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Para reabrir las escuelas, los países deben guiarse por el interés superior del niño y las consideraciones generales de salud pública.

Para reabrir las escuelas, los países deben guiarse por el interés superior del niño y las consideraciones generales de salud pública. | Foto: teleSUR

Publicado 13 mayo 2020



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Ante la paulatina consideración de algunos Gobiernos de aliviar medidas restrictivas por la Covid-19, se debe analizar con cautela el proceso para reabrir escuelas.

Debido a la pandemia del nuevo coronavirus, la mayoría de los países aplicaron medidas restrictivas para frenar el avance de la Covid-19, entre ellas, la suspensión de clases presenciales por el cierre de escuelas y centros educativos.

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Sin embargo, la medida ha generado un impacto en la educación, protección y bienestar de los niño. La directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), Audrey Azoulay, detalló que más de 1.400 millones de estudiantes en el mundo han sido afectados por el cierre de escuelas ante la pandemia.

De acuerdo con la organización, interrumpir los servicios educativos también tiene graves consecuencias a largo plazo para las economías y las sociedades, “como una mayor desigualdad, peores resultados de salud y cohesión social reducida”.

A pesar de esta situación, ante la paulatina consideración de los Gobiernos de aliviar algunas medidas restrictivas, se debe analizar con cautela el proceso de reapertura de escuelas.

Para ello, la Unesco, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el Banco Mundial (BM) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) realizaron el Manual para la reapertura de las escuelas.

El documento refiere que las interrupciones en el “tiempo de instrucción en el aula pueden tener un impacto severo en la capacidad de aprendizaje de un niño”. Además, en algunos casos, los cierres prolongados interrumpen los servicios escolares esenciales como la inmunización, la alimentación escolar y el apoyo psicosocial.

Las organizaciones consideran que “las reaperturas escolares deben ser seguras y consistentes con la respuesta general a la Covid-19 de cada país, con todas las medidas razonables tomadas para proteger a los estudiantes, el personal, los maestros y sus familias”.

¿Cuándo, dónde y cuáles escuelas reabrir?

Las organizaciones internacionales expresaron que, para reabrir las escuelas, los países deben guiarse por el interés superior del niño y las consideraciones generales de salud pública.

Esta evaluación debe analizar los beneficios y riesgos asociados en sectores como la educación, la salud pública, así como los factores socioeconómicos.

“Las decisiones sobre la reapertura requerirán que los países recopilen rápidamente información crítica sobre cómo las escuelas, maestros, estudiantes y comunidades están lidiando con los cierres y la pandemia”, aseguran.

Además, los responsables de la toma de decisiones deben evaluar cómo se puede apoyar mejor el aprendizaje y el bienestar en cada contexto, con consideración especial de los beneficios de la instrucción en el aula frente al aprendizaje remoto.

Dicho análisis de los beneficios y riesgos de la vuelta a las aulas permitirá la priorización de las escuelas para reabrir; la priorización de medidas de mitigación de riesgos dentro de las escuelas y comunidades; así como las áreas de enfoque para el aprendizaje remoto.

En tanto, deben estudiarse variables como la esencialidad de la instrucción en el aula para lograr los resultados de aprendizaje; cómo viaja la población escolar hacia y desde la escuela; la capacidad de las instituciones de salud para mantener operaciones escolares como el distanciamiento social, entre otras.

¿Cómo reabrir las escuelas?

Una vez identificadas las escuelas que se reabrirán, podrían utilizarse seis dimensiones clave para evaluar sus estados de preparación, como la política, financiación, operaciones seguras, aprendizaje, acercamiento a los más vulnerables y protección.

En tal sentido, tanto las consideraciones políticas como los requisitos financieros, crean el entorno propicio necesario para soportar cada una de las otras dimensiones.

“La respuesta debería servir como catalizador para mejorar los resultados del aprendizaje, aumentar el acceso equitativo a la educación y fortalecer la protección, la salud y la seguridad de los niños”, finaliza el documento.


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