de cambio significa un avance para las fuerzas progresistas continentales, que tienen como horizonte cercano volver a construir la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y fortalecer la Comunidad de Estados Latinoamericanos (Celac), y Bolivia aparece en el centro político de ese tablero.


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