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La organización ha perseverado en ser espacio regional propio para unir a los Estados por encima de diferencias.

La organización ha perseverado en ser espacio regional propio para unir a los Estados por encima de diferencias. | Foto: Sputnik Novosti

Publicado 2 diciembre 2021



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La organización es referente de unidad en la diversidad, en función de la justicia, el bienestar social y la felicidad de los pueblos.

Con una renovada apuesta por la integración latinoamericana, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) arriba este 2 y 3 de diciembre a una década de vida, tras haber sido oficialmente constituida en esta fecha de 2011, cuando se dieron cita en la capital venezolana, Caracas, los jefes de Estado y de Gobierno de las 33 naciones que la integran.

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Durante estos años la organización ha perseverado en convertirse en espacio regional propio para unir a los Estados y proveer “solidaridad, cooperación, complementariedad y concertación política”.

Un criterio medular en su labor ha sido propiciar la convergencia por encima de las diferencias, con lo cual devino referente de unidad en la diversidad, en función de la justicia, el bienestar social y la felicidad de los pueblos.

Además, creó vínculos con naciones de Asia y Europa para liberar la región de la tutela económica y política de Estados Unidos (EE.UU.).

Nace un proyecto de unión

Los jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe que en febrero de 2010 asistieron a la Cumbre de la Unidad en Playa del Carmen, México, dieron vida a la Celac, aunque quedó oficialmente constituida durante la citada reunión de mandatarios en Caracas.

De aquellos días dijo el líder bolivariano Hugo Chávez que el espíritu de unidad volvía a América Latina reencarnado en el espíritu de sus Libertadores y Libertadoras.

La I Cumbre se llevó a cabo en la capital chilena, Santiago, el 27 y 28 de enero de 2013, y entre otras cuestiones se proyectó por mejorar los mecanismos de integración, y generar acciones concretas contra el hambre, la desigualdad, el deterioro medioambiental y la crisis económica global.

Entre el 28 y 29 de enero de 2014 tuvo lugar en La Habana la II Cumbre, en la cual se aprobó la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz y libre de armas nucleares.

En estos y otros espacios se denunció la guerra económica de EE.UU. contra Cuba, y se respaldó el reclamo de soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas y el derecho de Puerto Rico a librarse de su condición colonial.

Desafíos a contracorriente

En un mensaje a los mandatarios reunidos en Santiago (2013), Chávez recordaba que las oligarquías regionales le habían cerrado el paso al proyecto unitario histórico de los próceres independentistas.

El expresidente venezolano aseveraba que Latinoamérica aún paga el costo de esa traición pues, al decir del escritor argentino Norberto Galasso, “lo que pudo ser la victoria de la Patria Grande se convirtió en las veinte derrotas de las patrias chicas”.

Así, la Celac, que nació en un momento de irrupción de Gobiernos populares y democráticos, que a fuerza de pueblos ganaron voz propia frente a la retórica pragmática de Washington, debió rearticularse ante la posterior contraofensiva de la derecha.

Para frenar el despertar regional, esta halló santo y seña en la Doctrina Monroe y echó manos a herramientas como la guerra psicológica, el acoso judicial (lawfare) y la demonización a través de los medios de prensa corporativos.

Ello debilitó varios procesos de integración regional, mientras otros se vieron afectados por escenarios políticos y sociales convulsionados, o por la actuación de Gobiernos de derecha.

En la senda del triunfo

De esa forma llegó la Celac a su VI Cumbre, que tuvo lugar en septiembre pasado en el México de Andrés Manuel López Obrador y la 4T.

En ese espacio se cuestionó el papel de la Organización de Estados Americanos (OEA), que alentó el golpe de Estado en Bolivia (2019) y está al servicio del hegemonismo de EE.UU. El propio AMLO subrayó la necesidad de sustituirla por una plataforma representativa de los intereses de la región.

También se dio luz verde al plan propuesto por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para disminuir la dependencia de medicamentos, y en especial de vacunas, de la región más desigual del planeta, en la cual vive el 8,4 por ciento de población mundial pero acumula el 35 por ciento de las muertes por Covid-19.

Otro acierto fue el rechazo a la intervención en asuntos políticos y económicos de los Estados, en clara alusión a la injerencia de EE.UU. en Venezuela, Cuba y Nicaragua, y el llamado a fortalecer el multilateralismo.

Importante resultó la intención de conformar de conjunto con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) un plan de seguridad alimentaria, vital para una región con 200 millones de pobres.

Pese a ello, se ha apostado por sostener los vínculos y lazos con socios extrarregionales, en particular para el Foro Celac-China, y se debe continuar trabajando en proyectos comunes, como aquellos vinculados a producir vacunas y tratamientos para hacer frente a la Covid-19.


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