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Costa Rica mantiene un modelo económico neoliberal

Costa Rica mantiene un modelo económico neoliberal

Publicado 26 octubre 2017



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El modelo de crecimiento de Costa Rica, sin embargo, está cada vez más orientado hacia una apertura a la inversión extranjera, así como en una gradual liberalización comercial, algo que lo ha puesto en la mira de cuestionamientos por el riesgo que supone una economía dependiente en un contexto externo tan variante como el actual.

Como país de ingreso medio alto, Costa Rica es considerada un ejemplo de éxito económico. Esto se debe en buen parte a su resiliencia, ya que durante los últimos 25 años ha mantenido un crecimiento que reporta cifras estables y sostenibles dentro de la media regional.

Excepcionalmente, durante los primeros años de la crisis financiera desatada en 2008, el Producto Interior Bruto costarricense se redujo un 2,7% para luego contraerse el 1% en 2009.

Ciertamente no quedó exenta de algún coletazo pero, a diferencia de otras economías, se recuperó con mayor agilidad:

•    Rebotó rápidamente tras la crisis alcanzando una tasa de crecimiento promedio del 4,9% en el bienio 2010-2012.

•    El año siguiente, en 2013, el PIB retrocedió ligeramente por debajo de 4%, pero luego remontó hasta el 4,3% registrado en 2016.

No todo se reduce al PIB. Costa Rica también ha impulsado esfuerzos concretos por consolidar las políticas universales de educación, salud y servicios básicos, cuyos buenos resultados se han visto reflejados en la reducción de la tasa de pobreza, una de las más bajas de América Latina y el Caribe.

Según los datos de la Encuesta Nacional de Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censo:

•    La pobreza total cayó desde 22,3% a 20,5% entre 2014 y 2016.

•    En el caso de la pobreza rural, ésta se redujo de 30,35 a 25,7 % en el mismo período;

•    Y la urbana se minimizó en casi un punto de 19,5% a 18,6 %.

Asimismo, el país ha mostrado avances significativos en ámbitos como la educación y la salud. En los últimos 25 años Costa Rica logró:

•    Aumentar su esperanza de vida en cinco años.

•    Subir el promedio de escolaridad en 1,8 años.

•    Duplicar ingreso bruto per cápita.

El modelo de crecimiento de Costa Rica, sin embargo, está cada vez más orientado hacia una apertura a la inversión extranjera, así como en una gradual liberalización comercial, algo que lo ha puesto en la mira de cuestionamientos por el riesgo que supone una economía dependiente en un contexto externo tan variante como el actual. Un riesgo que sin la atención preventiva puede convertirse en una potencial amenaza de grandes tijeras corta crecimiento.

Desafíos puertas adentro.

1.    La deteriorada situación fiscal.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), considera a Costa Rica uno de los tres países con casos más complejos de la región. Una calificación que se desprende a partir de una revisión de la evolución de las cifras fiscales y la deuda pública en los últimos años.

Al tiempo que el país sorteaba con éxito las dificultades de la crisis global, entre 2008-2009, las ya frágiles cuentas fiscales empeoraron de manera drástica y en los últimos años, el resultado ha sido exponencialmente deficitario llegando a 5,9% del PIB en el 2015.

Junto a esta evolución se han comprometido otros indicadores.

•    La deuda pública, se mantiene en constante crecimiento y ya alcanza un nivel de un 45% del PIB al cierre de 2016.

•    Esto representa un movimiento al alza de 10 puntos porcentuales, comparado con el 2013, cuando cerró en 35% del PIB.

•    La CEPAL advierte que de no tomarse medidas que conduzcan a una reforma fiscal, su nivel de deuda pública alcanzará o superará el registrado en 1996, un 46,9% del PIB, la cifra más alta de los últimos 25 años.

El balance del organismo internacional asegura que las cuentas no son sostenibles, ya que mientras los ingresos se han mantenido estables desde el 2008, en torno a un 14%, los gastos se han elevado en cinco puntos porcentuales pasando de un 15,7% a un 20,7% del PIB.

Por si esto fuera poco, Costa Rica también está a la cola en la modernización de su situación fiscal en América Latina. CEPAL advirtió la necesidad de hacer ajustes en materia tributaria para adaptarse a la nueva realidad mundial que ha dejado atrás los vientos de cola a favor propiciados por el auge de los commodities en el mercado internacional.

2.    Una desigualdad persistente.

Sobre este problema, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), reconoce que la desigualdad ha sido una piedra en el desarrollo, y no solo en materia económica, sino también en asuntos de género y grupos étnicos, por lo que ha hecho llamados a impulsar la creación de plazas de empleo decentes, con sueldos justos que tengan en cuenta formas incluso para reducir la brecha de género.

De acuerdo con el último informe de desarrollo del PNUD:

•    Ocupa el puesto Nº 66 a nivel mundial y Nº 9 en Latinoamérica y el Caribe con un con un Índice de Desarrollo Humano de 0,776.

•    En 2010 el ingreso del 20% más rico de la población era 16,7 veces más alto que el del 20% más pobre.

•    Para 2016 la diferencia llegó a expandirse hasta 19 veces.

•    Ese 20% de la población más rica, acumula el 50,7% del total de ingresos del país, mientras el 20% más pobre sólo tiene el 3,9% de las riquezas nacionales.
Por población:

•    Las mujeres tienen en promedio los mismos años de escolaridad y cinco años más de esperanza de vida que los hombres.

•    Sin embargo, su ingreso per cápita es la mitad que el de ellos.

•    La Tasa de participación de la mujer en la fuerza laboral es del 47%, inferior al promedio de América Latina que es del 52,8 %.

Otras cifras señaladas por el PNUD:

•    Hay 50 mil niños fuera de sistema educativo.

•    El 70% de los indígenas tiene al menos una necesidad básica insatisfecha.

•    Las dificultades laborales y educativas se incrementan si eres migrante, refugiado, afrodescendiente y/o persona con discapacidad.

Pese a la bonanza económica, en Costa Rica no se ha propiciado un desarrollo inclusivo. Las políticas públicas a favor de una redistribución de la riqueza en beneficio de las mayorías más pobres han sido escasas. La sostenibilidad de su crecimiento se ve amenazada además por una latente desigualdad como un flagelo que le pasará una factura muy cara en el futuro. Es necesario replantear el modelo de desarrollo y reforzar el contrato social.

Este artículo fue publicado en Celag


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