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La lucha electoral en la Argentina y el ciclo progresista en América Latina y el Caribe

| Foto: El Perfil

Publicado 26 septiembre 2019



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Una rápida mirada sobre los principales indicadores sociales nos muestra la profundidad del desamparo, desempleo, pobreza e indigencia en que han sumido a partes crecientes de la población argentina.

La situación que nos ha dejado cuatro años de neoliberalismo explícito en la Argentina es calamitosa, en todos los aspectos. La CEOcracia o gobierno de los gerentes de los grupos económicos del capital mas concentrado del país, siempre aliados al gran capital trasnacional -como buenos herederos de la oligarquía que fundó nuestros estados nacionales a sangre y fuego- se ha situado a ambos lados del mostrador y desde allí ha perpetrado un verdadero saqueo a la nación y un enorme retroceso en las condiciones de vida de la población, así como de las conquistas populares en general.

Una rápida mirada sobre los principales indicadores sociales nos muestra la profundidad del desamparo, desempleo, pobreza e indigencia en que han sumido a partes crecientes de la población. Para no hablar de la reducción drástica de nuestros salarios mediante los descomunales tarifazos de los servicios públicos y la suba de precios generalizada de medicamentos y alimentos, y todos los demás bienes de la canasta básica. Al mismo tiempo ni siquiera han sido eficaces en lograr números macroeconómicos para autosatisfacción de las elites supranacionales, sino que la velocidad de la rapiña deja una economía destrozada, un PBI reducido, y un endeudamiento colosal que ata a varias generaciones volviendo al viejo tema de la dependencia generada por la deuda externa, que había sido superada con el gobierno de Néstor Kirchner. Podríamos seguir mencionando decadencias varias que nos deja este gobierno de rapiña neoliberal, pero podemos reducirlas con esa palabra que usamos mas arriba: saqueo.

Pero, por otro lado, no ha cesado la lucha y la resistencia de las y los trabajadores ocupados y desocupados, y, desde el kirchnerismo y el peronismo en general se ha apostado a articular políticamente esa resistencia. Esa unidad estuvo articulada, primero, fuertemente y en las calles por los sindicatos y centrales sindicales mas representativas (verdadera fortaleza de cualquier proyecto popular en la Argentina), y, luego, nuestrxs principales referentes políticxs, sobre todo la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, pudieron y supieron tejer esa articulación en una propuesta política unitaria y amplia que hoy genera muchas esperanzas y expectativas para el futuro, aunque no va a ser nada fácil salir del pantano.

Por eso, las elecciones no van a resolver la crisis en lo inmediato, pero sí hay expectativas y posibilidades de superarla en el mediano plazo. Pues, el próximo gobierno y la unidad que simboliza -muy profunda y amplia a nivel social y que articula un pacto entre el empresariado y la clase obrera- va a generar políticas de estado que apunten a mejorar la distribución del ingreso, o, al menos, a elevar la capacidad adquisitiva del salario real y eso va a sentirse en el bolsillo de las y los trabajadores y jubilados, lo cual redundará en una reactivación paulatina del mercado interno. Además, los incrementos presupuestarios para resguardar la salud y la educación públicas, sumado a políticas sociales de inclusión, y retomar una cultura y simbología descolonizadora o progresista en la que volverá a enraizarse el proyecto que va a gobernar, se plasmarán sin duda en el avance de la unidad latinoamericana. Vientos de cambios oxigenantes para los pueblos asoman en Nuestra América.

El próximo nuevo gobierno y el ciclo progresista en América Latina y el Caribe

Por todo eso, el próximo nuevo gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner -impulsado por esta última-, sin duda va a oxigenar al ciclo progresista del siglo XXI en América Latina que se encontraba en reflujo o cierto estancamiento, pero que de ninguna manera estaba agotado (como algunas y algunos analistas se empeñaron en señalar). Por el contrario, ahora de la mano del nuevo gobierno popular en México, de la resistencia de la Revolución Bolivariana en Venezuela, si es que vuelve a triunfar el progresismo en Uruguay y la Revolución Cultural y Democrática en el Estado Plurinacional de Bolivia y permanecen resistiendo y construyendo revolución en Cuba y también Nicaragua, pues, entonces, hay muchas condiciones para re-impulsar el ciclo progresista y restablecer el camino de la unidad latinoamericana.

Para Macri, como tantas veces repitió, “el mundo” al que había que regresar era el de Estados Unidos y Europa, para lo cual junto a los otros presidentes de derecha, se dedicó a destruir los ámbitos inter-estatales de la integración nuestroamericana para arrodillarse frente a Washington. En cambio, el gobierno que vendrá, de la mano de una amplia unidad articulada por el peronismo de la que participa la izquierda latinoamericana, propone reforzar la unidad e integración de América Latina y el Caribe, reimpulsar la Unasur, la Celac, y neutralizar espacios oscuros y nefastos comandados por el imperialismo estadounidense, como el grupo de Lima y la OEA dirigida por el detestable traidor de Luis Almagro (expulsado del Frente Amplio uruguayo) desde donde recientemente se intenta invocar y resucitar ese infame tratado de “cooperación” para la defensa de los territorios americanos (TIAR) inventado por los EE.UU. en la guerra fría, negado por la potencia del norte al ser invocado durante la Guerra de Las Malvinas en 1982, y ahora revivido por ésta y sus empleaditos del sur contra Venezuela. Así como nuevos experimentos como Prosur inventados por los perros falderos de su jefe imperial, como gustaba autodescribirse sin vergüenza alguna, el ex presidente destituido por corrupto del Perú, Pedro Pablo Kuczynski.

El nuevo gobierno argentino pondrá énfasis en regenerar los espacios de articulación con una mirada latinoamericana, pues se comprende que es la única manera de retomar una senda que pueda ir generando mayores grados de soberanía política interna y externa, e independencia cultural y económica, para afrontar la calamitosa situación social de masas y el endeudamiento condicionante con el FMI a largo plazo.

Ser de izquierda en Argentina y en América Latina

“La izquierda” es un término que hay que poner en discusión. Pues entiendo que es un concepto que no refleja una posición dogmática, congelada, sino que debe ponderarse en función de los posicionamientos frente a cada coyuntura y de acuerdo a las correlaciones de fuerza existentes en cada momento de la lucha de clases en nuestro país y en Nuestra América. Considero de izquierda hoy a aquellas fuerzas políticas y sociales que se posicionan en la disputa real y concreta: 1. tejiendo e integrando alianzas que cuestionen a las políticas de los grupos hegemónicos del capital concentrado transnacional y local, 2. apoyando los procesos populares de lucha en toda su diversidad y aún con todas sus contradicciones, pero, sobre todo, 3. apoyando y defendiendo a los gobiernos populares que trabajosamente se mantienen en el poder del estado, bajo un asedio intenso y perpetuo de una guerra de amplio espectro comandada en forma directa y descarada por el imperialismo estadounidense. Resistencia que por otra parte, viene resultando exitosa, aún con todas las contradicciones que cualquier proceso revolucionario o de reformas revolucionarias debe atravesar (como nos enseña la historia de todos los procesos revolucionarios o reformistas) y todos los sacrificios que esa situación implica para los pueblos asediados.

Por eso en la Argentina considero a LA izquierda, a aquella de orientación latinoamericanista, que está en su totalidad y diversidad dentro del Frente de Todos y Todas apoyando la candidatura de les Fernández.

Ahora bien, desde esa misma izquierda consideramos que el próximo gobierno que expresa una amplia unidad anti ceocracia, anti neoliberalismo puro y duro, será un gobierno en disputa y, por lo tanto, deberemos seguir acumulando fuerzas para pasar a la ofensiva en la defensa de los gobiernos populares de nuestra región e impulsar, tanto en la calle como en las instituciones, la lucha por mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora y el pueblo, para lo que, sin duda, tendremos mucho mejores condiciones.

Por eso, para lo que llamo la izquierda Argentina -que es la izquierda latinoamericanista que apoya a los gobiernos populares en el continente fuertemente al lado de Cuba, de Venezuela y de Bolivia-, construir una política alternativa, no es en este momento apoyar un programa de salida radical a la crisis. Por el contrario, necesitamos apostar a esta amplia unidad, pues lo que se juega ahora y se va a poner en práctica después, es un programa de salvación nacional. Sólo después podremos proponernos profundizar la lucha hacia salidas posneoliberales o poscapitalistas en un escenario de lucha más profundo que sin duda se abrirá luego con el gobierno en disputa que comandará Alberto Fernández. Esta contradicción principal que se juega en la próxima inmediata batalla electoral no es posibilismo, como lo fue, por poner un ejemplo, la disputa electoral entre el menemismo y la Alianza (UCR – FREPASO) en 1999, dado que ambas opciones disputaban por la administración del mismo modelo de acumulación de capital, por el mismo proyecto de país neoliberal para pocos y pocas. Aunque la última se disfrazaba de “progre” asumiendo el ropaje oficial del fin de la historia y de la lucha de clases y poniendo su pretendido afán cuestionador en la corrupción del menemismo, planteándose, entonces, como administradora mas eficaz de las políticas de concentración de las riquezas, para lo cual una vez en el gobierno ¡pusieron al mismo ministro de economía Domingo Cavallo!!! Eso sí que fue posibilismo.

La lectura actual de la correlación de fuerzas sociales y políticas internas e internacionales, y los niveles de destrucción social, económico y político a los que nos trajo la política de rapiña del gobierno de Macri, en cambio, llevan a plantear un programa inmediato de salvación nacional, que sin duda, una vez lograda llevará a desatar las contradicciones siempre presentes en el orden capitalista. Dichas nuevas batallas por venir y por librar, podrán sacarnos de la defensiva popular, siempre y cuando el tinte de nuestra integración latinoamericana y caribeña continúe siendo el del rumbo emancipador que se expresó a principios de este siglo retomando lo mejor de nuestra historia.


Para salir del neoliberalismo en Argentina: lucha de calles y lucha institucional, antes y después de las elecciones

A pesar del actual momento de debilidad en que nos encontramos como pueblo hambreado y desocupado, con miedo a perder el trabajo -que es la mayor de las extorsiones del sistema-, las luchas de calle en Argentina no han cesado. Han estado siempre presentes a lo largo de estos 4 años de neoliberalismo con el FMI a la cabeza. Pueden estar más visibles en determinados momentos, pero no han cesado ni un solo día de estar diferentes fracciones sociales en la calle. Las y los maestros, trabajadores estatales, mujeres, trabajadores de la economía popular o desocupados y desocupadas, los sindicatos, federaciones y centrales sindicales mas importantes, entre otros. Se han desarrollado 5 huelgas generales con masivas movilizaciones en su mayoría, como también numerosas huelgas regionales o por rama. Ahora mismo, por ejemplo, en la provincia de Chubut no han comenzado las clases escolares desde julio y las trabajadores de la educación se mantienen en lucha cortando la ruta con temperaturas bajo cero por las noches en plena Patagonia. El argentino es un pueblo con una sólida tradición de lucha en las calles y esto afortunadamente es parte de un patrimonio que ni las oligarquías con sus terrorismos de estados pudieron extirpar del todo sin que nuevos retoños asomaran venciendo todo tipo de mecanismos de disciplinamiento.

Pero sí es cierto que hay un pasaje a la lucha institucional, porque ahora mismo, la decisiva batalla se juega en el plano electoral. La lucha de clases ha pasado al plano de la lucha institucional. Y es en este momento la batalla estratégica por librar. No hay duda que después de diciembre la lucha volverá a estar, no solamente en las instituciones, sino también en las calles. Habrá que usar la inteligencia política de las organizaciones populares para presionar sin ser funcionales a la derecha que estará al acecho desde el primer día con toda la maquinaria comunicacional a su servicio, y en medio de una salvaje ofensiva imperialista para disciplinar a las Américas bajo su doctrina Monroe, vital en su disputa geopolítica con China y Rusia, entre otras potencias emergentes.

La perspectiva de lucha contra el neoliberalismo es posible en nuestra Argentina de la mano de la permanencia de los gobiernos populares en varios países de nuestra América y el retorno de las fuerzas populares -la mayoría desalojadas de los gobiernos por golpes de estado- a otros tantos, para poder librar la guerra superestructural contrahegemónica desde la imprescindible complementariedad que nos dará retomar la senda de la unidad latinoamericana y caribeña. Sin duda las elecciones en Argentina traerán buenas noticias para nuestros pueblos y darán impulso a un nuevo momento de ascenso del ciclo progresista en Nuestra América.

* Coordinadora del Capítulo Argentina REDH (Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad).


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