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¿Todos ganaron en la Consulta Popular de Ecuador?
Publicado 12 febrero 2018



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Si se escuchan los comentarios, reacciones y reflexiones de los actores políticos, no cabe duda que todos ganaron en la Consulta Popular del pasado 4 de febrero. Para ilustrar bastaría revisar los pronunciamientos de los dos más reconocidos líderes de este momento: Rafael Correa y Lenin Moreno. Cada uno a su modo ha dicho que ha sido una victoria.

Pero cabe la pregunta: ¿todos ganaron en la consulta? ¿Nadie perdió? ¿Hubo un consenso general a favor de las siete preguntas? ¿Se puede ganar perdiendo, tal como destaca Correa por el alto porcentaje recibido en las preguntas 2, 3 y 6 sobre las cuales él hizo campaña por el NO? ¿Es digna de regocijo una victoria, tal como la proclama Moreno, cuando desde la derecha extrema hasta la extrema izquierda (si esto existe) apoyaron su propuesta, sin descontar el aparato mediático comercial y conservador que hizo campaña por el SI?

Es que no se trata de destacar resultados. Eso sería como asistir a un partido de fútbol y la política no se mide así, por más que los consultores, encuestadores y expertos en marketing político ahora lo usen para sus propósitos.  En política también cuentan los matices y detalles, los resultados por localidad, por género y por edad, además de lo más importante: cómo se expresan los sectores sociales, de qué modo vota el pobre, el rico, la clase media y las personas de la tercera edad. Y si eso se revisa en detalle, quizá me atrevería a decir que todos perdieron porque nadie ganó en estricto rigor político y social. O de otro modo: los objetivos buscados no se alcanzaron plenamente.

Solo por mencionar un caso sintomático y digno de análisis político: ¿Por qué Correa gana en la provincia de Manabí (la tercera en número de electores a nivel nacional? ¿Puro marketing? ¿Tuvo a los medios, prensa y aparato estatal a su favor? Y mencionaría algo más: ¿Por qué en la provincia de Guayas (con la mayor población votante) el NO superó la barra del 40% y en Pichincha (la segunda con mayor número de electores) el SI sobrepasó de la barra del 70%? Y ni qué hablar de los sectores rurales, la votación en Europa y el porcentaje de abstencionismo.

Pero también los resultados lanzan varios mensajes a los actores políticos, empezando por el gobierno, pasando por la derecha y con especial énfasis a los analistas y encuestadores que ya deben revisar sus teorías y modelos para entender y asimilar el comportamiento de los sectores sociales, regionales y de los jóvenes.

Lenin Moreno debe recibir con filtros bien finos los datos del resultado: no cuenta con todo el apoyo popular, sí cuenta con un enorme respaldo de las clases medias altas y de las bien altas.Por lo mismo, como ya se ha dicho reiteradamente estos días, esos sectores le pasarán factura. A esto, respondió el miércoles 7 de febrero (en rueda de prensa con corresponsales extranjeros) que su gobierno y su movimiento político no se pasará a la vereda derecha de la política. Pero sí dijo ahí también que habrá “un remozamiento económico” y que está preparando varios proyectos en ese terreno.

Rafael Correa debe leer los resultados con lupa para saber por qué las capas medias, urbanas y las clases altas lo rechazan como potente candidato en el 2021. Hay más de un análisis pendiente, que no se reduce a la inequidad en la campaña electoral ni a la acción vandálica de algunos actores políticos y de mafias y grupos pagados que actuaron en su contra (y sobre los cuales no hay ninguna orden de detención, pesquisa o apresamiento alguno, a pesar de ser identificados plenamente). La lectura mayor está en saber por qué no votan por sus tesis después de diez años de gobernar un país con todos los grupos poderosos en su contra y tras solventar un Estado con mayor eficiencia y con mejores resultados macroeconómicos, pero también al servicio de los sectores populares que ahora le agradecen con los votos.

La derecha ecuatoriana, encabezada por Jaime Nebot y Guillermo Lasso, debe leer el resultado con la mirada puesta en las elecciones locales del 2019 y también en las presidenciales del 2021. No tienen carta blanca, no han ganado sus tesis, se colgaron de Moreno para intentar imponer su modelo y no lo han logrado del todo y tampoco cuentan con respaldo popular en las zonas donde supuestamente tenían mayor presencia. La derecha sigue siendo la perdedora en todo esto y no asimila, quizá lo hace casa adentro, pero definitivamente no tiene un centímetro más ganado en el terreno electoral.

Y las organizaciones sociales, los sindicatos y las agrupaciones de indígenas quedan colgadas en la agenda y en la perspectiva política. Tampoco su agenda tiene eco en los poderes y en los medios que ahora solo los usan en contra de lo que huela a “correísmo”. Pasada la Consulta ya no sirven para la disputa por el controle influencia en el modelo y en la agenda del gobierno de Moreno. Por ahora, a pesar de sentirse tibiamente triunfadores, se nota que se quedan para mirar de lejos cómo se define el panorama nacional.

En consecuencia, nadie ganó, todos perdimos, porque si algo tiene de cierto el informe de la Misión de Observadores electorales de la OEA y la misma CIDH, es que la legitimidad constitucional estará como una sombra en todo lo que venga en adelante si se quiere efectivizar los resultados de la consulta en leyes y decisiones políticas, que por supuesto será motivo de otro análisis. 


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