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Mauricio Macri representa los Gobiernos neoliberales del pasado.

Mauricio Macri representa los Gobiernos neoliberales del pasado. | Foto: Oveja Negra

Publicado 2 marzo 2018



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Mauricio Macri irrumpió en la historia con la trillada parábola del cambio, que no es otra cosa que la restauración de un modelo de país al que le sobran provincias y gente, que ha enarbolado la bandera de la República para justificar el fraude electoral, los golpes de estado o los genocidios mas aberrantres.

El 1ero de Marzo, en Argentina, se produce la apertura de las sesiones legislativas, oportunidad en la que el titular del Poder Ejecutivo deja un mensaje a los legisladores, como gesto de impostura para satisfacer los rituales de una República cuya matriz democrática atrasa, cuanto menos, dos siglos.

Las postales de un tiempo pasado, pero fresco en la memoria, reflejaban enormes movilizaciones populares que acompañaban, y forzaban, los márgenes protocolares de la actividad institucional. Las aperturas legislativas encabezadas por Néstor Kirchner y por Cristina Fernández de Kirchner fueron acompañadas por un piso alto de movilización y organización.

La calle, como espacio de ocupación para torcer el rumbo de las decisiones que afectan a la vida de las mayorías populares, puede significar para los que sueñan con una República vacía de pueblo, como un elemento decorativo para la historia. Sin embargo, la movilización popular es una herramienta indispensable para condicionar el rumbo de una República que condena a la voluntad popular a gobernar o deliberar, sólo a través de sus representantes, bajo amenaza de ser juzgados por sedición.

Mauricio Macri irrumpió en la historia con la trillada parábola del cambio, que no es otra cosa que la restauración de un modelo de país al que le sobran provincias y gente, que ha enarbolado la bandera de la República para justificar el fraude electoral, los golpes de estado o los genocidios más aberrantes.

Desde Bartolomé Mitre y Sarmiento, pasando por la revolución fusiladora, hasta llegar a la dictadura genocida de 1976; siempre, la sangre derramada, tenía como objetivo consolidar una República enajenada de pueblo.

La apertura de las sesiones legislativas es siempre una oportunidad que tiene Mauricio Macri para reivindicar gestualmente esa tradición histórica.

La desmesura cínica en cada una de las líneas de un discurso prefabricado por los gendarmes de la comunicación oficial, constituyen quizás, el último gesto democrático de un gobierno que ha decidido representar los intereses de las potencias extranjeras, los grupos económicos y las minorías enriquecidas que se creen dueñas de la Argentina. Y es un gesto democrático porque la mentira descarada es la única herramienta con la que cuenta para legitimar la brutal defraudación a la voluntad popular que están llevando adelante con cada acción de gobierno.

La hipocresía como herramienta

Un presidente que amenaza con sancionar por decreto una ley que no encuentra consenso legislativo, que vetó la iniciativa que intentaba poner un límite a los despidos, que llegó al Congreso a pocos días de lanzar un mega decreto, sin necesidad y sin urgencia, para derogar 19 leyes y modificar otras 140 con el fin de desmantelar el Estado y fortalecer el poder de concentración económica de las principales empresas que operan en el país, no debiera estar autorizado a realizar una planificación del año legislativo. Sencillamente, porque constituye un insulto.
Tan insultante como su homenaje a las víctimas del ARA San Juan, sepultadas en el lecho del Océano Atlántico, abandonadas desde un principio para encubrir la desidia y los acechos sufridos por submarinos nucleares británicos, que los medios hegemónicos informan sin alertar sobre la afrenta brutal a nuestra soberanía que eso significa.

Macri llegó al Congreso para realizar un balance de gestión que constituye una ficción que insulta el sentido común, incluso, de sus propios votantes. Se animó a destacar el crecimiento del empleo, cuando apenas se han recuperado los puestos de trabajo existentes a Agosto de 2015, sin contar que la población económicamente activa creció un dos por ciento. Señaló por tercer año consecutivo que lo peor ya pasó, y que es el segundo año de crecimiento sostenido después de muchos años, al 0.2 % se olvidó mencionar sostenido por un brutal endeudamiento externo que apenas tapa el bache que deja el déficit comercial mas grande la historia Argentina.

Destacó como un logro de su gestión que los salarios le han ganado a la inflación, como si los docentes no hubieran arrancado las clases en los principales distritos que gobiernan con ofertas salariales por debajo de las incumplibles metas de inflación que modificaron en Diciembre.

Siguió destacando la mitología de las inversiones externas, que no sólo son menores que las registradas en el Gobierno anterior, si no, que están acompañadas por la liberalización absoluta del giro de remesas al extranjero por parte de las multinacionales y la eliminación de toda obligación de liquidación de divisas garantizadas a las agroexportadoras cerealeras.

Mencionó la educación como objetivo, mientras se cierran escuelas y maltrata a los docentes. Destacó la necesidad de abrir el debate acerca de la despenalización del aborto, al tiempo que señaló como necesario un debate maduro, rematándolo con la inmadurez de señalar que estaba a favor de la vida, como si la discusión no fuera la ampliación de derechos, y no, el momento en que nace la vida humana, retrocediendo nuevamente el debate a tiempos de la inquisición desde el mas alto poder del Estado.

Propuso terminar con la desigualdad salarial entre hombres y mujeres, justo en la misma mañana en que el Boletín Oficial adelantaba que un varón asumiría el cargo de Director de Igualdad de Oportunidades entre Varones y Mujeres en el Mundo Laboral del Ministerio de Trabajo.

Enfatizó contra la corrupción, resaltó que sus funcionarios deben mantener un alto estándar ético, lo hizo rodeado de evasores al fisco, fugadores de capitales a paraísos fiscales, gerentes de grupos económicos que han favorecido la concentración de sus empresas desde la gestión del Estado, corruptos comprobados que negrean a sus trabajadoras, miserables que apuestan a la timba financiera para multiplicar sus riquezas mientras destruyen el aparato industrial y productivo del país.

El neoliberalismo sostiene su mitología fundante, a fuerza de cinismo. Macri está enajenado de la verdad, por imposición de un libreto indispensable. No es un imbécil, ni un loco, es un mafioso que fue secuestrado de la puerta de un prostíbulo del que era socio, que intentó arrebatarle la riqueza a su familia adulterando el estado psíquico de su padre y que garantizó sus negocios personales desde el Estado durante décadas.

Macri es un insulto para la política, simplemente porque el neoliberalismo necesita destruir la única herramienta con la que cuentan los humildes para alcanzar sus sueños y esperanzas. Macri es la síntesis imperfecta del gobierno de los patrones, que sueñan con pobres cada día más pobres, para que los ricos sean cada día más ricos.

Macri saluda una plaza vacía, militarizada para evitar expresiones populares, no por enajenación mental. Macri saluda una plaza vacía, como síntesis de una República enajenada de pueblo. Olvida que la Patria, es siempre, un peligro que florece.

Fernando Gómez es Secretario Político de Descamisados y Director del Colectivo de Medios Oveja Negra. 


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