El secretario general adjunto de la ONU para los derechos humanos, Andrew Gilmour, denunció este martes que la violencia contra los rohinyás en Myanmar no ha cesado y aún no hay condiciones para el retorno de quienes huyeron hacia Bangladés.
Desde agosto del año pasado más de 600.000 rohinyá han huido de la violencia en Myanmar y llegan como refugiados a Bangladés donde habitan en condiciones precarias.
Las víctimas del conflicto contaron sus testimonios a Gilmour. Por ejemplo, un hombre dijo que su padre fue retenido por el ejército de Myanmar en febrero pasado y luego le notificaron que recogiera su cadáver.
El testimonio anterior es recurrente, al cual se le suma secuestros, violaciones y asesinatos de mujeres y niñas.
“El gobierno de Myanmar está ocupado diciéndole al mundo que está listo para recibir de nuevo a los rohingyás, mientras que al mismo tiempo sus fuerzas militares continúan forzándolos a huir a Bangladés", aseveró Gilmour.
Instan a crear condiciones seguras para el retorno
El representante de la ONU exhortó a las autoridades a centrar su atención en detener la violencia en el estado de Rakhine y a crear las condiciones necesarias para el regreso de los rohinyá.
“Será necesaria la repatriación de los rohingyá a sus hogares y a su país, así como la rendición de cuentas por los crímenes de lesa humanidad que puedan haberse cometido contra ellos”, aseveró.
La lluvia, otra amenaza
Los refugiados rohingyá también enfrentan otra amenaza: la llegada de la temporada de lluvias que podría destruir los campamentos como el Kutupalong, un campo improvisado levantado con postes de bambú y techos de plástico.
Las fuertes lluvias no solo podrían destruir los campamentos, sino también causar deslizamientos de tierra e inundaciones. Asimismo, podría contaminar el agua y provocar brotes de cólera, explicó Gilmour.