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El mandato de Moïse estuvo marcado por la profundización de una crisis integral en Haití.

El mandato de Moïse estuvo marcado por la profundización de una crisis integral en Haití. | Foto: Prensa Latina

Publicado 7 julio 2021



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Desde el inicio de su carrera política, se le consideró un actor proclive a incrementar la dependencia del país a EE.UU.

El presidente de Haití, Jovenel Moïse, quien fue asesinado este miércoles en Puerto Príncipe (capital), dirigió el país más pobre de América Latina durante 2017-2021, marcado por la profundización de la crisis económica y política, la violencia e inseguridad, y la radicalización de la protesta social.

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Nacido en 1969 en la comuna de Trou-du-Nord (departamento de Noroeste), el exgobernante cursó estudios de Ciencias Políticas en la privada Universidad Quisqueya, ubicada en Puerto Príncipe, y luego hizo carrera en el sector empresarial.

Fue designado en 2015 como candidato a la Presidencia por el exmandatario Michel Martelly (2011-2016), del Partido Haitiano Tèt Kale (PHTK).

De acuerdo con medios de prensa, desde ese momento ya se le consideraba proclive a incrementar la dependencia del país a Estados Unidos y a la ayuda internacional. 

Además, su eventual elección era vista como la ocasión para un posible retroceso en la situación de derechos humanos del país.

Meses después, en noviembre de 2016, resultó electo presidente en primera vuelta con el 55,6 por ciento de los sufragios, en comicios en los que, según expertos, votó cerca del 21 por ciento de los electores habilitados.

La iniciativa de reformar la Constitución, así como la posibilidad de revalidar el mandato, terminó de generar malestar en sectores de la población que expresaron su rechazo.

Crisis social, social y política

Masivas protestas contra su Gobierno estallaron en el verano de 2018, cuando la población tomó las calles para rechazar la eliminación de los subsidios de los combustibles, como recomendó el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esta medida derivó en el alza de precios de la gasolina.

Otra ola generalizada de descontento sacudió al país caribeño a inicios de 2019, motivada por el deterioro de las condiciones de vida, el incremento de precios de la canasta básica, la inflación y la devaluación de la moneda nacional (gourde).

La crisis económica, unida a los efectos de la Covid-19 y la creciente situación de inseguridad (signada por enfrentamientos entre bandas delincuenciales, asaltos y secuestros), marcaron las protestas iniciadas a mediados de 2020.

Con posterioridad, las movilizaciones incorporaron el reclamo de que Moïse dimitiera y diera paso a una transición democrática. La sociedad civil le señaló que su mandato había finalizado en enero de 2020, pero él reiteró que no dejaría la silla presidencial.

La crisis política nacional también se profundizó a partir de que el exmandatario ignoró las elecciones legislativas y locales previstas para 2019. Desde entonces quedó solo en el Poder y la oposición le señaló que gobernaba de manera autoritaria.

Su mandato también estuvo matizado por por denuncias de corrupción, como ocurrió cuando diversos sectores presionaron para conocer el destino de fondos entregados a la nación por el acuerdo de cooperación energética Petrocaribe.

En un informe de investigación entregado al Legislativo, el Tribunal Superior de Cuentas de Haití aseguró que empresas pertenecientes al Presidente y a su antecesor, Martelly, fueron beneficiadas con fondos millonarios que nunca ejecutaron.


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