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El reciente escándalo relacionado con el abuso sexual en Hollywood ha hecho resurgir un secreto que se dice a voces: el acoso infantil o la pedofilia es más común de lo que muchos comentan.
En 2016, el actor Elijah Wood reveló que en la industria cinematográfica hay toda una red de abusadores de niños. Lo más grave del caso es que son protegidos porque ocupan altos cargos.
"Si eres inocente, tienes poco conocimiento del mundo y quieres tener éxito, las personas con intereses parasitarios te verán como presa", explicó Wood en una entrevista a The Sunday Times.
"Las víctimas no pueden hablar tan fuerte como ellos. Pueden ser silenciados, pero sus vidas han sido dañadas irreparablemente", agregó Wood.
La historia de Anthony Rapp reabrió el debate. El actor señaló a Kevin Spacey de haberlo acosado sexualmente cuando tenía 14 años.
En su defensa, Spacey indicó que no recuerda el incidente. "Si me comporté como describe, le debo mi disculpa más sincera por lo que habría sido un comportamiento etílico profundamente inapropiado".
El actor y músico Corey Feldman también denunció haber sido abusado sexualmente cuando era un actor infantil, al igual que su compañero, ya fallecido, Corey Haim. Cuando hizo pública la acusación nadie le creyó y el tema quedó archivado.
“California es el lugar donde está la industria del entretenimiento y los adultos tienen unas conexiones más directas e inapropiadas con niños que en cualquier otro lugar del mundo, probablemente”, expresó en su momento Feldman.
En 2014, Michael F. Egan III acusó a Bryan Singer de haberlo violado numerosas veces en una mansión ubicada en California, donde se celebraban “sórdidas fiestas” y los adolescentes eran obligados a tener relaciones sexuales.
Las consecuencias psicológicas en al menos 80 por ciento de las víctimas que sufren abuso sexual infantil son devastadoras.
“La gravedad de las secuelas está en función de la frecuencia y duración de la experiencia, así como del empleo de fuerza y de amenazas o de la existencia de una violación propiamente dicha”, refiere E. Echeburúa y P. de Corral en una investigación publicada en Scielo.
Entre los problemas más comunes destacan la depresión, el trastorno de estrés postraumático y el poco control de la ira. En muchas ocasiones, las víctimas suelen asumir conductas autodestructivas como el abuso de drogas o alcohol.
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